Bonitos espectáculos y discursos demagógicos hace menos de un año circulaban por todo el país en vísperas de los festejos del Bicentenario de la Independencia de México. El gobierno de Felipe Calderón, atrasado en todo, decidió tirar la casa a la ventana en eventos masivos sin consistencia histórica alguna, en un Coloso ridículo que era en honor a un contrarrevolucionario y en presumir una “Estela de Luz”, como monumento emblemático que no se terminó en los tiempos requeridos.
A menos de doce meses, esta “Estela de Luz” fue analizada y rebautizada este miércoles en la Comisión Permanente como un “Monumento a la Corrupción” del calderonismo durante la fallida y atrabancada comparecencia del secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas.
El funcionario no supo explicar qué demonios tenían que hacer los fondos del Turissste en el dispendio de los festejos, por qué un monumento que debía costar 398 millones de pesos del dinero público se elevó a 1 mil millones de pesos y no se terminó en agosto de 2010 (ni ahora), por qué la empresa GUTSA (auditada por la propia Secretaría de Función Pública ante el incumplimiento de contratos de la Autopista del Sol) está en un proyecto del gobierno federal, en conjunto con la empresa Proyectos y Desarrollos de Infraestructura S.A. de C.V.
Vega Casillas sólo mencionó como presuntos responsables de la corrupción en la “Estela de Luz” que aún no existe a Agustín Castro, ex director de la empresa Triple I, empresa paraestatal vinculada a Pemex y considerado uno de los principales responsables de la corrupción; a Alberto Bravo, ex director del proyecto Estela de Luz, quien presuntamente trabajó también para GUTSA y favoreció a la empresa para que se le diera el contrato; y a otros funcionarios menores como el gerente jurídico y el gerente administrativo y de finanzas de la empresa Triple I.
En su comparecencia, Vega Casillas mencionó que existen 28 auditorías en torno a los festejos del Bicentenario, pero evadió cualquier corresponsabilidad de la propia Función Pública al evitar lo que ya desde hace un año se comenzaba a filtrar como un sorteo de la corrupción.
También evadió las preguntas obvias: ¿quiénes fueron los altos funcionarios que permitieron a estos burócratas de menor tamaño hacer negocios con el dinero público del Bicentenario? ¿Qué responsabilidad tuvo en todo esto José Manuel Villalpando, el historiador y “maestro” de Felipe Calderón Hinojosa en la Escuela Libre de Derecho, coordinador de las Conmemoraciones del Bicentenario y que autorizó el proyecto arquitectónico de la “Estela de Luz”? ¿Qué responsabilidad tuvo la propia Patricia Flores, ex jefa de la Oficina de la Presidencia de la República en estos enjuagues, al igual que los directivos del TURISSSTE y del ISSSTE?
Los legisladores no le dieron paz al fallido funcionario y ninguna de sus dudas fueron aclaradas. El diputado priista César Augusto Santiago le dijo que es un “secretario confeso” y susceptible de juicio político. La diputada perredista Claudia Edith Anaya insistió que se trataba de un “Monumento a la Corrupción”, la legisladora del PRD, Laura Iztel Castillo también le preguntó por qué hubo una adjudicación directa en un proyecto así. Y la mayoría de los legisladores le insistieron en la propia opacidad de la Función Pública que se convirtió en la Tapadera Pública del Calderonismo.
El senador Ricardo Monreal, del PT, lo sintetizó así: “lo que debía ser un monumento a la Independencia se ha vuelto un monumento a la ineficacia, a la corrupción, a la falta de transparencia”.
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