Manuel Fuentes
Son los policías de todos los niveles, militares y hasta marinos quienes realizan cateos ilegales en viviendas de quien les parece sospechoso; sin orden judicial y al amparo de la noche, encapuchados y fuertemente armados, rompen puertas y cristales de ventanas y someten a sus ocupantes. No hay castigo, actúan con total impunidad, se burlan de cualquier autoridad que los quiera castigar y los derechos ciudadanos no les importan.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en una Recomendación General a todas las autoridades el pasado 5 de agosto reporta que durante el periodo comprendido del mes de enero de 2006 al 31 de mayo de 2011 recibió la denuncia de 3,786 cateos ilegales cifra que representa en promedio 2 allanamientos diarios durante el sexenio calderonista. Sin embargo esa cifra creció a partir de 2008 ocurriendo en promedio 5 allanamientos ilegales cada 2 días.
Estas cifras son conservadoras considerando que menos de una tercera parte de la población se atreve a denunciar los allanamientos a sus viviendas. Muchos evitan presentar una queja o una denuncia en el ministerio público por miedo a represalias por parte de los policías encapuchados. Actúan como verdaderos delincuentes, con lenguaje amenazante y a gritos profieren insultos, mientras que buscan en todos lugares, rompen lo que encuentran a su paso y aprovechan el operativo para sustraer objetos de valor.
-¡Cuidado con alguna denuncia porque sabemos donde viven y cómo meternos a su casa! profieren los invasores de viviendas.
¿Cómo denunciar a los policías si se presentan encapuchados? No se sabe sus nombres o la característica de sus rostros. Los ministerios públicos cuando reciben las denuncias piden la media filiación de los policías. Parece que se burlan. ¿Cómo describir a los atacantes si están totalmente cubiertos?
¿Son policías federales, estatales, municipales o del Distrito Federal?, ¿son marinos, soldados o viles delincuentes? No se sabe, porque todos actúan de la misma forma.
Cuando llegan esos polizontes apuntan con sus armas y exigen no voltear a verlos y el temor del momento impide cualquier tipo de identificación hacía ellos.
-¡No se muevan porque se los carga la chingada! ¡al piso y con las manos extendidas!
La CNDH dice que son prácticas intolerables porque menoscaban los derechos de la población en general y debilita el limitado estado de derecho que tenemos.
El cateo ilegal, dice esta institución, trae consigo una cadena de violaciones múltiples a los derechos humanos porque se trasgrede el derecho a la inviolabilidad del domicilio, se ejerce violencia física, sicológica y emocional al ejecutar el cateo afectando de manera especial a los menores de edad y a los enfermos hipertensos; se incomunica a las personas y se realizan detenciones arbitrarias sin existir acusación alguna.
Con los cateos ilegales estos seudo policías atropellan derechos fundamentales previstos en la Constitución como el de la inviolabilidad del domicilio, a la intimidad o privacidad, a la integridad y seguridad personal, a la propiedad y por supuesto, a la legalidad y seguridad jurídica de las personas.
La CNDH durante el periodo de Felipe Calderón ha emitido 31 recomendaciones condenando los cateos ilegales y demandando el cese de estos, pero de nada han servido. Por el contrario el fenómeno se agrava y no hay manera de detener estas agresiones a la ciudadanía.
Al mismo tiempo las Comisiones de Derechos Humanos estatales incluida la del Distrito Federal, al condenar los cateos ilegales, son ignoradas y descalificadas por los gobiernos infractores.
Es por ello que algunos ciudadanos tienen que acudir a instancias internacionales ante la impunidad y cinismo gubernamental.
¿Cómo detener el estado de indefensión de la sociedad?. En ocasiones, de acuerdo a investigaciones de la CNDH, al allanar estos sujetos los domicilios alteran o fabrican pruebas en contra de los ciudadanos para presentarlos como delincuentes.
Esta práctica de los cateos ilegales carece de sanción efectiva en los códigos penales. Basta que los policías infractores argumenten “la flagrancia” o una “denuncia anónima” o el uso del “detector molecular GT200” (que por cierto ha sido un fracaso en otros países y ahora se trata de justificar su uso como un efectivo buscador de droga) para actuar con toda impunidad.
Las autoridades en lugar de terminar con estás acciones, las fomentan y justifican falazmente. Queda la denuncia y el reclamo colectivo ciudadano para terminar con estos atropellos de autoridades desesperadas en ofrecer resultados aunque sea a costa de la violación a los derechos humanos.
Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx Twitter: @Manuel_FuentesM
Son los policías de todos los niveles, militares y hasta marinos quienes realizan cateos ilegales en viviendas de quien les parece sospechoso; sin orden judicial y al amparo de la noche, encapuchados y fuertemente armados, rompen puertas y cristales de ventanas y someten a sus ocupantes. No hay castigo, actúan con total impunidad, se burlan de cualquier autoridad que los quiera castigar y los derechos ciudadanos no les importan.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en una Recomendación General a todas las autoridades el pasado 5 de agosto reporta que durante el periodo comprendido del mes de enero de 2006 al 31 de mayo de 2011 recibió la denuncia de 3,786 cateos ilegales cifra que representa en promedio 2 allanamientos diarios durante el sexenio calderonista. Sin embargo esa cifra creció a partir de 2008 ocurriendo en promedio 5 allanamientos ilegales cada 2 días.
Estas cifras son conservadoras considerando que menos de una tercera parte de la población se atreve a denunciar los allanamientos a sus viviendas. Muchos evitan presentar una queja o una denuncia en el ministerio público por miedo a represalias por parte de los policías encapuchados. Actúan como verdaderos delincuentes, con lenguaje amenazante y a gritos profieren insultos, mientras que buscan en todos lugares, rompen lo que encuentran a su paso y aprovechan el operativo para sustraer objetos de valor.
-¡Cuidado con alguna denuncia porque sabemos donde viven y cómo meternos a su casa! profieren los invasores de viviendas.
¿Cómo denunciar a los policías si se presentan encapuchados? No se sabe sus nombres o la característica de sus rostros. Los ministerios públicos cuando reciben las denuncias piden la media filiación de los policías. Parece que se burlan. ¿Cómo describir a los atacantes si están totalmente cubiertos?
¿Son policías federales, estatales, municipales o del Distrito Federal?, ¿son marinos, soldados o viles delincuentes? No se sabe, porque todos actúan de la misma forma.
Cuando llegan esos polizontes apuntan con sus armas y exigen no voltear a verlos y el temor del momento impide cualquier tipo de identificación hacía ellos.
-¡No se muevan porque se los carga la chingada! ¡al piso y con las manos extendidas!
La CNDH dice que son prácticas intolerables porque menoscaban los derechos de la población en general y debilita el limitado estado de derecho que tenemos.
El cateo ilegal, dice esta institución, trae consigo una cadena de violaciones múltiples a los derechos humanos porque se trasgrede el derecho a la inviolabilidad del domicilio, se ejerce violencia física, sicológica y emocional al ejecutar el cateo afectando de manera especial a los menores de edad y a los enfermos hipertensos; se incomunica a las personas y se realizan detenciones arbitrarias sin existir acusación alguna.
Con los cateos ilegales estos seudo policías atropellan derechos fundamentales previstos en la Constitución como el de la inviolabilidad del domicilio, a la intimidad o privacidad, a la integridad y seguridad personal, a la propiedad y por supuesto, a la legalidad y seguridad jurídica de las personas.
La CNDH durante el periodo de Felipe Calderón ha emitido 31 recomendaciones condenando los cateos ilegales y demandando el cese de estos, pero de nada han servido. Por el contrario el fenómeno se agrava y no hay manera de detener estas agresiones a la ciudadanía.
Al mismo tiempo las Comisiones de Derechos Humanos estatales incluida la del Distrito Federal, al condenar los cateos ilegales, son ignoradas y descalificadas por los gobiernos infractores.
Es por ello que algunos ciudadanos tienen que acudir a instancias internacionales ante la impunidad y cinismo gubernamental.
¿Cómo detener el estado de indefensión de la sociedad?. En ocasiones, de acuerdo a investigaciones de la CNDH, al allanar estos sujetos los domicilios alteran o fabrican pruebas en contra de los ciudadanos para presentarlos como delincuentes.
Esta práctica de los cateos ilegales carece de sanción efectiva en los códigos penales. Basta que los policías infractores argumenten “la flagrancia” o una “denuncia anónima” o el uso del “detector molecular GT200” (que por cierto ha sido un fracaso en otros países y ahora se trata de justificar su uso como un efectivo buscador de droga) para actuar con toda impunidad.
Las autoridades en lugar de terminar con estás acciones, las fomentan y justifican falazmente. Queda la denuncia y el reclamo colectivo ciudadano para terminar con estos atropellos de autoridades desesperadas en ofrecer resultados aunque sea a costa de la violación a los derechos humanos.
Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx Twitter: @Manuel_FuentesM
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