Leonardo García Tsao
Es
conocida la fobia del espectador mexicano hacia el musical. Por alguna
razón cultural, supongo, le cuesta trabajo aceptar la convención de
que, de pronto, los personajes se pongan a cantar y bailar en un
contexto cotidiano. No espero, pues, que permanezca mucho tiempo en
cartelera En el bosque, el musical más reciente de Rob Marshall.
Basada en la obra musical de Broadway, según ocurre con la mayoría
de ejemplos de ese género, la película arranca con la canción epónima
en un número que dura más de 15 minutos. No sé si eso provoque la
estampida y el público presente se salga a cambiarse de sala. El caso
es que esa larga secuencia sirve para presentar a los personajes
principales en esta mezcla irreverente –para estándares de la firma
Disney– de cuentos de hadas, la mayoría debidos a los hermanos Grimm.
Así, resulta que el panadero (James Corden) de una aldea y su esposa
(una sobresaliente Emily Blunt) son maldecidos por la vecina bruja
(Meryl Streep, exagerada como ya es costumbre) a no procrear a menos
que, en tres noches, logren juntar los siguientes objetos: una capa
roja, una vaca blanca, cabellos tan amarillos como el maíz y una
zapatilla dorada. Esa búsqueda los pondrá en contacto con la Caperucita
Roja (Lila Crawford), Jack (Daniel Huttlestone), el niño de los
frijoles mágicos, Rapunzel (Mackenzie Mauzy) y la Cenicienta (Anna
Kendrick), respectivamente.
Con pocos diálogos, En el bosque es prácticamente una opereta, como sucedía con la anterior adaptación de un musical compuesto por Stephen Sondheim, Sweeney Todd: el barbero demoniaco de la calle Fleet (Tim
Burton, 2007). Una canción conduce a otra y aunque se aprecian las
líneas melódicas, los contrapuntos y el ingenio de las rimas,
características de Sondheim, debe tratarse de su partitura menos
inspirada. No hay aquí temas que hayan tenido éxito por sí solos. Si
acaso, se distinguen los duetos Agony, interpretado por Chris Pine y Billy Magnussen como dos príncipes hermanos, atormentados por amores imposibles, e It Takes Two, cantado por el panadero y su esposa, en animoso festejo de su colaboración.
No
obstante, el problema principal no está en la música, sino en el
director. La filmografía de Marshall ha demostrado su limitada
imaginación visual e incluso su torpeza. Horrores como sus anteriores Memorias de una geisha (2005) y Nine (2009) no me dejarán mentir. Hasta su película más celebrada, Chicago (2002) denotaba una incapacidad para resolver con acierto los números musicales.
Al menos en En el bosque no ha recurrido al tasajeo rápido de la edición, recurso del que abusó en Chicago, pero
su puesta en escena es singularmente monótona, siendo que no hay bailes
urgidos de una coreografía. La película se sostiene en su primer acto
gracias a detalles de crueldad y los giros graciosos del guión de James
Lapine, autor de la obra original, por los cuales el Lobo Feroz (Johnny
Depp) aparece como pachuco de malas intenciones, la Cenicienta es una
neurótica desprovista de hada madrina y su Príncipe no aparenta tener
muchas luces.
Cuando todo parece haber sido resuelto en favor de los personajes y uno espera
vivan felices para siempre, todavía faltan 45 minutos de metraje. Lo siguiente es una pesada demostración de las diversas moralejas de la película, referentes a la responsabilidad paterna y la lealtad hacia la pareja. Perdido en su propio bosque de mentiritas, Marshall es incapaz de hacer distintivo un número de otro y el asunto se hunde en un final infeliz para los espectadores
.
En el bosque
(Into the Woods)
D: Rob Marshall/ G: James Lapine, basado en su propio
musical/ F. en C: Dion Beebe/ M: Stephen Sondheim/ Ed: Wyatt Smith/
Con: Meryl Streep, Emily Blunt, James Corden, Anna Kendrick, Chris
Pine/ P: Lucamar Productions, Marc Platt Productions, Walt Disney
Pictures. EU-Reino Unido-Canadá, 2014.
Twitter: @walyder
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