Iván Restrepo
En un informe publicado
hace cinco años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que
la obesidad era una enfermedad no contagiosa que padecía la mitad de la
población de los 34 países industrializados y emergentes que conforman
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En informes posteriores de instituciones que también miden las
condiciones de salud de la población, se citan las causas de la
obesidad: comer más de lo debido e ingerir alimentos que por su
composición afectan a quienes los consumen; poca actividad física, vida
casi sedentaria debido a la tecnología moderna, en especial la
electrónica, que brinda entretenimiento a los niños, jóvenes y personas
mayores.
El bienestar mal entendido, lo llaman los especialistas, que
contrasta con la falta de alimento y calidad de vida de millones de
familias.
Este año suman casi mil 600 millones los adultos con sobrepeso en el
mundo. El país con mayor número y graves problemas de salud por esa
causa es Estados Unidos: una de cada seis personas.
Las autoridades no hicieron lo debido para evitarlo con una política
social y educativa de gran alcance. Como fruto, creció el número de
diabéticos y las afecciones relacionadas con la tensión arterial y el
corazón, el cáncer y otras enfermedades. El presidente Barack Obama la
calificó como
la crisis de salud más seriade esa nación. Para atacarla, su esposa Michelle puso en marcha una campaña contra la obesidad infantil, principalmente dirigida a las guarderías, con normas básicas para mejorar la salud y los hábitos de vida y alimentación de los más pequeños, pues uno de cada tres niños tenía problemas de sobrepeso. El señor Donald Trump eliminó la campaña.
En México la obesidad y la diabetes son dos graves problemas de salud
pública. La primera es la enfermedad con mayor crecimiento; y la
segunda la principal causa de mortalidad en edad productiva.El Instituto
Mexicano para la Competitividad estima que atacar ambos males consume
casi las tres cuartas partes del gasto gubernamental en salud. El
crecimiento que esas dos enfermedades registra el último medio siglo va
ligado a la demanda incesante de los alimentos procesados y la comida
rápida ( fast food), que contienen más azúcar, grasas saturadas
y sodio. En contraste, menos fibra, minerales y vitaminas. Pero son más
accesibles en precio y disponibilidad que las comidas recién preparadas
y saludables.
Existe una Estrategia Nacional para la Prevención y Control del
Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, destinada a establecer hábitos de
consumo más saludables e incrementar la actividad física de la
población. Sin embargo, hoy ocupamos el primer lugar mundial en obesidad
infantil y el segundo en adultos. Poco más de 20 por ciento de los
niños entre cinco y 11 años tienen obesidad; y sobrepeso uno de cada
tres adolescentes.
Atender las enfermedades causadas por obesidad y sobrepeso
(cardiovasculares, cerebro-vasculares, hipertensión, algunos cánceres y
diabetes mellitus tipo 2) consume cada vez más el gasto del sector
salud. En paralelo, la pérdida de productividad por muerte prematura
atribuible a ambos males se cuadruplicó este siglo.
Somos uno de los países con una extraordinaria oferta y diversidad de
productos alimentarios. Pero la modernidad mal entendida hizo que las
dietas tradicionales las remplacen las que imponen las corporaciones
trasnacionales y sus socios locales a bajos precios y en grandes
cantidades. Pertenecemos ya a un escenario obesogénico globalizado en el
que la peor parte la llevan las naciones en desarrollo. Bien cabe
preguntar lo que el actual gobierno y los legisladores hacen para
reducir los efectos negativos de la obesidad y la diabetes, para evitar
el consumo de comida de mala calidad y el sedentarismo.
Hoy La Jornada publica un suplemento especial sobre
Francisco Toledo. Hoy quiero rendirle homenaje a Trine, su compañera
durante décadas. Discreta, espléndida tejedora, solidaria con el trabajo
delartista y mecenas, supo llevar la relación con inteligencia y ajena a
cualquier protagonismo. Gracias, Trine, por llegar de lejanas tierras y
hacer feliz a Francisco. Que es también hacernos felices a sus amigos.
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