12/12/2011

Los periodistas pal café.....




Para la administración policiaca calderonista debe ser descorazonador (en sen- tido figurado, obviamente) que, a pesar de la enorme cantidad de información sobre delincuencia organizada que ha logrado juntar a lo largo de cinco años terribles, no haya sabido absolutamente nada respecto a operaciones semanales de lavado de dinero que, según la revelación que ha hecho The New York Times, han contado con la participación y supervisión de coordinadísimos agentes de Estados Unidos y México.
Descorazonador porque, hasta ahora, el jefe de las operaciones bélicas en casa, el licenciado F. Calderón, ha tenido como timbre de orgullo el presunto éxito internacional de sus dotes policiacas y militares, elogiado y aplaudido en Washington, salvador del mundo y no solamente en asuntos de mercadeo de drogas, mencionado en su momento como una versión de Elliot Ness, él mismo deseoso de ser un Jack Bauer.
Sin embargo, resulta que el jefe de los interestelares servicios de inteligencia, que son capaces de detectar presuntas conexiones iraníes en vías de detonar sedes diplomáticas en Washington o, más recientemente, de reventar planes de reubicación inmobiliaria clandestina de un hijo del difunto coronel Kadafi, ¡nada consigue saber de la vertiente fundamental del narcotráfico que es el lavado de dinero! Muertos y más muertos, violencia sangrienta por todos lados, asesinatos por decenas de miles sin investigación ni sujeción real a proceso judicial, sin que el afanoso comandante Calderón atine a comenzar a indagar y golpear donde todo mundo recomienda y exige, es decir, en el terreno donde el trasiego vulgar se convierte en negocio presuntamente adecentado, en la zona de complicidades de élite en que los billetes verdes del consumo gringo se transmutan en ganancias lícitas de empresarios y políticos. El mundo rojo y negro de los cárteles, santificado financieramente por los delincuentes de cuello blanco (el lector puede agregar colores conforme le parezca: en todas las combinaciones partidistas que proponga habrá siempre ejemplares de ese tipo).
Pero en este México abatido la ignorancia pareciera ser no solamente pretexto o coartada, sino incluso ingrediente fundamental para sostener y desarrollar carreras políticas. Calderón ignora todo sobre el asunto de los cargamentos de dólares semanalmente traídos a México con escoltas binacionales de lujo (tarea desarrollada durante décadas, según ahora se sabe. Durante el priísmo, ciertamente, pero también durante el foxismo, que hizo gran negocio de hacerse el desentendido).
Otro aplicado practicante de la ignorancia es el precandidato único del PRI a la Presidencia de la República, el maniquí convencionalmente conocido como Enrique Peña Nieto. Sería rudeza excesiva insistir aquí en el involuntario espectáculo de desnudismo intelectual que protagonizó en la pasarela libresca de Guadalajara diez días atrás. Pero resulta que el mexiquense persevera en consolidarse como la revelación del año en materia de ignorancia, con preocupante aspiración de refrendar el título entre escándalo público durante seis años. Entrevistado por El País, estimó el salario mínimo en menos de la mitad de lo que realmente es, y rebautizó a la creación de la profesora Gordillo como partido Alianza Nacional, cuando hasta Jorge Kawhagi sabe que el nombre oficial de ese negocio es Nueva Alianza.
La incesante comprobación pública de que el licenciado Peña Nieto tiene graves problemas cuando menos de retención de datos ha ido deteriorando la impresión de viabilidad imparable, virtual invulnerabilidad, que parecía acompañar a la postulación del ex gobernador del estado de México. Es cierto que ha habido un ejemplo peor, el del silvestre Vicente Fox y su conductora designada, la señora Marta, pero el enojo social contra el modo de gobernar del PRI durante siete décadas llevó en 2000 a buscar alternativas tan desesperadas como la de confiar en un personaje cuyo valor más distintivo era un par de botas. Pero ahora, en el México de catástrofe que va dejando Calderón (si es que finalmente permite que haya elecciones o que se respeten los resultados de éstas si le son desfavorables), en un escenario igualmente desesperado que el de 2000, hay una corriente de votantes que desea el regreso del oficio político de los priístas para volver a encauzar al país aunque sea por senderos como los antes activamente rechazados pero hoy vistos casi como paraíso por recobrar.
La gran desgracia para ese segmento que desea el retorno del priísmo dinosáurico es que el personaje seleccionado para competir está exhibiendo de manera lamentable que si algo le falta es justamente ese oficio del viejo priísmo y que a pasos agigantados está demostrando que no tiene la capacidad suficiente para enfrentar una tarea de reconstrucción nacional. No deja de ser irónico que sin mover un solo dedo y sin recurrir a tretas del submundo político a las que sus malquerientes le consideran afecto, el senador Manlio Fabio Beltrones mantenga presencia política suficiente como para que haya quienes se pregunten si no sería mejor candidato que el descoordinado Enrique, visto como está que ignorancia va matando carita.
