Esos productos no tienen ningún sustento en la realidad y desde luego ninguno científico. Hoy día un sinfín de cápsulas, bebidas, jarabes, aceites, cremas, geles y diversos aparatos e incluso zapatos, son anunciados y ofrecidos en los llamados infomerciales, intentando, y supongo con éxito, engañar al público para que adquieran dichos productos, a pesar de que su efectividad es dudosa, pues no hay ninguna prueba real de que sea útil para lo que se señala. En realidad todos esos productos son fraudulentos.
La industria
de productos milagro ha encontrado en nuestro país tierra fértil, pues se combinan varios elementos: un pueblo que quiere creer en las cosas fáciles y que sin mucho esfuerzo llegue el milagro que espera obtener; autoridades que no cumplen cabalmente con sus responsabilidades; legisladores que más bien trabajan para los poderes económicos, y televisoras que no cumplen con la responsabilidad social que luego pregonan por ahí, pues anunciar productos milagro es lucrativo, y mucho.
Al hacer esta descripción de los productos milagro, resulta que a mi juicio, el precandidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, le da un tufillo de producto milagro. El susodicho candidato ha señalado que él es capaz, si llega a ser presidente, de aliviar todos nuestros males, va a conducir al país por el camino correcto y que tiene todas las cualidades necesarias para hacerlo. Las televisoras y algunos otros medios de información lo han mostrado incansablemente en todos los actos donde ha estado, intentando engañar al público, presentándolo como teniendo virtudes que en realidad carece. Él es un producto milagro que se ve bien en tele, pero cuya capacidad para lograr llevar al país a buen puerto está ahora, más que nunca, seriamente en duda. Su actuación en la FIL de Guadalajara es realmente penosa y vergonzosa. Para rematar, hace unos pocos días no pudo contestar acertadamente acerca de cuál era el salario mínimo de los mexicanos. O sea, no solamente no lee, tampoco conoce aspectos elementales de la vida nacional.
El asunto de la FIL de Guadalajara no tiene que ver con un asunto de memoria, como algunos comentaristas nos quieren inducir a pensar, cuando dicen que a cualquiera se le pueden olvidar títulos de libros y nombres de autores y confundirlos. Desde luego que esto le puede ocurrir a cualquiera, pero en el caso de Peña Nieto fue más que evidente, que no era un asunto de problema de memoria, sino un problema de ignorancia. No es un punto menor. Es como los productos milagro, se presentan como algo magnífico con muchas cualidades, pero no las tienen. Pues así el señor Peña se ve bien en la tele, pero no parece haber mucha sustancia que nos permita considerar que tiene virtudes para dirigir un país con tantos problemas. Es lamentable escuchar a comentaristas (por ejemplo, Leo Zuckerman y otros) decir que no les importa si Peña lee o no, lo que él quiere es que resuelva los asuntos de la política. Será que un ignorante pueda resolver y conducir a un país. Yo creo que no. Es como la venta por televisión de los productos milagro, para muchos es lucrativo. Quizás en esto están pensando aquellos que lo exculpan, cuan lucrativo es o será, Peña Nieto si gana. Al pueblo de México lo quieren pasar con buen lustre, haciéndolos pensar que les va a resolver todos sus problemas, a los diputados de su partido les importa más el marketing, pues así podrán ganar, la capacidad es secundaria, lo importante es el acomodo y los poderes económicos, también lo apoyan pues con él habrá más negocio.
Si los productos milagro han dejado millones de pesos de ganancias en poco tiempo, por qué no usar un producto milagro humano, que seguramente dejará jugosas ganancias a unos cuantos, mientras el pueblo engañado, como siempre, pagará los platos rotos.
