6/27/2020

“Política feminista, libertades e identidades”

Tercera y última parte
 

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CIMACFoto: César Martínez López
Normalidad y anomalía:
De acuerdo con ello, la Teoría Queer (TQ) rechaza la clasificación de los individuos en categorías universales como “homosexual“, “heterosexual“, “hombre” o “mujer“, sosteniendo que éstas esconden un número enorme de variaciones culturales, ninguna de las cuales sería más fundamental o natural que las otras. Contra el concepto clásico de género, que distinguía lo “heterosexual” socialmente aceptado (en inglés straight) de lo “anómalo” (queer), la Teoría Queer afirma que todas las identidades sociales son igualmente anómalas.
Contra las clasificaciones tradicionales:
La Teoría Queer critica las clasificaciones sociales de la psicología, la filosofía, la antropología y la sociología tradicionales, basadas habitualmente en el uso de un solo patrón de segmentación —sea la clase social, el sexo, la raza o cualquier otra— y sostiene que las identidades sociales se elaboran de manera más compleja como intersección de múltiples grupos, corrientes y criterios (Papalia, 2001).
El borrado de las mujeres
Esta teoría no sólo ignora los avances de las ciencias sociales y la biología, desconociendo a la propia naturaleza, negando la existencia de las mujeres, nombrándonos mujeres cis o cuerpos menstruantes o gestantes. Negar la violencia contra las mujeres, promoviendo la explotación sexual y reproductiva de las mujeres, incluso, para algunos, la pederastia y pedofilia, ya que se ha comprobado en varios casos de alquiler de vientres en que las niñas y niños comprados acaban en la prostitución o la pornografía infantil.
La Filantropía, el Lobby Proxeneta y el Transactivismo
El lobby proxeneta, la filantropía de las Open Societies, encabezadas por George Soros que no sólo financian a las organizaciones pro “trabajo sexual”, sino también apoya al transactivismo y la ideología queer empeñada en invisibilizar a las mujeres y sus demandas. Pero que también ofrece becas a las universidades para formar cuadros para su ideología.
George Soros y Bill Gates son de los pocos empresarios que se dan el lujo de asistir con voz al Foro Económico de Davos. Y es muy interesante darnos cuenta que el transactivismo y el lobby proxeneta acompañados de la ideología queer no sólo son un troyano que busca destruir al feminismo desde adentro, y, por supuesto, al sujeto político del feminismo, las mujeres. Lo que significa que el capitalismo y el neoliberalismo son enemigos del movimiento feminista que a últimas fechas ha demostrado ser una fuerza importante que avanza. Incluso el discurso queer es un discurso que favorece al patriarcado y la violencia contra las mujeres.  Y por eso hoy cobra mayor vigencia esa consigna que dice: “patriarcado y capital son una alianza criminal”.
Tenemos que erradicar de nuestro discurso todas las veces que hablamos de género: como violencia de género, hoy debemos de manejar violencia contra las mujeres; o igualdad de género,  debemos usar igualdad entre mujeres y hombres; y paridad de género, por paridad para las mujeres, porque de lo contario los avances que tenemos los tendríamos que compartir con el colectivo trans a mujeres, como la paridad en todos los niveles de gobierno.
Y el movimiento LGTTTIQ+ creció, se consolidó y logró reconocimiento gracias al apoyo del movimiento feminista y hoy regodeándose en su justificación y su auto victimización, nos tildan a todas las que pensamos distinto, y lo manifestamos, de transfóbicas.
“Ser feminista, no es una vivencia intima o personal, es ser parte de un movimiento político y social. Ser feminista es identificarse con una agenda. Y no traicionar la agenda para hacer que se adapte a las expectativas de cada uno o cada una en lo individual.”
Es no caer en las trampas conceptuales sobre la identidad de género, basadas en la subjetividad y diversidad. Ser feminista es des-identificarse de las pautas de adscripción de género, justo lo contrario del modo de operar transgénero, que pretende que nos identifiquemos al género.
El debate se traslada de la igualdad a la diversidad, de los derechos a los deseos, de la vindicación colectiva a la subjetividad individual. Un nuevo sujeto omnímodo que no duda en disputar al feminismo sus espacios, queriendo convertirlo en transfeminismo a partir de categorías fluidas e inestables. Se trata de la imposición reactiva de la misoginia patriarcal. Y si no aceptamos esta imposición de otra teoría con su propia jerga, nos inventan nuevos insultos que integran la serie de loca, puta, bruja, transfóbica o terf.
Y entonces resulta que no importa el sexo con el que nacemos mujeres y hombres, si no nuestras preferencias, y nuestros gustos para cambiar nuestra identidad en el momento en que se nos antoje. Pero también se atreven a defender que también los niños y las niñas pueden elegir cambiar su identidad de género, mediante el uso de bloqueadores de la pubertad. Trampa en que han caído distintas autoridades, sin medir las consecuencias que sobre la salud de las niñas y niños puede tener el que elijan una identidad distinta al sexo con el que nacieron.
Y resulta que quienes impulsan el reconocimiento de la prostitución como trabajo y que también impulsan los vientres de alquiler, ahora impulsan que el Estado reconozca a niñas y niños trans.
Bajo el discurso de que el Gobierno de México respeta todas las orientaciones sexuales e identidades o expresiones de género, una alta funcionaria del gobierno pidió al Poder Legislativo avanzar en las normas legales que otorguen mayores derechos a quienes integran este sector de la sociedad, incluso desde que son menores de edad, lo que es brutal, cuando en el gabinete hay una ex ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuando nuestro derecho civil establece que en el caso de niñas y niños hay vicio en el consentimiento.
Y la Convención de los Derechos de la Niñez, que si bien establece Derechos Humanos para las niñas desde el nacimiento, también establece obligaciones para su cuidado y desarrollo, ya que hay derechos que van adquiriendo conforme se desarrollan, pero además le da la obligación subsidiaria al Estado para su cuidado y desarrollo.
El feminismo debe dar la batalla contra el discurso de asignación de género y buscar la anulación de esa categoría y sus consecuencias. Tenemos mucho que perder.

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