Del lado de las izquierdas lo que no se sabe es cuánto tiempo durarán las imágenes de conveniencia que hoy muestran a la cúpula del PRD chuchista en amoroso arreglo con su candidato compartido, el Peje de Tres Amores que a la hora de registrarse como precandidato único en el sol azteca, Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo, mostró habilidades camaleónicas de corbata al usarlas en cada caso con los colores correspondientes a cada organización.
Y, mientras Neto Cordero se aferra a seguirse considerando precandidato viable, a pesar de que Chepina Vázquez va adelante en imagen y en manejables encuestas de opinión e incluso está recibiendo apoyo de corderistas que creen desfondado al ex secretario de Hacienda, ¡hasta mañana, con múltiples aspirantes de temporada a romper la piñata de las candidaturas a diputaciones y senadurías!
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Los nuevos salarios mínimos para 2012 fueron dados a conocer el viernes en la tarde antes de que comenzara el puente guadalupano, cuando la gente estuviera atenta a otras cosas. Además, a medianoche se movieron los medidores de los expendios de Pemex con motivo del doceavo gasolinazo del año. Una operación sigilosa a fin de evitar la reacción de furia y decepción. En realidad no hubo aumento, hubo un retroceso. Expertos calculan que el poder adquisitivo en los seis años del calderonismo ha perdido alrededor del 25 por ciento. Desde los peores días de 1995, cuando la crisis zedillista, no se recordaba una Navidad tan amarga como ésta: disminución del salario, creciente desempleo, aumento de la gasolina y la tortilla, subida de las tarifas de taxi, devaluación, inflación. Y agregado a todo esto el charco de sangre en que está sumida la república. A once meses y días de que termine el sexenio ya puede advertirse que las promesas del candidato Felipe Calderón quedarán incumplidas: el millón de empleos al año, los buenos sueldos, las manos limpias, la seguridad. Aquello de vivir mejor que fue su divisa ha quedado un patético engaño.
El sueldazo del Presidente
Aparecen dos gráficas en esta sección. En una pueden apreciarse el sueldo y las prestaciones del Presidente de la República. Advertirán ustedes una percepción por $30 mil 446 pesos anuales por seguro y pago de riesgo. Estamos pagándole a Calderón por los riegos que corre en el desempeño de su cargo, cuando ha sido su incapacidad la que ha propiciado el clima violento, que a él es a quien menos pone en peligro, dado el enorme aparato de seguridad que lo rodea. Sus ingresos totales son de $4’207,644. Si tomamos en cuenta todas las prerrogativas que no aparecen en el presupuesto –alojamiento, comida, viajes, transporte, para él y su familia– llegaremos a la conclusión de que es el presidente mejor pagado del mundo.
13 pesos en todo el sexenio
En otra gráfica aparece cuánto ha aumentado nominalmente el salario mínimo –aumento sólo nominal, porque su poder adquisitivo ha bajado– del año 2006 al 2012. La República Mexicana ha sido dividida caprichosamente en tres zonas. Supuestamente la zona A –incluye al Distrito Federal– es donde la vida es más cara, y la zona C –donde se encuentran Coahuila, Guanajuato e Hidalgo– es la más barata. Habría que ir en estos días a Coahuila para darse cuenta que no tiene nada de barata. El ex presidente del PRI Humberto Moreira dejó en quiebra las finanzas públicas y su hermano Rubén está exprimiendo los bolsillos de los ciudadanos para recaudar dinero y cubrir las deudas. Hasta las bicicletas pagan tenencia. En todo el sexenio el salario de la zona A subió $13.66; el de la zona B, $13.41, y la zona C, $13.27. En cambio, las percepciones del Presidente subieron alrededor de un millón de pesos anuales, ya que el seguro de riesgo fue algo que inventó para su beneficio personal, no existía en el pasado.
No lee… ¿tampoco sabe contar?
Los reporteros Luis Prados y Salvador Camarena, del diario El País, de España, le hicieron una entrevista a Enrique Peña Nieto. Le preguntaron si sabía cuál es el salario mínimo. Contestó erráticamente: 900 pesos. Le preguntaron también por los precios de algunas mercancías; no lo mencionan, pero posiblemente fueron la gasolina y la tortilla. No supo. ¿Está un político preparado para la presidencia, en cualquier país del mundo, cuando desconoce datos básicos de su economía? Puede ignorar que el autor de El Quijote fue un señor que se apellidaba Cervantes y, bueno, sería preferible que lo supiera, pero en fin. Sin embargo es imperdonable que ignore cuánto ganan los ciudadanos que pretende gobernar.


