La Jornada
En una semana estallarán
las huelgas en diversas empresas llanteras y productoras de hule del
país sujetas al Contrato Ley del Hule. La causa directa deriva del
intento empresarial de cancelar este contrato colectivo vigente en el
sector. Sin embargo, existen otros motivos que son consecuencia de la
irracionalidad que opera en el entorno del contrato y de la
irresponsabilidad del gobierno por su incapacidad para hacer cumplir la
ley y promover una negociación colectiva sustentable, que concilie los
derechos de los trabajadores, la viabilidad de las empresas y el
beneficio de los consumidores.
El contrato ley, por definición, es un convenio que se celebra entre
sindicatos y patrones para fijar las condiciones bajo las cuales debe
prestarse el trabajo en una rama de industria. Esta figura data de los
años 30 y tiene carácter obligatorio; en consecuencia, quienes
desempeñan esa actividad deben sujetarse a tales reglas. La intención es
evitar una competencia desleal entre empresarios en relación al valor
de la fuerza de trabajo.
La negociación por rama de industria y cadena productiva ha sido muy
importante en la experiencia internacional, en aras de lograr modelos
laborales sustentables. Ejemplo de ello son los países europeos, donde
se ha logrado conciliar el uso racional de los recursos humanos y
técnicos con la distribución de beneficios.
En México existen siete contratos ley: el azucarero, radio y
televisión, hulero y cuatro de la industria textil. Se afirma que en la
actualidad los contratos ley están en crisis. La explicación en todo
caso tiene un origen diverso; sin embargo, el argumento común es echarle
la culpa a los trabajadores, como si sólo ellos hubieran diseñado las
normas de trabajo.
Una primera causa de dicha crisis se origina en la política de
apertura comercial indiscriminada que fomentó el gobierno federal hace
tres décadas. En la industria hulera redujo los aranceles de 30 a un
cero por ciento. Empezaron a llegar llantas de Europa del este sin
cumplir con las normas nacionales. Por otro lado, desde China arribaron
neumáticos a 17 dólares, a pesar de que con ese país no existe acuerdo
de libre comercio, como con Europa y Estados Unidos. En este último, las
mismas llantas se vendían a 30 dólares. La política dañó durante algún
periodo a las empresas, y de ahí se inició su discurso contra el
contrato ley; sin embargo, pronto se recuperaron. Hoy se venden 29
millones de llantas y se exportan 13 millones; se anuncian ampliaciones y
nuevas plantas: Goodyear vuelve a abrir en San Luis Potosí, Michelin y
Pirelli en Querétaro y Guanajuato, y ambas planean nuevas instalaciones
en León y Silao, Guanajuato.
Una de las claves de este progreso está precisamente en el renglón tecnológico, no en la precariedad laboral.
Una segunda causa de la crisis de los contratos ley ha sido la
complicidad estatal, que ha permitido y alentado el incumplimiento de
la ley, el abatimiento de las condiciones de trabajo y la protección de
líderes gremiales esencialmente preocupados por su negocio personal, no
por el bienestar de los trabajadores y menos por el desarrollo de la
industria. En lugar de exigir el cumplimiento de la ley, y al mismo
tiempo favorecer una negociación profesional para modernizar los
contratos ley, el gobierno ha favorecido una política de mano de obra
barata y controlada, para así, supuestamente, lograr más inversión e
incentivar la exportación.
En la industria hulera, de manera creciente, las empresas se han
rebelado contra la ley y han optado por agenciarse sindicatos a modo,
para celebrar con ellos
contratos colectivos singulares, con los cuales fijan condiciones laborales sensiblemente inferiores al Contrato Ley. Acuden a toda clase de argucias, como depositar el contrato ante autoridades no competentes u ocultar el ramo de actividad; Michelin por ejemplo, no aparece como llantera, sino como
Autopartes de Querétaro.
Las empresas que se rigen por el Contrato Ley reclaman al gobierno
una competencia desleal y ahora anuncian , que si las otras empresas
violan la ley, ellas también lo harán; en ese contexto se genera el
conflicto actual de huelga.
El gobierno, además de someter a las empresas al cumplimiento de la
ley, debe favorecer un diálogo que atienda los temas que las partes se
reclaman recíprocamente y así lograr la modernización integral del
Contrato Ley; por ejemplo, distinguir el sector llantero de las plantas
que producen otros artículos de hule, revisar el escalafón y la
estructura de las jornadas. Todo ello debe discutirse en un entorno de
negociación transparente y responsable.
Para transitar hacia una negociación colectiva profesional se
requiere también que los ejecutivos de las empresas tengan la
sensibilidad para convertirse en factor positivo, haciendo a un lado sus
guerras personales. Es conocido el caso de la empresa Bridgestone
Firestone, en Monterrey, en la que un gerente ha acosado injustamente al
dirigente sindical Antonio García, hoy presidente de la Coalición
Hulera, provocando una división entre esa planta y la mayoritaria en
Cuernavaca.
Los sindicatos democráticos y honestos suelen ser un elemento
favorable a esta negociación deseable. Así lo han demostrado los
dirigentes de las llanteras Tornel y Continental, quienes no sólo
defienden los intereses de sus representados sino también al
fortalecimiento y desarrollo de las empresas.
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