Mientras la cúpula de la Iglesia Católica sólo se preocupa por apuntalar su poder terrenal, el país se cae a pedazos por la incapacidad de un “gobierno” que sólo tiene como meta, aprovechar la oportunidad de encabezar el Ejecutivo con fines patrimonialistas. En la ciudad de Guadalajara ocurrió una horrible tragedia, demostrativa del alto grado de descomposición social que prevalece en México luego de tres décadas de neoliberalismo y dos con la extrema derecha al frente del Estado. Cuatro estudiantes de preparatoria y un adulto fueron hallados muertos, luego de permanecer desaparecidos desde el viernes 9 de diciembre.
Este hecho lamentable, sería uno más en la cadena de crímenes cometidos en el marco de la “guerra” de Felipe Calderón contra el crimen organizado, si no fuera porque el homicidio múltiple fue perpetrado, presumiblemente, por miembros de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), pues todos los indicios apuntan en esa dirección. Es muy sabido en la capital de Jalisco, que dicha organización más que servir a los intereses de los estudiantes jaliscienses, es aprovechada por sus dirigentes para cometer todo tipo de actividades gangsteriles, no de ahora sino desde hace varias décadas. Sin embargo, las autoridades nada han hecho para poner fin a esta lacra, ni jamás han sido denunciados por los altos dignatarios del clero.
El presidente estatal del PRD, Roberto López González, quien antes fue dirigente del sindicato de académicos de la Universidad de Guadalajara, acusó al procurador, Tomás Coronado Olmos, y al secretario de Educación estatal, Antonio Gloria Morales, de tolerar las extorsiones a comerciantes que realizan los dirigentes de la FEG, así como permitir que tengan cotos de poder en todas las escuelas secundarias del estado. Tal ilícito fue, según testimonios, la causa de los homicidios, toda vez que el padre de uno de los adolescentes debía pagar “derecho de piso”, hasta que llegó el día que le fue imposible hacerlo, porque sus escasos ingresos como vendedor de churros afuera de una escuela, se lo impedían.
Que se haya llegado a tal extremo, demuestra la terrible descomposición de la FEG. Esto ha sido posible porque ha contado con la protección y complicidad de altos funcionarios, así como del alto clero por omisión, al no darle importancia a un hecho que merece el repudio público. En consecuencia, dicha organización actúa como le viene en gana, violando la ley impunemente y cometiendo todo tipo de ilícitos, sin límite alguno, como la patentiza el horripilante homicidio múltiple.
A una parte de la izquierda estatal le corresponde algo de culpa, pues de acuerdo con López González, militantes del Partido del Trabajo en la entidad, como Álvaro Ramírez y Mayo Ramírez, actualmente regidor por Tonalá, son reconocidos “líderes morales” de la FEG. Se ha creado al paso del tiempo un corporativismo criminal que urge acabar de raíz. Llama la atención que el gobernador Emilio González, quien hace gala de su militancia católica, no se haya ocupado de corregir una realidad que choca con el supuesto espíritu cristiano con el que dice manejarse. ¿Alguna vez alguien ha escuchado que condene el proceder de la FEG? Esta misma pregunta es oportuno hacerla con respecto a la actitud asumida por el Episcopado jalisciense.
Sin embargo, a la extrema derecha clerical sólo le preocupa afianzar su liderazgo, bajo el argumento de que “no está plenamente garantizada la libertad religiosa en México”. Esto es aberrante, pues el sentido final del laicismo es precisamente garantizar que todas las iglesias puedan ejercer sus funciones eclesiales con plena libertad. El problema de fondo es que la Iglesia Católica no acepta la competencia de otras iglesias, las cuales han estado ganando terreno por apegarse con mayor fidelidad a las enseñanzas del Evangelio y no verse inmiscuidas en escándalos de corrupción moral, como así ha sucedido por culpa de connotados jerarcas católicos.
Otra sería, ciertamente, la suerte del país si la Iglesia Católica actuara con apego a las enseñanzas de Cristo. No sería una firme aliada de la oligarquía para imponer sus terribles condiciones a la sociedad, que han conducido a que México sea una de las naciones más desiguales de Latinoamérica. Qué positivo sería que la cúpula eclesial estuviera del lado del pueblo, como lo estuvo ese sacerdote inmortal por su congruencia que se llamó José María Morelos y Pavón. ¿Acaso el mismo Jesús de Nazareth no fue un firme aliado de los débiles y los humildes?
En nuestro país, sin embargo, la excepción a la regla son los sacerdotes como Hidalgo y Morelos, quienes si vivieran serían enemigos acérrimos del neoliberalismo, como Cristo lo fue de los mercaderes del templo. El interés de la cúpula eclesial Católica, no es otro que aprovechar la oportunidad de contar con firmes aliados en la clase política, a fin de acrecentar un liderazgo que no desea perder. Eso es todo.
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