Para efectos de salario mínimo, el sexenio calderonista cerró su exitosísimo paso por Los Pinos con un incremento de 2.44 pesos al mini ingreso, aplicable a partir del primer día de 2012, de tal suerte que en ese periodo y para vivir mejor este indicador aumentó nominalmente 11.78 pesos, con un promedio anual de 1.96 pesos, también nominales. Así, de acuerdo con la información oficial, alrededor de 31 millones de trabajadores (66 por ciento de la población ocupada) y sus familias quedan fuera del México mágico de Ernesto Cordero y sus 6 mil pesos, pues sólo obtienen entre cero y tres salarios mínimos.
El consejo de representantes (integrado por gobierno, patrones y líderes obreros) de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CNSM) tomó la última decisión en la materia correspondiente al sexenio calderonista: 4.2 por ciento de aumento al mini ingreso en 2012, para llevarlo a 60.6 pesos como promedio nacional, contra 58.2 pesos de 2011, una diferencia de 2.4 pesotes que, como bien anotó La Jornada, no alcanza ni para un viaje en microbús o Metro.
Esa fue la decisión, a pesar de que la propia Comisión Nacional de los Salarios Mínimos reconoce (Informe económico anual de la dirección técnica, noviembre 2011) que en los 59 meses transcurridos de la presente administración (hasta el cierre de octubre del presente año), el salario mínimo real acusó disminuciones; así, el general promedio descendió en 1.6 por ciento, mientras por área geográfica presentó las siguientes caídas: 1.9 por ciento en la A; 1.7 por ciento en la B, y 1.3 por ciento en la C.
A pesar de reconocer el profundo deterioro del mini ingreso, el citado consejo de representantes decidió no resarcir la pérdida de poder adquisitivo del salario, aunque ello no es excepcional, pues ha sido la norma en cuando menos las últimas tres décadas. De hecho, el gobierno calderonista ni siquiera se tomó la molestia de guardar las formas, porque prácticamente a la misma hora en que se conocían los nuevos salarios anunció el doceavo gasolinazo del año (12 de 12, más lo que se acumule el próximo año), con lo que de entrada canceló el majestuoso aumento al mini ingreso.
El mismo consejo de representantes sabe (porque así lo indica la información que maneja) que el salario mínimo real (descontada la inflación general) se encuentra por debajo de los 10 pesos diarios, y mucho más debajo de esa cota si se considera el índice de precios que mayor efecto tiene entre los de menor ingreso, es decir, la inflación en alimentos, la cual ha crecido a un ritmo tres veces superior que la general.
Así, de acuerdo con los reportes de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, el poder adquisitivo real del mini ingreso fue de 10.09 pesos en octubre pasado, y para noviembre de 2011 había descendido a 9.98 pesos, de tal suerte que se estime cierre el presente año en un nivel real de cercano a 9 pesos, o lo que es lo mismo, 85 por ciento inferior a su valor nominal (58.2 pesos promedio para el presente año).
