México,
D.F., 08 may. 13. AmecoPress.- Este martes, Mujeres de cuatro
continentes se reúnen en México convocadas por el Comité de América
Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos Humanos de las
Mujeres (CLADEM), para analizar el cumplimiento de los compromisos que
han firmado gobiernos de la región más desigual del mundo.
A propósito de
esta reunión decidí buscar información para ver qué dicen las agencias
oficiales sobre la condición social de las mujeres de América Latina.
CLADEM asegura
que los estados de América Latina tienen deudas pendientes con los
derechos humanos de las mujeres, como retrasos de cumplimiento en
Convenciones y/o acuerdos internacionales, sobre las leyes que han
creado en los últimos lustros y las políticas públicas que anuncian
para mejorar la vida de la mitad de la población. Y aunque gobiernos,
políticos y otros funcionarios reconocen en discursos que las mujeres
tenemos iguales derechos y somos parte de sociedades democráticas, no
cumplen.
Las cuentas
son malas. Hay un tremendo hoyo de atraso, que se cuenta y evalúa, pero
que nadie para: la violencia contra las mujeres que se yergue como un
manantial inagotable.
Lo que hallé
fue un fenomenal e inmenso documental de estudios contradictorios y
reveladores. Hay consenso en organismos como CEPAL, Banco Mundial, la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) y ONU Mujeres (entidad de
las Naciones Unidas para la igualdad de género y el empoderamiento de
las Mujeres), sobre una mejoría económica en la región, donde ha
disminuido la pobreza, mejorando la vida de muchas mujeres, a pesar de
que aumentó la indigencia y la pobreza alimentaria de un porcentaje
respetable.
Coinciden en
que ha mejorado la participación política y disminuido la brecha
educacional entre hombres y mujeres, pero no el trabajo decente y bien
remunerado. También se dice que mejoró, en muchos sentidos la salud,
incluso que disminuyó la muerte materna. Excepto en la incidencia de
VIH/Sida y la muerte por aborto inducido.
Los
claroscuros tienen que ver con regiones específicas o países en
concretos. Por ejemplo, en Haití no puede documentarse ningún avance,
lo mismo que en las zonas con población indígena o afroamericana de la
región. Reconocen estos estudios que se va lento en cuanto a la cultura
de la igualdad pero advierten que no hay que derrotarse, que con todo
-políticas públicas y funcionamiento de aparatos estatales de atención
a las mujeres-, realizan muchos esfuerzos, aunque reconocen que sus
presupuestos son exiguos. El gran avance que ven estos organismos es
que hay más diputadas, senadoras y dos jefas de estado.
Sin embargo…
Esos estudios
señalan con reveladoras cifras, opiniones y preocupaciones que es la
violencia contra las mujeres algo insoportable, que se incrementa, que
destruye la inteligencia de quien la sufre, que limita su desarrollo,
que condiciona su libertad y que es una verdadera catástrofe: entre 17
y 53 por ciento de las mujeres latinoamericanas y caribeñas son
afectadas sistemáticamente por esta violencia, por ser mujeres.
La violencia
sexual significa en América Latina 500 episodios al día. Sólo en
febrero hubo cinco asesinatos de mujeres en Argentina y en Uruguay
seis; en Colombia se abusa de seis mujeres cada hora; en México siete
de cada 10 han sufrido violencia y sólo entre junio de 2010 y junio de
2012 se reportaron cuatro mil mujeres desaparecidas. En Brasil hay una
agresión contra las mujeres cada 15 segundos, sin considerar que en un
solo año hubo dos mil 982 violaciones sexuales.
Según la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 69 por ciento de las
latinoamericanas sufrieron de violencia sexual y fueron atendidas en
los hospitales, significando gastos impresionantes.
En México, el
último informe presentado por la Secretaría de Gobernación, en el
noreste del país la violencia contra las mujeres creció un 400 por
ciento y en todo el país se duplicó; sin considerar que la Cámara de
Diputados documentó al menos 15 mil violaciones sexuales anuales.
¿Qué hay
detrás? Los estudios de CLADEM señalan que no hay avances visibles en
la cultura de la igualdad, que los países se desentienden de un asunto
clave que es la educación de género, donde autoridades, operadores de
políticas públicas y sociedad en general han naturalizado la violencia.
Esto es, que
todo el mundo consiente y acepta que se “corrija” a las mujeres a grado
tal que se les asesina y nadie se desvela porque el 92 por ciento de
esos casos queda impune. En Venezuela donde se ha podido documentar una
baja en la violencia contra las mujeres en general, cada 45 segundos en
sus hogares las mujeres sufren vejaciones, abuso y mal trato. Llama
poderosamente la atención que estos estudios señalan que crece la trata
por explotación laboral y sexual; que cada día se reduce la edad de las
víctimas hasta de cuatro o cinco años, en todos los países sólo el dos
por ciento de los sujetos responsables son juzgados. Es decir, se
transcurre por una absoluta impunidad.
El asunto
tiene preocupado al Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, quien
apenas en marzo último señaló que los gobiernos no cumplen con
políticas de contención de la violencia contra las mujeres y parecen
inútiles todas las leyes decretadas.
¿Dónde estará
el problema? En una inmensa masa de hombres, mujeres, políticas y
políticos, y de responsables de la justicia, que tienen un pensamiento
misógino. Que dentro de su conciencia no hay ningún cambio. La pregunta
es entonces ¿Qué han hecho estos gobiernos con la cantidad de recursos
para cambiar las mentalidades? Respuesta: nada.
Es posible que
pongan recursos para mejorar la pobreza, pero no para mejorar las
relaciones dentro de los hogares entre las mujeres y los hombres; ponen
dinero para aportar con programas, a veces condicionados, para
proyectos productivos que a veces funcionan, pero nada para fomentar el
respeto y la dignidad humana. Es como una acción que va por dos
caminos. Si no hay una revolución cultural cuyos resultados no dan
votos, no dan prestigio, no se puede contar en los informes
presidenciales, no habrá un cambio y estaremos perdiendo, día a día,
vidas y capacidades humanas de la mitad de la población.
De ahí la
importancia de la anunciada reunión. Tras 25 años de intervención de la
red CLADEM, que está en 15 países, que busca el cumplimiento de las
leyes, que se ocupa de casos jurídicos, a veces con gran éxito, que
vigila las recomendaciones concretas para restaurar derechos humanos de
muchas mujeres, presas, indígenas, desplazadas, sin recursos…hoy habrá
un balance.
¿Cómo mejorar
su intervención? Ya que es la violencia contra las mujeres el mejor
ejemplo de que nuestras sociedades son salvajes, antihumanas y creen
que con más derechos políticos o con más programas sociales “se ayuda a
las mujeres”, quienes de todas las clases sociales viven un infierno
cotidiano.
Vejadas y
maltratadas; golpeadas y violadas; asesinadas impunemente. Valdrá la
reunión para volver sobre estos pasos. Y preguntarse ¿Cuándo pararemos
esta tremenda espiral de violencia contra las mujeres? ¿Alguien puede
darse cuenta que disminuye todas las capacidades humanas y conspira
contra el ansiado desarrollo?
Veremos.
Foto: Archivo AmecoPress.
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