Políticos karaoke
Vaya si es importante el escandaloso error de Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara. Como dice John Thompson: “Los escándalos son batallas por el poder simbólico en las que están en juego la reputación y la confianza”. Si algo ha construido en los últimos años Peña Nieto es poder simbólico. Su imagen se ha elaborado de forma cuidadosa a través de la televisión, en la comodidad de los estudios con el maquillaje y las palabras exactas, a través del discurso que puede leer en los teleprompters. Los minutos de Peña Nieto en la FIL hablando de un tema que no conoce lo mostraron tal como es en realidad fuera de las cámaras de la televisión: una persona que no lee y no tiene capacidad de respuesta ante una pregunta simple. Una imagen inflada. Peña Nieto destruyó en minutos una parte de su reputación, cometió un error simbólico y mostró que es un político karaoke. Los videos sobre este librogate están en YouTube y uno de ellos tiene ya más de un millón 340 mil visitas.
Hay que preguntarse sobre los ingredientes que han construido la candidatura de Peña Nieto en estos años. Una presencia prácticamente diaria en la televisión: para inaugurar una obra, para hacer una declaración, para cualquier cosa que pareciera noticia, cuando en realidad era propaganda. El objetivo es estar en la pantalla de tiempo completo. ¿Cuánto costó esa presencia y de dónde salió el dinero? El error de la FIL se ha querido minimizar, pero tiene raíces importantes que no se deben dejar de lado. Se puede estar o no de acuerdo en la importancia de la lectura. Se puede debatir si es necesario que un político que aspira a la Presidencia de la República tenga una cultura relativamente densa y amplia. Incluso, se puede hacer un balance del papel que juega la cultura en la política. Sin embargo, el error simbólico de Peña Nieto tiene diversas ramificaciones porque, sin duda, la lectura es importante y tener una cultura amplia es un instrumento fundamental para entender el mundo en el que vivimos.
Si la sociedad del conocimiento es cada vez más importante, tener una cultura precaria puede llevar a una visión política muy deficiente del país. Ser culto no garantiza un buen gobierno, pero ser ignorante es un déficit para cualquier gobernante.
Si un político se mueve sólo mediante discursos que hacen sus asesores y con una imagen televisiva, estamos muy lejos de un estadista. El ejemplo más reciente de un presidente inculto fue Vicente Fox. A estas alturas se puede considerar que una buena parte de la decepción por el estilo frívolo de ese gobernante está vinculada a su cultura precaria. Fox no tenía mucha idea de qué hacer con el país; era el político que venía del medio empresarial y su idea de qué hacer con una transición en marcha y un país plagado de necesidades se limitó a lo que vimos a lo largo de ese sexenio: pérdida de la capacidad del Estado, desregulación de los grandes intereses, incapacidad de concretar políticas de transformación institucional, uso de los instrumentos del Estado con fines partidistas, excesivo pragmatismo que lastimó principios de convivencia democrática.
Con Peña Nieto sucede algo similar. No se sabe qué piensa, qué quiere, a qué podemos atenernos, quiénes están detrás; dice una cosa y hace otra (por ejemplo, pide consejeros independientes para el IFE y su partido bloquea a cualquier candidato autónomo). Al final de cuentas se trata de imágenes mediáticas, de supuestos compromisos para la campaña, de un político karaoke. Si Peña Nieto gana entonces llegará su verdadera agenda y aparecerá el guión dictado por los múltiples compromisos, por los que quieren que todo siga igual. Los poderes fácticos apuestan a un candidato seguro que no ponga en riesgo ni la más mínima parte de sus intereses. La reputación y la confianza de Peña Nieto están mediadas por la construcción mediática que, hoy por hoy, es la construcción de las redes de poder.
En la campaña electoral veremos y escucharemos millones de spots de los candidatos, tendremos el impacto emocional de esos mensajes que a fuerza de repetirse intentarán influir en los votantes para decidir el voto. Sólo habrá un par de ocasiones en donde los candidatos participen en debates, pero tendrán tantas protecciones que resultará difícil apreciar realmente ante qué tipo de políticos estamos. Sin embargo, habrá ocasiones en la que los candidatos se tendrán que exponer sin guión y sin maquillaje. De ahora en adelante Peña Nieto estará más protegido para no volver a cometer un error simbólico como el de la FIL. Frente a las redes del poder fáctico están las redes sociales y los ciudadanos que seguirán atentos la campaña y emitirán alertas sobre los políticos karaoke.
Investigador del CIESAS
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