Ahora Cera interpreta a Scott Pilgrim, quien, según describe con más precisión el título en castellano, debe enfrentar no al mundo, sino a las siete ex parejas malvadas de la fría neoyorquina Ramona Flowers (Elizabeth Winstead), antes de ganarse su amor. Al mismo tiempo, la dulce preparatoriana Knives Chau (Ellen Wong) está enamorada de Pilgrim porque él le ha hecho creer que son novios.
En esencia es una variante de la historieta de Archi, quien persigue a la malcriada niña rica Verónica, mientras ignora a la bondadosa Betty (hasta hay un Torómbolo, representado por el amigo gay con quien cohabita el héroe). Pero como estamos en la segunda década del nuevo milenio, la acción se desarrolla en un mundo artificial, endeudado en proporciones iguales con el cómic manga, los videojuegos y el rock. Scott Pilgrim vs. Los ex de la chica de sus sueños está fielmente basado en la novela gráfica –así se le llama ahora a los cómics voluminosos–, de Bryan Lee O’Malley y su vertiginoso ritmo narrativo está sintonizado a la falta de concentración de la generación Ritalin.
El director británico Edgar Wright, autor de las parodias Shaun of the Dead y Hot Fuzz, parece haber ingerido una sobredosis de Red Bull para contar su lineal relato de la manera más abigarrada posible. Las imágenes aceleradas se suceden en cortes rápidos o paneos de latigazo, ayudadas por otros recursos gráficos como la pantalla dividida y letreros informativos. Incluso los efectos sonoros se describen con onomatopeyas, como en la teleserie de Batman, y las acciones van acompañadas de rayas de velocidad, corazoncitos, rayos y centellas, según el contenido. Uno tiene la sensación de estar haciendo un zapeo constante entre un musical de rock, un juego de video de maquinita, una aventura de artes marciales y una cinta anime.
Aunque uno ya no está en edad para disfrutar tanto exceso, Scott Pilgrim es un entretenido ejercicio para comprobar la propia capacidad de decodificar un lenguaje cifrado de referencias cruzadas a la cultura pop de varias épocas, gags absurdos y abundantes juegos de palabras en los diálogos (Por ejemplo, los otros integrantes de la banda del héroe se llaman Stephen Stills y Young Neil, ¿Lo captaron?)
De naturaleza episódica –cada rival en amores es de particular extravagancia– la película se comporta con la falta de disciplina de un adolescente que se la pasa horas y horas dándole a un videojuego, con tal de seguir ascendiendo niveles y acumular puntos.
Entre tanta ocurrencia, a Wright y su coguionista se les ha olvidado dotar a sus personajes del suficiente carácter para sostener la historia de amor. Ya sabemos, Cera es Cera, el mismo joven tímido y vulnerable de voz delgadita, cuya sinceridad emocional lo saca adelante. Pero Winstead no le otorga a Ramona otra cualidad que una distancia arrogante. No se merece a un novio tan buena onda como Scott. En tanto, los secundarios están ahí sólo para reforzar el humor de las situaciones con rasgos de caricatura. (La excepción es la progre descripción del amigo gay del protagonista. No es amanerado, ni habla con ceceo y parece ser el único en llevar una auténtica vida sexual.)
Scott Pilgrim vs. Los ex de la chica de sus sueños se ha estrenado aquí en pocas salas y casi sin publicidad. Cosa rara para un producto de amplio atractivo generacional, aunque casi exclusivo para menores de 30. Tal vez muchos jóvenes locales ni se han enterado de su existencia. Yo la recomendaría por Twitter si supiera cómo usarlo.
Scott Pilgrim vs. Los ex de la chica de sus sueños (Scott Pilgrim vs. the World) D: Edgar Wright/ G: Michael Bacall, Edgar Wright basado en las novellas gráficas de Bryan O’Malley/ F. en C: Hill Pope/ M: Nigel Goodrich; canciones varias/ Ed: Jonathan Amos, Paul Machiss/ Con: Michael Cera, Mary Elizabeth Winstead, Kieran Culin, Chris Evans, Anna Kendrick/ P: Marc Platt-Big Talk Films-Closed on Mondays para Universal. Estados Unidos-Gran Bretaña-Japón, 2010.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario