Espacio Civil | Emilio Alvarez Icaza
El siglo XXI tiende a ser el de las migraciones. Así quedó de manifiesto ayer que terminó en Puerto Vallarta el 4º Foro Mundial de Migración y Desarrollo (FMMD). Este espacio propició, como pocas veces, el encuentro de migrantes con representantes de: gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, instancias académicas y organismos internacionales. Representó un microcosmos de la complejidad y diversidad del planeta.
Quedó claro que mientras las cosas sigan como van, no disminuirán los flujos migratorios, por el contrario, se manifiesta una clara tendencia al alza en tanto sigan las crisis económicas y los desastres naturales (aunque cabe decirlo justo a la inversa: los desastres económicos y las crisis naturales), entre otros fenómenos.
Por eso se hizo patente la necesidad de cambiar el enfoque. Poner en el centro del fenómeno migratorio la perspectiva de derechos humanos y de entender que los migrantes son sujetos de derechos y agentes de desarrollo tanto en los países de origen como de destino. Así hay condición para entender y asumir que la migración es un derecho, como también lo es la decisión a no migrar. Justo por esto es que se llamó a evitar la migración forzosa, la que en realidad constituye una violación a los derechos humanos individual y colectiva. Quedó de manifiesto, que cada migrante que abandona su país constituye un pérdida para el mismo y ganancia para el de destino.
Como era de esperarse, lo que sucede a los migrantes centro y sudamericanos en México acaparó parte del interés central, en particular la masacre de 72 migrantes latinoamericanos ocurrida recientemente en Tamaulipas. Desatendiendo a los que sugerían que no se comentara la temática, el presidente Calderón la abordó y mandó un mensaje fuerte, que ahora toca garantizar en su cumplimiento. También hubo quienes pensaron que se dejó pasar la oportunidad de encabezar la indignación al no pedir claramente una disculpa por lo ocurrido.
A su vez, este FMMD dio lugar a innovaciones importantes como el “espacio común” para el diálogo entre sociedad civil, gobiernos y organismos internacionales. También fue la primera vez que un jefe de Estado se presentó a las Jornadas de la Sociedad Civil. Se espera que en Suiza, el próximo año, se mantengan estos avances y se den otros que aceleren el proceso.
Después de los testimonios y discusiones, quedó más que claro que se podrán construir muros, criminalizar la migración, enfrentar delincuentes (algunos portando uniforme), correr grandes riesgos, incluso hasta perder la vida y muchas amenazas más, pero las y los migrantes no dejarán de viajar en busca de una mejor condición de vida para ellos y los suyos, no se resignan a aceptar la pobreza, la precariedad y la injusticia como norma de vida. Parafraseando a Galileo: y sin embargo… se mueven…
Quedó claro que mientras las cosas sigan como van, no disminuirán los flujos migratorios, por el contrario, se manifiesta una clara tendencia al alza en tanto sigan las crisis económicas y los desastres naturales (aunque cabe decirlo justo a la inversa: los desastres económicos y las crisis naturales), entre otros fenómenos.
Por eso se hizo patente la necesidad de cambiar el enfoque. Poner en el centro del fenómeno migratorio la perspectiva de derechos humanos y de entender que los migrantes son sujetos de derechos y agentes de desarrollo tanto en los países de origen como de destino. Así hay condición para entender y asumir que la migración es un derecho, como también lo es la decisión a no migrar. Justo por esto es que se llamó a evitar la migración forzosa, la que en realidad constituye una violación a los derechos humanos individual y colectiva. Quedó de manifiesto, que cada migrante que abandona su país constituye un pérdida para el mismo y ganancia para el de destino.
Como era de esperarse, lo que sucede a los migrantes centro y sudamericanos en México acaparó parte del interés central, en particular la masacre de 72 migrantes latinoamericanos ocurrida recientemente en Tamaulipas. Desatendiendo a los que sugerían que no se comentara la temática, el presidente Calderón la abordó y mandó un mensaje fuerte, que ahora toca garantizar en su cumplimiento. También hubo quienes pensaron que se dejó pasar la oportunidad de encabezar la indignación al no pedir claramente una disculpa por lo ocurrido.
A su vez, este FMMD dio lugar a innovaciones importantes como el “espacio común” para el diálogo entre sociedad civil, gobiernos y organismos internacionales. También fue la primera vez que un jefe de Estado se presentó a las Jornadas de la Sociedad Civil. Se espera que en Suiza, el próximo año, se mantengan estos avances y se den otros que aceleren el proceso.
Después de los testimonios y discusiones, quedó más que claro que se podrán construir muros, criminalizar la migración, enfrentar delincuentes (algunos portando uniforme), correr grandes riesgos, incluso hasta perder la vida y muchas amenazas más, pero las y los migrantes no dejarán de viajar en busca de una mejor condición de vida para ellos y los suyos, no se resignan a aceptar la pobreza, la precariedad y la injusticia como norma de vida. Parafraseando a Galileo: y sin embargo… se mueven…
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