Foto: EFE
Una española, alcaldesa de París. Lo nunca visto. La socialista Anne Hidalgo (1959, San Fernando, Cádiz) sucederá al veterano Bertrand Delanoë al frente del Ayuntamiento de la capital francesa.
Con su victoria por un 54,3% de votos
contra el 43,2% de su rival conservadora, Nathalie Kosciusko-Morizet,
la ex número dos del hôtel de ville parisino conserva para la izquierda
el poder en la ciudad de la luz, perpetuando una tradición que se
remonta a 2001. Y sienta igualmente dos precedentes históricos muy del
gusto de François Hollande. A saber: París tendrá por primera vez una mujer en el sillón de primer edil y se trata, además, de una ciudadana originaria de otro país, redundando en los conceptos de paridad y diversidad racial que tanto preconiza el presidente de la República.
Poco importa que Hidalgo apoyase en las
primarias ciudadanas a Martine Aubry, finalmente perdedora. A pesar de
no pertenecer al círculo de íntimos del jefe del Estado, la gaditana vendría a convertirse en un icono de esa Francia renovada, igualitaria y multicultural que
Hollande prometió durante su campaña. Ya el primer Gobierno de
Jean-Marc Ayrault, presentado en mayo de 2012 con un 50% de ministras y
una docena de miembros originarios del Magreb o los departamentos de
ultramar, recalcaba esa voluntad de cambio. Poco después, se torció el
proyecto de poner a una dama al frente de la Asamblea Nacional debido
al batacazo en las legislativas de Segolène Royal. Pero lo de Anne en
el Ayuntamiento parisino le da un nuevo empuje a ese modelo
hollandista, además de ser un consuelo para el batacazo general de la
izquierda en esos comicios municipales, donde la Unión por un
Movimiento Popular y sus aliados centristas le han arrebatado la
mayoría de las grandes metrópolis del Hexágono.
«Pienso en París todas las mañanas cuando me maquillo»,
dijo hace año y medio esta abogada de 55 años, cuando anunció su
candidatura al sillón consistorial. Ahora tiene ante sí el reto para el
que llevaba 12 años preparándose, desde que salió elegida concejala de
distrito en las municipales de 2001 y el nuevo alcalde la nombró
adjunta y responsable de Igualdad primero y de Urbanismo después.
Antes, había ocupado puestos intermedios en el Gobierno de cohabitación
de Lionel Jospin (1997-2002), con especial vinculación a los asuntos
sociales y un papel determinante en la ley de paridad.
«Estoy orgullosa de la labor que
llevamos a cabo en el Ayuntamiento para combatir la violencia de género
y las injusticias, incrementar el número de plazas en las guarderías
infantiles, favorecer la inserción social… temas que la derecha tenía
abandonados», declaró al iniciarse la campaña esta inspectora de
trabajo en excedencia que milita en el PS desde 1998, a semejanza de su
padre Antonio, con carné del PSOE a pesar de haber emigrado a Lyon en
1961.
Hija pequeña de un electricista y una costurera, nacida en el mismo barrio isleño que Camarón,
casada en segundas nupcias con el dirigente socialista Jean-Marc
Germain -íntimo colaborador de Aubry-, madre de tres hijos, Anne
Hidalgo nunca ha sido un personaje mediático al uso. Hasta que se
presentó a alcaldesa, ni siquiera figuraba en el Barómetro Ipsos que
mide mensualmente la popularidad de los políticos galos.
Pero la intensa campaña municipal ha hecho que todos los franceses la conozcan y muchos la admiren.
A pesar de su aspecto serio, ella defiende que en privado no le falta
gracejo celtibérico. Fan de Almodóvar, Luz Casal y el flamenco, amante
de la paella y el gazpacho, lectora devota de Alberti y García Lorca,
amiga de Carmen Maura, Rossy de Palma, Blanca Li, y toda la
inteligentsia española radicada a orillas del Sena, la nueva alcaldesa
vive en el 15ème arrondissement parisino pero nunca ha renunciado a sus
raíces.
«Semprún me enseñó que se pueden tener dos lenguas maternas, que se puede amar a dos países,
sin que eso sea un problema», dijo en la ceremonia funeraria del ex
ministro. Preguntada hace unas semanas por Le Parisien sobre su campaña
electoral algo sosa, esta gaditana nacionalizada a los 14 años
reivindicó entonces sus orígenes familiares, aduciendo: «La gente no me
conoce. En política, soy muy seria. Pero en mi vida personal me gusta
la fiesta. ¡Soy andaluza y los andaluces no son aburridos!». Así pues,
con Anne Hidalgo, París volverá a ser una fiesta.
Fuente: El Mundo
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