Juan Carlos Cruz Vargas
CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- Después de la inseguridad y la delincuencia, la
corrupción es el segundo problema que más preocupa a la población
mexicana, por encima del desempleo y la pobreza, según el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Y, peor aún, la
mayoría de los mexicanos (ocho de cada diez) perciben al sector público
como corrupto, de acuerdo con las estadísticas que presentó el organismo
con motivo del Día Internacional contra la Corrupción.
La baraja
es amplia y va desde los policías, partidos políticos, gobierno federal y
gobiernos estatales, hasta diputados y senadores, gobiernos municipales
y el Ministerio Público.
En segundo orden, siete de cada diez
mexicanos señalaron como los más corruptos a jueces y magistrados,
medios de comunicación, empresarios y sindicatos. Y sólo cuatro de cada
diez consideraron como espacios de mayor corrupción a las escuelas
públicas, el Ejército y la Marina.
Donde menos se ven los actos de corrupción es con los compañeros de trabajo, vecinos y familiares.
Los
datos demuestran que lejos de erradicar ese mal que no sólo inhibe el
desarrollo económico de un país, sino que debilita el Estado de Derecho,
genera una pérdida de confianza de los ciudadanos hacia las
instituciones del gobierno y afecta el bienestar de la población, la
corrupción invade las entrañas de la sociedad.
Según el Inegi,
durante 2015 el 12.6% de la población de 18 años y más experimentó al
menos un acto de corrupción cuando realizaron un trámite, pago o
solicitud de servicio ante algún servidor público. Esta cifra fue
similar a la observada en 2013, cuando el porcentaje de víctimas se
ubicó en 12.1% del total.
En 2015 la tasa de incidencia fue de 30
mil 097 actos de corrupción por cada 100 mil habitantes de 18 años y más
que realizaron al menos un trámite, pago o solicitud de servicio ante
una oficina pública, mientras que en 2013 se ubicó en 24 mil 724 actos.
Por
entidad federativa, los porcentajes más altos de víctimas de corrupción
se presentaron en Morelos, con 20.1%, seguido de Sinaloa, con 18.1%, y
Chihuahua, con 17.6% del total de personas de 18 años y más que
realizaron algún trámite presencial en 2015.
En tanto, las mayores
tasas de incidencia se dieron en el Estado de México con 62 mil 160
actos, Sinaloa con 58 mil 232 y Chihuahua con 36 mil 472 asuntos de
corrupción por cada 100 mil habitantes de 18 años y más que durante 2015
realizaron al menos un trámite, pago, o solicitud de servicio en una
institución gubernamental.
Modus operandi
De
acuerdo con el Inegi, el 20.5% de los hombres de 18 años que en 2015
solicitaron un servicio o tuvieron cualquier contacto presencial con un
servidor público manifestaron haber experimentado al menos un acto de
corrupción, en tanto que en el caso de las mujeres, 9.3% fueron víctimas
en ese mismo año.
Otra característica de las víctimas de
corrupción es que algunos estudios señalan que la probabilidad de
experimentar algún acto de ese tipo es mayor si las personas disponen de
ingresos más altos, cuyo nivel suele depender de la escolaridad y la
condición de ocupación.
En efecto, en el grupo de adultos con
educación superior hubo poco más de 18 víctimas por cada cien personas,
mientras que por cada cien personas sin escolaridad que tuvieron
contacto con algún servidor público, alrededor de siete experimentaron
al menos un acto de corrupción en 2015.
En otras palabras, quienes
son frecuentemente víctimas de corrupción son hombres jóvenes, con
estudios mínimos de licenciatura y un empleo estable.
Por tipo de
trámite o servicio público brindado, 55.2% de las personas que tuvieron
contacto con autoridades de seguridad pública en el año señalado, sea
por incidentes de tránsito, infracciones, detenciones por riñas u otro
motivo, experimentaron algún acto de corrupción.
En los trámites
ante el Ministerio Público o para abrir una empresa o los que se llevan a
cabo en juzgados y tribunales, también se encontraron mayores
prevalencias de corrupción con 23.7%, 22.3% y 21.8%, respectivamente.
Pero
donde los focos se encienden es al momento de que alguien quiere abrir
un negocio. Ahí los servidores públicos se despachan con la cuchara
grande.
En 2013, alrededor de nueve de cada cien personas que
realizaron este tipo de trámite fueron víctimas de corrupción, mientras
que en 2015 esta cifra aumentó a 22 de cada cien mexicanos. “Este
resultado es relevante para efectos regulatorios y para entender los
incentivos que tienen los inversionistas que desean tramitar permisos
para realizar alguna actividad económica”, señaló el Inegi.
Pero lo más alarmante del caso es que la mayoría de las víctimas de algún acto de corrupción no denuncia.
En
2015, el 93.3% del total de víctimas de corrupción no denunciaron ante
alguna autoridad competente como la Contraloría, el Ministerio Público o
en el buzón de la dependencia involucrada.
Entre los motivos más
comunes para no realizar la denuncia destacan: la víctima consideró que
no se le dará seguimiento (33.3%), 19.0% opinó que es una pérdida de
tiempo y 14.5% no denunció por estimar que la corrupción es una práctica
común.
También se deben tomar en cuenta otros factores que
pudieran explicar la no denuncia, como las normas sociales, el contexto
en que el delito sucede, la falta de claridad de los mecanismos para
denunciar y la desconfianza de la víctima en las autoridades.
En
este contexto, los gobiernos estatales avanzan a paso lento. Para 2014,
20 de las 32 administraciones públicas estatales (APE) reportaron que
contaban con un Plan o Programa Anticorrupción, sólo siete indicaron que
dicho programa se encontraba en proceso de integración y cinco
señalaron que no contaban con uno solo.
Chiapas, Hidalgo, Puebla,
Tlaxcala, Yucatán, Zacatecas y la Ciudad de México, que sí cuentan con
un Plan Anticorrupción, alcanzaron en su totalidad las metas y objetivos
que se establecieron para 2014. El resto de las entidades que también
tuvieron un Plan o programa Anticorrupción reportaron un avance de más
de 50% en el cumplimiento de sus metas u objetivos.
A escala
nacional, 2.5% del total de instituciones que componen la APE realizaron
funciones para combatir la corrupción en ese año. Asimismo, 0.4% de
todo el personal ocupado estuvo dedicado a dichas funciones.
Además
de las instituciones y personal destinado a erradicar los actos de
corrupción, las auditorías gubernamentales se efectúan para evaluar si
las acciones realizadas por los sujetos a revisión se realizaron con
base en la normatividad vigente y, en algunos casos, detectar actos de
corrupción.
Durante 2014, Coahuila fue la entidad más auditada con dos mil 171 casos, seguida del Estado de México, con mil 867 auditorías.
A nivel federal, hasta el 27 de mayo de 2015 se publicó la reforma
constitucional que creó el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) como
instancia de coordinación entre autoridades de todos los órdenes del
gobierno.
La meta es que el SNA sea presidido por los ciudadanos y
sirva a los ciudadanos. Se trata de crear instituciones fuertes y
autónomas para prevenir y castigar la corrupción, eliminar los trámites
innecesarios y hacer que las contrataciones y obras públicas se realicen
con total transparencia.
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