Sirva lo anterior para entender la dimensión social de este problema. De acuerdo con la estadística oficial, alrededor de 6.1 millones de mexicanos obtienen hasta un salario mínimo; reconoce poco más de 4 millones que no recibe ingreso (el Inegi clasifica en este rubro tanto a los trabajadores dependientes no remunerados como los trabajadores por cuenta propia dedicados a actividades de autosubsistencia); 10.6 millones obtienen más de uno y hasta dos salarios mínimos y casi 10 millones más de dos y hasta tres mini ingresos. Todos ellos no alcanzan el Nirvana de los 6 mil pesos mensuales que permiten, según Ernesto Cordero, automóvil propio, crédito hipotecario, colegiaturas particulares y demás beneficios de micrófono. En síntesis, 66 de cada 100 mexicanos con ocupación no reciben lo suficiente para llevar una vida digna con el salario que obtiene, como lo obliga la Constitución al referirse al salario mínimo, sin considerar al ejército de desocupados.
Con Calderón en Los Pinos, el salario mínimo nominal aumentó 11.78 pesos, es decir, cerca de 24 por ciento acumulado en el sexenio. Hasta noviembre de 2011 el crecimiento del índice de inflación general (el oficial, desde luego) reporta un incremento de 23.8 por ciento, pero falta considerar el crecimiento de precios de 2012, año particularmente complicado. Si se atiende la estimación inflacionaria para el próximo año (3 por ciento), tal indicador cerraría el sexenio en poco más de 28 por ciento, de tal suerte que al comparar crecimiento del salario mínimo e inflación, el primero, nuevamente, sale como claro perdedor. Ahora bien, si se considera en lo que más gastan los mexicanos de menores ingresos (alimentos), entonces la pérdida es muchísimo mayor.
Cuando arribó el primer gobierno neoliberal, el de Miguel de la Madrid, el salario mínimo real era de 175 pesos diarios; cuando está a punto, felizmente, de concluir el quinto gobierno neoliberal, el de Felipe Calderón, el salario mínimo real (noviembre de 2011) es inferior a 10 pesos. De ese tamaño es la realidad. Todo esto lo saben el gobierno, la patronal, los autodenominados líderes obreros y, desde luego, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos y su consejo de representantes, de tal suerte que la decisión de profundizar la pérdida del poder adquisitivo del ingreso en 2012 resulta rotundamente perversa. Y así dicen que reactivarán el mercado interno.
Si se incluye el sexenio foxista, entonces el aumento acumulado que registra el salario mínimo en la época panista alcanza la estratosférica cantidad de 20.6 pesos (hasta 2011), es decir, un incremento de 54.9 por ciento; la inflación oficial en el periodo 2001-noviembre del presente año es de 61.45 por ciento, con lo que el poder adquisitivo del mini ingreso se redujo casi 11 por ciento en el periodo. Un verdadero milagro tendría que suceder en 2012 para que en el mejor de los casos, y sólo en el mejor, el poder adquisitivo del salario mínimo concluyera el sexenio calderonista en el mismo nivel con el que lo comenzó, aunque de cualquier suerte sería un sexenio perdido, que se sumaría a los cuatro previos, en este México de para vivir mejor.
Las rebanadas del pastel
Advierte el Fondo Monetario Internacional que la crisis económica actual es particularmente severa, y ninguna región del mundo permanecerá aislada de los problemas financieros. En cambio, la Secretaría de Hacienda asegura que a pesar de la incertidumbre y volatilidad internacionales, la economía mexicana es robusta y sigue creciendo en forma balanceada. ¿A quién creerle? ¿Al dueño del circo o a los enanos?
cfvmexico_sa@hotmail.com

