Reconocimiento a las grandes olvidadas
La Asamblea general de las Naciones Unidas ha declarado a 2011 el Año Internacional de la Química, coincidiendo con el centenario de la concesión del Premio Nobel otorgado a Marie Curie por sus aportes a la Química. Aprovechando esta oportunidad para celebrar también, en este año 2011, el Año Internacional de las Mujeres Científicas.
Marie Curie (1867-1934) forma parte de un grupo bastante reducido de mujeres que han podido alcanzar el reconocimiento en el ámbito de la ciencia. Antes que ellas, ha habido otras muchas que, llevadas por su pasión por la ciencia y el conocimiento, desafiaron a las rígidas y tradicionales sociedades de la época en las que tuvieron que vivir. Fueron astrónomas, matemáticas, bioquímicas o médicas aunque, en muchos casos, fueron desprestigiadas e injustamente olvidadas.
Nombres como Hipatia (370 – id., 415), Hildegard von Bingen, Santa Hildegard von Bigen (1098-1179), monja filosofa y mística cuyas teorías se derivaban de la cosmología griega y que redactó un libro de recetas hablando de los beneficios para la salud de una alimentación adecuada, entre otras, han pasado desapercibidas, ya que la historia ha sido, tradicionalmente, escrita por hombres.
Curie fue la primera, de una lista de 16 mujeres que han conseguido un premio Nobel en las áreas de Física, Química y Fisiología y Medicina, desde que en 1901 tuviera lugar la primera ceremonia oficial de entrega de estos prestigiosos galardones. Las últimas en recibir este reconocimiento internacional, en 2009, fueron, en Medicina, Elizabeth Blackburn y Carol Greider (EE.UU.) y Ada Yonath (Israel), en Química.
Otras figuras relevantes
Y no debemos olvidar el relevante papel jugado por las mujeres científicas en el origen y desarrollo de lo que empieza ya a denominarse nueva Ciencia de la sostenibilidad. Es preciso recordar en ese campo, en particular, la obra de Rachel Carson (1907-1964), considerada la “Madre del movimiento ecologista” por la enorme influencia que tuvo su libro Primavera Silenciosa (en el que daba abundantes y contrastadas pruebas de los efectos nocivos del DDT), en el surgimiento de grupos activistas que reivindicaban la necesidad de protección del medio ambiente, en su más amplio sentido, que incluye a la especie humana. Merece la pena recordar las violentas críticas y el acoso que sufrió por parte de la industria química, de los políticos e incluso de numerosos científicos, que inicialmente negaron valor a sus pruebas y le acusaron de estar contra un progreso que permitía dar de comer a una población creciente y salvar así muchas vidas humanas. Sin embargo, apenas 10 años más tarde se reconoció que el DDT era realmente un peligroso veneno y se prohibió su utilización (aunque, desgraciadamente, se siguió utilizando en algunos países “en desarrollo”). No se trata, por lo demás, de un caso aislado: las revistas científicas están repletas de trabajos relevantes en el campo de la sostenibilidad realizados por mujeres.
La figura que, actualmente, reune la entrega, la dedicación, la inteligencia, la curiosidad y el afán de compartir conocimientos que ayuden al desarrollo del ser humano y que puede representar a todas estas mujeres, es la neuróloga Rita Levi Montalcini (Turín, 1909). Esta científica italiana aisló por primera vez el Factor de Crecimiento Nervioso lo que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1986. Con ciento un años, Rita Levi, es una figura que me fascina; todavía sigue llena de actividad. Es una mujer altruista y que sigue poniendo sus conocimientos al servicio de los demás”.
Cuestionar los obstáculos
El Año Internacional de las Mujeres Científicas ha de ser ocasión para poner de relieve estas aportaciones y, sobre todo, para hacer saltar los obstáculos que aún limitan el pleno aprovechamiento de su trabajo en todos los campos de la ciencia y, en especial, en el de la construcción de un futuro sostenible.
