Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 548: Fiscalidad y género en América Latina 16/04/2020 |
América
Latina es la región más desigual del mundo. La historia de los últimos
quince años da cuenta de una búsqueda por la equidad en la distribución
de ingresos en varios países del continente, con el fin de equilibrar
la balanza en beneficio de las clases populares, sin embargo, la
ecuación sigue estando en rojo. Aún no hemos podido resolver la
creciente inequidad en nuestra región, más allá de la notable reducción
de la pobreza y la pobreza extrema.
Hace algunos años el
mundo reconoció una nueva forma de discriminación, de segregación hacia
las mujeres. El “impuesto rosa” o el “impuesto a la mujer”. Este nuevo
mecanismo de exclusión sostiene que productos de mercado tales como
ropa, comida o higiene destinados a las mujeres deben ser más caros que
los destinados a los hombres. De esta manera muchos productos de
higiene personal evidencian esta desemejanza, los mismos productos son
más caros para las mujeres que para los hombres. Pero esta forma de
segregar, de prohibir, por su alto costo, el acceso a determinados
bienes, no está solo presente en estos productos. Un informe del
observatorio de géneros del Centro de Economía Política Argentina (CEPA)
advierte que en los casos de juguetes prácticamente idénticos, las
versiones “femeninas” manifestaron un sobreprecio de entre el 3% y el
300%. Por el contrario, no se constataron casos a la inversa donde
existieran sobreprecios en la versión masculina. La desigualdad de
género atraviesa diferentes franjas etarias. Ser niña, adolescente,
adulta o anciana tiene un precio extra. La mujer siempre paga un costo
más alto, en todo sentido.
Claro que esta práctica no es
privativa de argentinos y argentinas. Es verdad que el fenómeno no es
nuevo, pero aún no existen estudios específicos y extensos sobre el tema
en la región. Desde la Red de Justicia Fiscal de América Latina y El
Caribe lo vemos como un desafío pendiente para el 2020. En Colombia,
por ejemplo, para visibilizar la situación de este problema acudieron a
un sencillo ejercicio: describir las actividades de una mujer promedio
en un día normal, para subrayar cómo este sector debe pagar más por el
simple hecho de pertenecer a ese género. Entonces, de esa manera,
“Laura” utiliza productos de cuidado personal o bienes de lujo, así
rotulados por el mercado como: rasuradoras o desodorantes, que resultan
más caros por dos características básicas, ser rosas y “for women”. Sin
contar los productos dirigidos especialmente al público femenino, como
toallas higiénicas o tampones.
El grupo de Género y
Justicia económica de Colombia realizó el siguiente cálculo que
adaptamos con datos argentinos: las mujeres menstrúan un promedio de
cuarenta años en ciclos mensuales de 28 días, 5 de los cuales son de
sangrado; en un período normal propio del cuerpo de las mujeres. Por lo
tanto se requiere un promedio de 25 toallas o tampones mensuales, 300
anuales y 12.000 a lo largo de la vida. En Argentina hay
aproximadamente 11.552.202 niñas y mujeres entre los 10 y los 45 años de
edad que pagan anualmente en promedio USD 30.00 por productos de
higiene femenina, lo que representa un gasto anual total por USD
346.566.060 La contribución anual de las mujeres por el pago del IVA
debido a la menstruación asciende a la suma de USD 72.778.872 millones.
En
el país andino la fuerte campaña social bajo el título Menstruación
libre de impuestos logró reducir el IVA de los productos de higiene
femenina de 16% al 5%. En Argentina hemos dado pasos importantes en
esta línea, hace 2 años la organización Economía Feminista lanzó su
campaña MenstruAción una campaña que plantea, entre otras cosas, lograr
la exención del IVA en productos esenciales del cuidado íntimo de las
mujeres.
Este hecho es perpetrado y agravado cuando se
analiza la participación femenina en el mercado laboral y la brecha de
ingresos entre los géneros. Según la Encuesta Permanente de Hogares que
realiza el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de
Argentina), en ese país, el 39% de las mujeres empleadas se encuentran
en la informalidad, es decir, sin aportes, ni derechos (jubilación,
aguinaldo, vacaciones, indemnización). Una mujer gana 27% menos que un
hombre en un trabajo con la misma calificación. Esta situación debe ser
resuelta mediante legislación clara y contundente hacia las empresas y
el propio Estado.
El sistema actual beneficia al sector
masculino, ampliando la brecha entre los géneros en varios niveles,
lograr que los productos de higiene femenina sean declarados como
esenciales y no productos de lujo es un gran primer paso en el cambio
que queremos para una sociedad más justa para todos.
- Eleonora Marinelli: Fundación SES - Red de Justicia Fiscal de América Latina y El Caribe.
https://www.alainet.org/es/articulo/206358
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