Por Neeta Lal
El colectivo femenino Brigada Roja enseña técnicas de defensa personal a mujeres y persigue a los responsables de agresiones sexuales. Crédito: Neeta Lal/IPS |
El grupo, llamado “policías mitras” (amigos de la policía), está formado por granjeros, trabajadoras del hogar y exmilitares.
Por
otra parte, los jefes de policía crearon su propia versión de los
“Ángeles de Charlie”, un escuadrón de mujeres entrenadas para combatir
la delincuencia, agentes con kimonos blancos que saben lanzar patadas y
persiguen a los predadores sexuales en todo el país.
"Llevo gas pimienta y un cuchillo cuando vuelvo tarde de la oficina”: Shashibala Mehra.
El
grupo de 40 mujeres bien entrenadas en artes marciales vigila lugares
“vulnerables” de la ciudad, como las escuelas y las estaciones de tren
subterráneo.
India, uno de los peores países en materia de
seguridad de la población femenina, incorporó una serie de iniciativas
innovadoras para preservar a las mujeres de los delitos sexuales. Pero
irónicamente, a pesar de leyes más duras y del fortalecimiento de
policía, la violencia aumenta.
Según un informe del Contralor y
Auditor General de India, delitos como violación, abuso sexual y acoso
se dispararon, aumentando 60 por ciento entre el período 2010-2011 y
entre 2014-2015.
Un informe de la Oficina Nacional de Registro de
Delitos concluyó que hubo 337.992 denuncias de violencia, violación,
crueldad y secuestro, contra las mujeres en 2014, nueve por ciento más
que el año anterior.
Las denuncias de violación también aumentaron
nueve por ciento, registrándose 33.707 ese mismo año, el último del que
se dispongan datos.
Un estudio de la organización ActionAid
concluyó que 79 por ciento de las mujeres indias han sufrido acoso o
violencia en espacios públicos.
El aumento de ataques contra las
mujeres disparó numerosos proyectos voluntarios, como la iniciativa
Blank Noise, cuya campaña #WalkAlone (camina sola) llamó a las mujeres a
romper el silencio y caminar solas para luchar contra el miedo al acoso
callejero.
Otra
campaña pidió a las mujeres que enviaran la vestimenta que llevaban
cuando sufrieron acoso, la que se usó para montar una instalación
pública.
En 2003, la organización convocó a acosadores, víctimas,
espectadores y transeúntes, llamados “Héroes de Acción”, una red de
voluntarios de todas las edades, géneros y orientación sexual a difundir
el mensaje contra el acoso sexual en espacios públicas. También dicta
cursos para ayudar a las mujeres a crear espacios seguros.
El
parlamento aprobó leyes más duras contra la violación, la trata de
personas, los ataques con ácido y el acoso, pero esto tampoco se tradujo
en una disminución de los delitos. Algunas activistas analizan que eso
se debe a que las movilizaciones generaron un contraataque de los
violentos.
“Hay mucha cobertura mediática, marchas con velas y
miedo en las redes sociales si las mujeres se indignan, pero en realidad
no cambió nada”, observó Pratibha Malik, de la organización Aashrita.
“La
presencia misma de las mujeres en espacio no tradicionales, como
oficinas, bares, restaurantes, entre otros, en una sociedad patriarcal
como la de India es responsable de la respuesta violenta”, opinó.
El
disparador para reforzar la legislación y la acción policial fue la
violencia de una estudiante de medicina de 23 años en diciembre de 2012
en un autobús en movimiento cuando regresaba del cine con un amigo.
Un
grupo de varones, entre los que incluso había uno de 14 años, atacaron a
la pareja. La mujer fue varias veces violadas y su amigo, golpeado con
una barra de hierro. Ella murió poco tiempo después y todo el episodio,
que ocupó los titulares de los diarios de todo el mundo, motivó
protestas masivas reclamando medidas contra la violencia.
Al
tiempo, se creó el Comité de Justicia Verma, en cuyo informe mencionó
“la gobernanza deficiente no crea un ambiente seguro y digno para las
mujeres de India, constantemente expuestas a la violencia sexual”.
Los
tres agresores del sonado caso de 2012 fueron condenados a muerte.
Además, se aprobó una ley ampliando la definición de delitos sexuales
para incluir la penetración forzada mediante cualquier objeto, el acoso,
la violencia con ácido e, incluso, contra desvestir a las mujeres.
Pero
ellas todavía no se sienten seguras, pues consideran que todavía acecha
el peligro, en especial en las grandes ciudades, donde salir de noche
aún se considera una “aventura”.
“No me siento para nada segura en
espacios públicos ni en el transporte público. Sé que nadie va a salir a
defenderme si estoy en problemas”, confesó la cocinera Rekha Kumari, de
30 años.
“Llevo gas pimienta y un cuchillo cuando vuelvo tarde de
la oficina”, coincidió Shashibala Mehra, una contadora de 52 años. “En
los 40 minutos que tengo de regreso a casa, hablo por teléfono con mi
esposo para que sepa si tengo algún problema”, acotó.
Laxmi
Aggarwal, quien sufrió un ataque con ácido y se dedicó a luchar para
prohibir la venta de esa sustancia en este país, señaló que el gobierno
no ha hecho mucho al respecto. “Jovencitas vulnerables sufren ataques en
distintas zonas rurales de India”, apuntó.
La joven de 27 años
trabaja con la organización Stop Acid Attacks para ayudar a otras
víctimas como ella y defender sus derechos en la justicia.
Además
de comparar armas y gas pimientas, muchas mujeres recurren a
aplicaciones de seguridad, toman clases de defensa personal y se unen a
grupos de autoayuda.
El colectivo femenino Brigada Roja, por
ejemplo, ofrece a mujeres y niñas técnicas de autodefensa y persigue a
los hombres que cometieron una agresión sexual.
“Tratamos de que
el hombre errado entre en razón hablando con él y sus padres. Si no
escucha, vamos a la policía”, detalló Usha Vishwakarma. “Si sigue
obstinado, pasamos a la acción”, puntualizó.
Una parte importante
del apoyo de la Brigada Roja es ayudar a las víctimas a sacarse el
sentimiento de culpa de que son responsables de la violencia sufrida.
Traducido por Verónica Firme
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