Carlos Martínez García
La Jornada
Las mujeres sí se
involucraron en lo que genéricamente se conoce como la Reforma
protestante del siglo XVI. Su participación tuvo distintos alcances,
dependiendo de la región europea en que vivían, su escolaridad, la
reacción en el ambiente familiar a la disidencia religiosa, el acceso a
la literatura de los diversos reformadores de las varias ramas en que se
fue pluralizando la citada Reforma.
Hasta hace poco menos de medio siglo los estudios históricos sobre
los orígenes y desarrollo de la Reforma protestante se habían enfocado
en los líderes masculinos y su amplia obra escrita, así como en los
cambios sociales, económicos y culturales que sus propuestas trajeron
para los territorios donde las mismas fueron adoptadas. Entre los
pioneros que ampliaron el enfoque hacia sectores olvidados por los
especialistas en el movimiento reformista sobresale la figura de Roland
H. Bainton, profesor de historia eclesiástica en la Escuela de Teología
de Yale. En 1971 publicó en inglés el primer libro de una tríada sobre
las mujeres y la Reforma protestante del siglo XVI en Europa. En el
volumen inicial se ocupó de Italia y Alemania; en el segundo (que
apareció en 1973), de Inglaterra y Francia; finalmente, en 1977, la
investigación tuvo como centro a España y Escandinavia. Bainton escribió
varios otros libros sobre el periodo de la Reforma; algunos han sido
traducidos al español: una biografía de Martín Lutero (que será reditada
por Casa Unida de Publicaciones en los primeros meses del próximo año),
y Servet, el hereje perseguido (Taurus Ediciones, Madrid, 1973).
En la Reforma radical, particularmente dentro de la vertiente
anabautista, mujeres de los sectores populares fueron muy activas en la
difusión de un cristianismo horizontal, luchaban por que las jerarquías
fuesen abolidas dentro de las comunidades voluntarias de creyentes,
contrastando así con el modelo patriarcal de dominación. Este es uno de
los temas que sobresalen en el libro de C. Arnold Snyder y Linda A.
Huebert, Profiles of Anabaptist Women: Sixteenth-Century Reforming Pioneers, Wilfrid Laurier University Press, 1996, séptima reimpresión 2008.
Como integrantes de un movimiento gestado desde abajo de la sociedad,
las mujeres anabautistas padecieron una triple marginación. La primera,
por ser mayoritariamente pobres. La segunda, por ser mujeres en una
sociedad dominada por el patriarcado. La tercera, por formar parte de un
movimiento estigmatizado como
secta perniciosay demonizado por las autoridades religiosas y políticas, tanto católicas como protestantes. Snyder y Huebert mencionan que durante el siglo XVI,
en regiones de Europa donde la persecución fue más cruenta, y en determinados periodos, las mujeres anabautistas ejecutadas representaron 40 por cientodel total de martirizados identificados con el anabautismo.
Una visión panorámica del rol femenino en la Reforma protestante es la obra de Kirsi Stjerna (Women and the Reformation,
Blackwell Publishing, Oxford, 2009). La doctora Kirsi Stjerna es nativa
de Finlandia, pastora ordenada tanto por la Iglesia luterana de América
como por la Iglesia evangélica luterana finlandesa; es profesora e
investigadora en el Seminario Teológico Luterano del Pacífico, en
Berkeley, California.
Stjerna enfatiza en las primeras páginas de su libro que
enseñar cursos sobre la Reforma [protestante] no es ya factible sin la inclusión de las mujeres como sujetos en la historia de la Reforma y su evaluación. También sitúa su acercamiento al tema desde la perspectiva de los estudios históricos y sociales de género, que han contribuido a la salida del anonimato de mujeres que tuvieron participación y relevancia en diversos movimientos y acontecimientos históricos.
La investigación de Kirsi Stjerna se enfoca mayormente en mujeres que
desarrollaron su liderazgo en los ámbitos de la Reforma magisterial, la
más conocida y que cuenta con abundantes estudios históricos sobre
ella. De todas maneras hace espacio para mujeres de la Reforma radical.
Ella encuentra que en el anabautismo la
teología igualitariadel derramamiento del Espíritu Santo y la creencia en una experiencia carismática permitió tanto a hombres como mujeres asumir el rol de profetas y les dio autoridad religiosa y voz pública.
El llamado del Espíritu, que proveyó el fundamento al movimiento anabautista, anota Kirsi, fue radicalmente igualitario y personal, a la vez que guió a los personas a un compromiso comunitario.
Las investigaciones mencionadas se ocupan casi en su totalidad –con
excepción del libro de Roland H. Bainton en el cual estudia a mujeres
protestantes en España–, de países donde distintas expresiones del
protestantismo lograron enraizarse y atraer sectores significativos de
la población. Todavía hace falta más luz sobre mujeres que en
situaciones sumamente hostiles, como en España, y de forma clandestina
se unieron a los pequeños grupos donde se leían la Biblia y obras de
reformadores protestantes, particularmente en Valladolid y Sevilla.
Paulatinamente, y gracias a investigadoras e investigadores que
estudian a grupos marginados en distintos periodos históricos, es
posible conocer más acerca de la Reforma protestante y sus repercusiones
en colectivos como el de las mujeres. Dentro del proyecto editorial La
Biblia y las mujeres, que constará de 21 volúmenes, ya está disponible
el libro, coordinado por María Laura Giordano y Adriana Valerio, Reformas y contrarreformas en la Europa católica, siglos XV-XVII (Editorial
Verbo Divino, Estella/Navarra, 2016). La relectura de la Reforma
protestante en clave femenina necesariamente ampliará los acercamientos
tradicionales al movimiento que está por cumplir el quinto centenario de su inicio.
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