Por
Pablo Gómez
CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- Los asesinatos contra periodistas y líderes de
derechos humanos, hombres y mujeres, que se han cometido con tanta
frecuencia en los últimos años, siguen por lo regular en la impunidad,
quizá por encima del 90%. Pero las autoridades tampoco explican el
posible móvil concreto de cada acción homicida ni a quiénes en
específico está buscando.
La sociedad tiene derecho a la justicia,
pero también al conocimiento de los motivos de tan resonantes crímenes.
Sin embargo, el gobierno no se preocupa por la ausencia de información,
ya que de por sí adolece de un grave problema de incomunicación con la
ciudadanía.
Habría que tomar en cuenta que, por lo regular, los
homicidas no entregan boletines de prensa, pero las autoridades
policiales y el Ministerio Público cuentan con aparatos de inteligencia y
conocen a las bandas del crimen organizado, lo que les debería también
permitir hacer seguimientos precisos de lo que se publica o se declara
acerca de aquellas mafias, lo cual es parte de los motivos criminales.
El
gobierno nunca se ha preocupado por aportar datos informativos que
sirvan para entender las causas precisas de esos asesinatos, tanto
porque no se le exige que los brinde, como porque tiene ciertas excusas
legales de las cuales colgarse para mantener su silencio. O quizá,
porque, dentro de sus deficiencias, los oficiales policiales y los
agentes ministeriales están tan perplejos ante el crimen organizado como
el resto de la sociedad. El nuevo procurador general ha dicho que van a
revisar expedientes, es decir, reconoce que está perdido. ¿Acaso esto
se escucha en cualquier otro país?
La cuestión es aún más grave en
tanto que los gobernantes tampoco se sienten obligados a explicar a la
sociedad el porqué de tanta impunidad. Los recientes discursos en
reunión de Enrique Peña Nieto, su gabinete y los gobernadores no han
brindado al respecto nada nuevo. Se han juntado para que la ciudadanía
observe a los políticos más poderosos del país preocupados de los más
recientes asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos,
pero sólo ha sido publicidad. Se ha anunciado que ahora sí se hará lo
que hace años se prometió. Se dice que la Federación apoyará a las
procuradurías locales para que averigüen asesinatos cometidos por bandas
que se dedican a cometer delitos federales. Se promete que ya se van a
coordinar los “tres órdenes de gobierno”, lo que no podrá ser posible
mientras se encuentren infiltrados por los delincuentes.
Nada hubo
de autocrítica concreta, específica, capaz de cambiar en algo la
terrible situación. En tanto los gobernantes no se vean obligados a
explicar la impunidad, no habrá cambios positivos en este tema. No lo
hacen porque ello les llevaría a hablar de sí mismos pero en términos
críticos y no con lamentos, mentiras o vanas promesas. Los reporteros
han gritado contra los discursos porque quieren acciones efectivas.
La
crisis de violencia ha golpeado desde un principio a defensores de
derechos humanos y comunicadores profesionales. Pero las autoridades no
nos han explicado si se trata de venganzas de actos concretos. También a
este respecto, la falta de certezas de policías y fiscales se ha
traducido en desinformación social. El gobernador de Chihuahua, Javier
Corral, afirma que los asesinos de Miroslava Breach están identificados;
si eso es verdad, entonces que lo publique para que la policía, si
acaso, pueda ayudar a aprehenderlos.
Algo parecido ocurre con el
homicidio de Javier Valdez, que en principio está siendo investigado
como un asalto a mano armada, mientras el gobernador de Sinaloa, Quirino
Ordaz, dice que él no sabe nada acerca de la delincuencia organizada y
sólo “escucha leyendas que se han creado”. Con esos métodos, los cuales
nunca se discuten, la impunidad seguirá como una constante de la crisis
que azota al país.
Mucha gente ya ha pasado de la preocupación a
la indignación y el enojo. No parece haber gobierno mientras las
autoridades de distintos niveles callan sobre los hechos concretos,
hacen discursos vagos y se culpan entre ellas. Va siendo tiempo de
exigir que se nos informe sobre los posibles móviles e identidades de
los presuntos asesinos, así como de los elementos que pudieran haber
motivado una venganza en contra de los periodistas y los defensores de
derechos (hombres y mujeres) que han sido asesinados en estos largos
años de desgarradora violencia sobre México.
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