David Márquez Ayala: Reporte Económico

A poco más de tres décadas de su irrupción, el modelo neoliberal del capitalismo ha dado sobrada evidencia de que lejos del progreso y el bienestar ofrecido por sus impulsores, lo que ha traído es bajo crecimiento, concentración, desempleo, desigualdad, regresión social, inestabilidad y crisis.
Queda claro que ya no estamos ante crisis parciales, coyunturales o pasajeras como insisten en mostrarlas gobiernos, organismos internacionales y medios masivos, sino ante una Crisis Sistémica, estructural, del capitalismo neoliberal.
Si bien el capital corporativo trasnacional logró, con su enorme poder económico, cambiar la ruta del capitalismo social, regresarnos al siglo XIX, y transformar en su beneficio el sistema con el soporte de los gobiernos neoliberales y las tecnocracias en todo el orbe, lo que no ha logrado eludir es que, como era inevitable, las desatadas "fuerzas del mercado" recrearan los desequilibrios, fracturas y crisis del pasado, sólo que ahora a escala global.


Menos y menos de los que contribuyeron al éxito de nuestra economía… se beneficiaron de ese éxito. Aquellos en la punta de la cima se volvieron más ricos que nunca con sus ingresos e inversiones. Pero todos los demás batallaron con los costos que crecían mientras las quincenas no, y demasiadas familias acumularon más y más deuda… Esto no se trata de lucha de clases. Esto se trata del bienestar del país.”
Estas palabras que se escucharon por todo el país no provenían del movimiento Ocupa Wall Street y sus simpatizantes. No eran de un economista progresista, ni de uno de esos intelectuales que han insistido que la desigualdad económica destruye el modelo económico. “Este país sólo prospera cuando todos tienen una oportunidad, cuando todos ponen su parte y cuando todos juegan bajo las mismas reglas… Lo que está en juego es si éste será un país donde la gente trabajadora puede ganar lo suficiente para mantener una familia, construir un ahorro modesto, ser dueño de un hogar, y asegurar su jubilación”, subrayó el vocero de este nuevo mensaje populista en el sentido estadunidense: en defensa del hombre común ante los poderosos.


El Correo Ilustrado
Niega que Narro haya firmado demanda contra Calderón
Me permito aclarar que existe un error en el encabezado de la nota del 11 de diciembre que se refiere a la participación del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México en el Congreso Estatal Ciudadano de Derechos Humanos celebrado en Querétaro. El doctor José Narro Robles no suscribió la demanda contra el presidente Felipe Calderón presentada ante la Corte Penal Internacional.

Arturo Balderas Rodríguez: El reto de los jóvenes

Durante años se creyó que las generaciones venideras tendrían una expectativa de vida mejor que la de sus antecesores. Esto ha dejado de ser cierto, al menos en la sociedad estadunidense.


Tiempo de pedir al Altísimo el milagro de que los poderosos hagan a un lado sus intereses y piensen en la humanidad. Ese Altísimo que, sostiene Fernando Vallejo, de existir, ha hecho mal las cosas, es injusto, hace sufrir a los animales, el ser humano. En busca de un milagro, la presidenta de la reciente cumbre climática, Maite Nkoana-Mashabane, acudió en Durban a rezar a una iglesia presbiteriana ubicada en un barrio negro establecido cuando el apartheid reinaba en Sudáfrica. Se unió en oración a los feligreses del lugar a fin de conseguir un resultado creíble, justo y equilibrado.


Hace un mes reflexioné en estas páginas sobre la situación radical en que vivimos: ese periodo de despertar colectivo cuando una condición adversa que afecta a todos en su realidad y en sus expectativas coincide con la evidencia de que los remedios en uso agravan las dificultades en vez de aliviarlas, y entonces se desgarra el velo que cubre la mentalidad dominante. Se produce así la ruptura que puede permitir la transformación radical.


En Europa se expresa hoy la complejidad de los acuerdos políticos para hacer funcionales las necesidades de la globalización económica y las exigencias de los mercados a los Estados. La dificultad para establecer un armazón institucional ha sido clara a partir de los efectos de la crisis financiera de 2008, que imponen un replanteamiento del mecanismo de integración que se estableció con la unión monetaria en torno del euro.


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