No se trata de un acto de fe,
sino de medición, y ésta documenta que la economía permanece estancada,
con números decrecientes y sin visos cercanos de reactivación, por mucho
que el presidente López Obrador diga que,
de acuerdo con mis datos, vamos muy bienen dicha materia.
Si se atiende lo dicho por el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León,
la actividad económica en el país se encuentra en fase de estancamiento; de acuerdo con la información estadística del Inegi,
la economía mexicana se contrajo 0.4 por ciento en el tercer trimestre de este año, en comparación con el nivel que registró en el mismo periodo de 2018, y
fue el primer resultado negativo a tasa anual desde la crisis financiera mundial de 2009( La Jornada, Dora Villanueva); y, finalmente, si se hace caso a la lectura presidencial,
no hay técnicamente recesión, y esto no les gusta a los técnicos, pero son sus mismos parámetros.
Aun así, hay puntos de coincidencia: Díaz de León niega que
la desaceleración se refleje en la capacidad de pagos de hogares y la morosidad, pues se ha originado por la debilidad por el lado de inversión, mientras que por el lado del consumo ha sido en menor medida; uno de los soportes del consumo se explica por las revisiones salariales contractuales del año, cuyo comportamiento ha sido favorable, mientras que las remesas han tenido un nivel creciente, y esos elementos contribuyen a que la capacidad de pago de los hogares se mantenga en buenas condiciones.
Por el lado de Andrés Manuel:
Habría que ver todos los indicadores, no sólo el de crecimiento. No hay recesión y se están creando empleos, el salario ha aumentado como nunca, la economía popular anda bien, se refleja en el incremento al consumo, tanto en tiendas departamentales como en el comercio al menudeo, con cifras; el peso se ha revaluado, y no es por presumir, pero es la segunda moneda en el mundo que más se ha fortalecido con relación al dólar; no han aumentado los precios de las gasolinas, del diésel, del gas, de la luz; están llegando apoyos a los pobres como nunca. Y si hablamos de crecimiento, nada más les puedo recordar que con Calderón la economía en 2009, creo, cayó cinco por ciento; y con Zedillo, en el primer año, siete por ciento. Entonces, vamos bien. Si el crecimiento económico es escaso en este momento, se debe a que
estamos poniendo orden.
Sin embargo, tales puntos de coincidencia, o de proximidad si se
prefiere, no convencen a los especialistas en economía del sector
privado regularmente consultados y encuestados por el Banco de México
(42 grupos nacionales y extranjeros de análisis y consultoría), pues su
más reciente lectura sobre la situación económica nacional los ha
llevado, una vez más, a recortar su pronóstico sobre la perspectiva de
crecimiento del país.
Así, al cierre de octubre recortaron su pronóstico de crecimiento
tanto para 2019 (de 0.43 a 0.26 por ciento) como para 2020 (de 1.35 a
1.21 por ciento), aunque hicieron lo propio en materia inflacionaria (la
reducen de 3.08 a 2.96 por ciento en 2019 y de 3.49 a 3.43 por ciento
en 2020) y en lo que respecta al tipo de cambio peso-dólar (de 19.88 a
19.72 al cierre del presente año, y de 20.36 a 20.17 para diciembre de
2020). Además, de acuerdo con el Banco de México,
al igual que en el mes previo, en octubre la totalidad de los analistas consultados piensan que actualmente la economía no está mejor que hace un año.
Sobre los factores que, a su juicio,
podrían obstaculizar el crecimiento de la actividad económica en México, los analistas consultados consideraron que, al cierre de octubre, los principales serían la debilidad del mercado externo y la economía mundial, la incertidumbre sobre las situaciones económica y política interna, la política de gasto público, los problemas de inseguridad pública, otros problemas de falta de estado de derecho, impunidad y corrupción.
Las rebanadas del pastel
Pero más allá de las interpretaciones, sensibilidades o
actos de fe, lo cierto es que la economía mexicana no pasa por su mejor
momento.
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