La mano de Trump
Ofrece
ayudaguerrera
Intervenir, desestabilizar
A Hermosillo, gabinete de seguridad
En la intrincada escena
mexicana apareció la mano de Donald Trump. Formalmente es una mano
generosa, benevolente. Comparte preocupaciones. Ofrece ayuda. Propone
emprender una guerra de las dos naciones contra los cárteles
del crimen organizado. Guerra a desarrollarse en México, desde luego:
contra la delincuencia de acá (también la política) que, para sus
trasiegos de drogas y armas, cuenta con la innombrada complicidad de la
de allá. Hágase la voluntad de una nueva guerra contra el narcotráfico
en los terrenos de mi vecino.
El punto de arranque de esta nueva acometida trumpiana ha sido el
bestial asesinato de miembros de la familia LeBarón. Reprobable en
absoluto, pero parecido a otros crímenes bárbaros que se han cometido en
nuestro atosigado país. La principal diferencia está en la nacionalidad
o doble nacionalidad de los afectados en los linderos de Chihuahua y
Sonora: Trump asume la defensa de sus connacionales y, desde ahí, lanza
una crítica, disfrazada de sana preocupación, por lo que pasa en México.
Y entrega la manzana envenenada de la cooperación
de buena fe, como si el comportamiento del poder gringo ante otras naciones se rigiera por un código caritativo, desinteresado, de auxilio verdadero. Como si la historia de las relaciones entre México y Estados Unidos permitiera algo más que la muy elemental cortesía de no decir abiertamente que no.
El presidente de México ha dicho que agradece el interés del político
naranja en meter sus militares narices acá, pero ha sostenido la
postura de que las broncas internas, por rudas que sean, deben ser
resueltas por los propios habitantes de la casa y no por los poderes
contiguos. De cualquier manera, señaló Andrés Manuel López Obrador, se
revisarán tratados y acuerdos internacionales por si hubiera alguna
forma de cooperación que pudiera practicarse. Políticos de Estados
Unidos y México, por lo pronto, expresan en diversos matices y desde
diversas trincheras partidistas (incluyendo a relevantes personajes de
Morena, como Ricardo Monreal) la posibilidad de analizar sin
dogmatismoy con buen ánimo las propuestas de Donald Trump.
La enfática pretensión trumpista de entrar con armas al escenario
mexicano tiene como sospechosista contexto la acelerada implicación de
fuerzas militares en hechos y declaraciones que generan apetito
injerencista: a la mitad del pasado mes fueron asesinados 13 policías en
Aguililla, Michoacán y luego, como si fuera un libreto de venganzas
planeadas, 14 civiles cayeron ante el Ejército que sólo sufrió una baja
(en el retorno de esas fuerzas federales a los índices de letalidad tan
sugerentes). De ahí, al aún no esclarecido
tropiezo tácticoen Culiacán a la hora de pretender la aprehensión de uno de los hijos de El Chapo. Hasta llegar a las declaraciones provocadoras del general en retiro Carlos Gaytán, la colocación en la mesa de la discusión pública de un concepto de delicado manejo, el de un
golpe de Estado, y la tragedia de los LeBarón.
El asomo de Trump no es ni puede ser inocente. Aprovecha las
circunstancias, agranda sus banderas electorales y estimula la actividad
de la ineficaz oposición interna al obradorismo, a la vez que insiste
en la simulación de la
amistady buena relación con el gobierno mexicano. En el fondo, el lance del presidente gringo es una forma de descalificación de lo hecho hasta ahora por la administración andresina en materia de seguridad pública y combate al crimen organizado. Los tuits
amistososdel multimillonario en busca de relegirse son una forma de intervenir y desestabilizar, en un escenario mexicano de creciente complicación.
Astillas
Hoy sesiona en Hermosillo el gabinete de seguridad del
gobierno federal, para atender el caso del asesinato de miembros de la
familia LeBarón en tierras sonorenses. El secretario federal de
seguridad, Alfonso Durazo Montaño, es nativo de esta entidad Y, mientras
el senador republicano Lindsey Graham ha dicho que prefiere visitar
Siria que México, ¡hasta mañana!
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