Baste recordar que hace un siglo la mujer tenía prohibido el acceso a la Universidad en la mayor parte del mundo. Y aunque hoy el número de mujeres y hombres sea prácticamente el mismo en las aulas universitarias de muchos países, la mujer aún accede a puestos de responsabilidad científica en una proporción muy inferior.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que este año 2011 lleva por lema “La igualdad de acceso a la educación, a la capacitación y a la ciencia y la tecnología: la vía hacia el trabajo digno para la mujer”, contribuyamos a impulsar los objetivos del Año Internacional de las Mujeres Científicas.
Primer Congreso Internacional
Las mujeres científicas aún enfrentan discriminación, barreras y estereotipos muy arraigados que impiden su reconocimiento, apoyo y ascenso en el ámbito de la investigación, aseguraron expertas en el tema, reunidas en México en estos días, en el Primer Congreso Internacional “La experiencia intelectual de las mujeres en el siglo XXI”.
El congreso fue inaugurado por Consuelo Sáizar, presidenta del Congreso Nacional para la Cultura y las Artes, quien apuntó que el objetivo es “entablar una reflexión colectiva que honre nuestro legado, socialice nuestros lenguajes y visibilice nuestros esfuerzos, que tenga como propósito el buscar verdades amplias que nos contengan a todos”.
Con las palabras de Rosario Castellanos: “No basta siquiera descubrir lo que somos, hay que inventarnos”, Consuelo Sáizar, dio la bienvenida, este lunes 7 de marzo, a las/los participantes al Primer Congreso Internacional La Experiencia Intelectual de las Mujeres en el Siglo XXI, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, ciudad de México.
En la mesa del congreso denominada “Científicas”, moderada por la doctora Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y ex presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), se analizó la labor y los retos de las mujeres científicas de América Latina. Gloria Dubner, directora del Instituto de Astronomía y Física del espacio de Argentina; Ida Holz, directora de la Red Académica Uruguaya, y María Cecilia Hidalgo, profesora del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, fueron las participantes que recibieron una estatuilla como reconocimiento a su contribución en el encuentro.
Rosaura Ruiz, reconoció la iniquidad que aún existe entre las mujeres en todos los ámbitos. Afirmó que de esto no escapa el área científica, y ejemplificó con el caso de México, donde a pesar de que cada año son más las mujeres que obtienen un doctorado en relación con los hombres, son estos los que son incorporados en mayor número a la investigación.
Señaló que un tema que abona a la discriminación de las mujeres científicas es la maternidad, sin embargo, muchas investigadoras no han sacrificado esto por el quehacer científico, y aún así son tratadas como inferiores y con estereotipos arraigados. “Aún a mucha gente le cuesta decir la ingeniera y en su lugar dicen ella es ingeniero o médico. Existen muchos estereotipos que desde las familias y la escuela se deben romper para que las niñas tengan una educación científica”, expresó.
“Hay mucho que hacer en estos temas, por ejemplo: hacer más atractiva la ciencia y tecnología no sólo a los niños sino también a las niñas, identificar las áreas disciplinarias en las que hay menos mujeres, como son las ingeniería, física y matemáticas, entre otros”, anotó.
Rosaura Ruiz consideró que para fomentar y estimular las disciplinas científicas debe haber más becas y reconocimientos para las mujeres Más allá de esto, afirmó, las científicas tienen el interés de que los gobiernos de los distintos países tomen conciencia de que “tienen que voltear a ver a la ciencia, pues nosotros, mujeres y hombres científicos, tenemos maneras de contribuir en el desarrollo de nuestros países”.
Al respecto, la científica chilena María Cecilia Hidalgo coincidió con Ruiz en el sentido de que existen estereotipos muy arraigados que definen a las mujeres como menos inteligentes, idea que limita el desarrollo de este género. Señaló que muchas mujeres científicas tienen poco tiempo para crear, ante el exceso de obligaciones de otro tipo, pero han sabido manejar esta deficiencia a partir del trabajo en equipo, lo cual se ha convertido en una forma femenina y ventajosa de hacer ciencia.
Aprovechemos la ocasión que brinda esta celebración para debatir y cuestionar los obstáculos que siguen dificultando el pleno aprovechamiento para la ciencia de los saberes de las mujeres, es decir, de la mitad de la humanidad.
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