Presentación del informe “Rompiendo Moldes –
Argentina”, realizado por un equipo de investigación de LatFem,
Periodismo Feminista, y Oxfam Argentina. Los resultados apuntan a la
supervivencia de mitos, normas y criterios sexistas que alimentan entre
jóvenes un imaginario patriarcal
Madrid, 08 jul. 20. AmecoPress/SEMlac.- Transformar
imaginarios y conductas que apuntalan al machismo no es tarea sencilla.
Aunque buena parte de los cambios en este sentido, hoy día, se deben a
las luchas y movilizaciones de los movimientos feministas y de mujeres,
todavía quedan muchos prejuicios que vencer en el camino de la
emancipación y la justicia para las mujeres, en todas sus variantes.
Así lo confirma la presentación del informe Rompiendo Moldes -
Argentina, realizado por un equipo de investigación de LatFem,
Periodismo Feminista, y Oxfam Argentina, y presentado mediante un panel virtual el pasado primero de julio.
Luego de 1.127 encuestas presenciales, 14 grupos focales con jóvenes
entre 15 y 25 años y 25 entrevistas a profundidad con especialistas y
periodistas en varias regiones del país, los resultados apuntan a la
supervivencia de mitos, normas y criterios sexistas que alimentan entre
jóvenes un imaginario patriarcal.
Perviven focos machistas
Cuando se habla de violencia hacia las mujeres, pareciera haber mucha
claridad y rechazo, advirtió Mariana Paterlini, una de las
investigadoras. Pero esos criterios varían cuando se cambia el foco de
la pregunta hacia lo que hacen sus amistades.
Así, por ejemplo, más del 90 por ciento de muchachas y varones
expresaron su desacuerdo con ver normal que las mujeres aguanten
violencia o que un hombre tenga derecho a corregir y disciplinar el
comportamiento de las mujeres.
Sin embargo, 28 por ciento reconoce que la mayoría de sus amistades
son partidarias de no meterse en peleas de parejas y alrededor del 70
por ciento expresa que muchos de sus amigos varones todavía revisan el
celular de su pareja.
Otra expresión polémica de violencia, el piropo callejero, despierta
diversas interpretaciones: si bien más del 90 por ciento de la muestra
lo rechaza, 55 por ciento de los varones y 40 por ciento de las mujeres
creen que sus amigos y amigas todavía aceptan esta práctica, "lo que
denota frecuencia en su uso entre jóvenes", acotó Paterlini.
Por ese camino de mitos y leyendas, 21 por ciento de los varones de
15 a 19 años consultados siguen creyendo que los celos son una prueba de
amor.
En materia de libertad sexual, las mujeres salen poco beneficiadas,
según las ideas de las y los jóvenes entrevistados: 55 por ciento de los
varones y 47 de las muchachas creen que para sus amistades es aceptable
que los hombres tengan relaciones sexuales con distintas personas,
frecuentemente. Porcentajes que caen a 37 y 31 por ciento,
respectivamente, si son ellas quienes protagonizan esos lances.
A modo de resumen, 78 por ciento del total de la muestra cree que los varones tienen mayor deseo sexual que las mujeres.
En cuanto a la libertad reproductiva, emergen polarizaciones y datos
contrastantes, apuntó Paterlini y citó como ejemplo que casi la mitad
(45 %) de la muestra sostiene que algunas de sus amigas apoyan la idea
de que todas las mujeres deberían ser madres, en tanto 75 por ciento
dice estar de acuerdo con que aborten en caso de embarazos no deseados.
Para Santiago Nabaes, otro de los autores del estudio, alarma también
el predominio en el pensamiento juvenil de que no existe una
desigualdad de género considerable entre hombre y mujeres.
"El efecto de este imaginario es la subestimación e invisibilización
de las desigualdad existentes y su naturalización", comentó Nabaes.
Que los varones provean el hogar y las mujeres se encarguen del
cuidado familiar encontró aceptación en 28 por ciento de los varones y
15 por ciento de las muchachas entre 15 y 19 años.
Respecto a la aceptación de la diversidad, la práctica y expresión
públicas de mujeres lesbianas y trans, también emergieron posturas
contrapuestas entre la aceptación personal y la práctica de terceras
personas.
Si bien más del 90 por ciento de las y los jóvenes entrevistados dice
estar de acuerdo con que las personas asuman la identidad de género que
deseen, a la vez 70 por ciento estima que la mayoría de sus amistades
no está de acuerdo con eso.
La investigación identificó como imaginario positivo que, gracias al
feminismo, se ha visibilizado la violencia de género y se están
produciendo transformaciones en las costumbres, lo que implica una mayor
libertad y respeto por los derechos de las mujeres.
Constató, igualmente, una tensión en ese punto: los varones perciben o
expresan más cambios a favor de las mujeres que ellas mismas.
"Creemos que hay una suerte de reacción, porque los cambios operados
han implicado una pérdida de privilegios y un señalamiento a ellos como
responsables, lo que hace que los varones sean mucho más sensibles a
veces a expresar estas trasformaciones", sostuvo Nabaes.
El estudio revela, además, la tendencia positiva a identificar la
violencia como problema grave, ante el cual deben actuar las
autoridades. "Por un lado, los y las jóvenes apuestan tanto por el
aumento de castigos como a la educación y la prevención, sin entender
que estas estrategias son contradictorias y excluyentes; es decir, hay
una carencia de problematización", comentó Nabaes.
Del mito a la realidad
Esos y otros imaginarios sexistas constatados por el estudio y que
pautan no pocos comportamientos en la vida diaria, se traducen en crudas
realidades para las mujeres.
"América Latina y el Caribe es la segunda región más letal para las
mujeres después de África", precisó Damaris Ruiz, coordinadora de
Derechos de las Mujeres de Oxfam en Latinoamérica y el Caribe.
Ruiz citó otros datos: en 2018 Naciones Unidas reportó para la región
un femicidio o feminicidio cada dos horas y media, en tanto, el
Observatorio de igualdad de género de la Cepal precisa que al menos
10.124 mujeres fueron asesinadas por razones de género en los últimos
tres años.
"Esta pandemia, que genera tan poca atención y pocos compromisos se
exacerba ante algunas situaciones como las que estamos viviendo
actualmente como la covid-19", agregó.
Por ello insistió en la urgencia de cambiar los imaginarios y las
normas sociales como dimensión fundamental de la prevención de la
violencia machista, creer en el potencial transformador de las
juventudes y en el liderazgo de las organizaciones feministas para
producir esos cambios de forma profunda y sostenida.
Con estudios de este tipo apoyados por Oxfam en nueve países de la
región, también se identifican avances, en medio de grandes desafíos,
añadió Ruiz y expuso varios ejemplos.
Si bien 86 por ciento de jóvenes de 20 a 25 años de edad en la región
cree que nadie debería meterse en peleas de pareja, en Argentina esa
proporción baja significativamente.
Pero tampoco es un dato para conformarse, aseguró: si bien10 por
ciento de los varones lo sostiene, cuando se les pregunta por lo que
hacen sus amistades la proporción sube a 28 por ciento.
"Aunque sean datos bajos, siguen siendo preocupantes porque no se
trata de peleas privadas, sino de interés para toda la sociedad",
apuntó.
Semejante reflexión hizo respecto al aborto, "otra enorme deuda que
las sociedades y los Estados tienen con la mita de la población".
En la región, 68 por ciento de las mujeres y 76 por ciento de los
hombres de 15 a 19 años creen que es incorrecto que una mujer aborte; en
Argentina lo sostienen 39 por ciento de los varones y casi 24 por
ciento de las muchachas en esas edades.
Para Victoria Tesoriero, subsecretaria de asuntos políticos de la
nación e integrante de la campaña nacional por el aborto legal, seguro y
gratuito, es necesario seguir visibilizando los núcleos duros de
resistencias y desigualdades.
Destacó que en los últimos años los feminismos han impulsado un
cambio inédito en Argentina, como proceso de subversión y
cuestionamiento del orden patriarcal, pero queda trabajo por delante,
agregó, en referencia a los imaginarios vigentes sobre el control de los
cuerpos de las mujeres.
"Tenemos todavía un gran trabajo sobre nosotras mismas para correr el
velo del patriarcado y visibilizar y problematizar las discriminaciones
que vivimos", puntualizó.
Queda mucho por hacer, insistió también la funcionaria de Oxfam en
Latinoamérica y Caribe, región que cuenta con marcos jurídicos que
sancionan las violencias contra las mujeres, dijo, pero también carece
de suficientes esfuerzos para prevenirlas y acceder a la justica, en
medio de una alta impunidad e influencias de grupos conservadores y
tolerancia social frente al machismo que no están permitiendo los
avances tan urgentes y necesarios para esta región.
Los compromisos de los estados son fundamentales, agregó Ruiz, quien
insistió particularmente en las políticas educativas, de salud y
comunicación. "Donde existen leyes de educación sexual y reproductiva se
puede ver un cambio y donde no las tenemos, aparecen las peores
situaciones", señaló.
Foto: SemMéxico.
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