8/17/2011

¿Es la violencia una enfermedad infecciosa?



Arnoldo Kraus
Robert Koch (1843-1910) fue un médico alemán. Descubrió el bacilo de la tuberculosis y el del cólera y postuló diversos temas dentro de los cuales destacan los principios de la enfermedad. Por sus aportes a la medicina (y al ser humano) recibió el Nobel de Medicina en 1905.

De acuerdo con Koch, las infecciones se consideran transmisibles cuando cumplen cuatro postulados: el microrganismo debe estar presente en todos los individuos con la misma enfermedad; el microrganismo debe ser recuperado del enfermo y poder ser aislado en medios de cultivo; el microrganismo proveniente de ese cultivo debe causar la misma enfermedad cuando se inocula en el mismo huésped; al inocular el microrganismo a una persona sana, ésta debe sufrir la infección original.

Aunque con el tiempo los postulados de Koch han variado un poco, siguen siendo, cuando se habla de la forma por medio de la cual una persona transmite su infección, una guía excelente. El sida, la infección por el virus del papiloma humano y la tuberculosis son algunos ejemplos. Las enfermedades transmitidas por los políticos, cualquiera que sea su origen, no han sido experimentalmente reproducidas en los laboratorios, pero sí en la mayoría de las sociedades. ¿Es la violencia una enfermedad infecciosa? En caso de serlo, ¿son los políticos los responsables?, ¿hay solución?

Periódicos y sociedad son binomio inseparable. Son, sin serlo, Cantinflas dixit, sinónimo. Las noticias de dos o tres días –no se requiere más– retratan algunas facetas de la violencia en el mundo. Entresaco de los rotativos algunas notas.

Inglaterra: “La oleada de violencia y saqueos ha convertido a Londres en una ciudad en estado de sitio… 2 mil jóvenes se enfrentan con la policía en Manchester… cinco personas han perecido”. China: “Miles de chinos protestan contra la brutalidad de la policía… miles de personas atacaron a la policía en respuesta a la brutalidad de varios funcionarios de seguridad municipal que hirieron a una mujer”. Siria: “El régimen sirio endurece la represión… las tropas de Bachar el Asad causan al menos 13 muertos”.

Brasil: “Asesinada la juez brasileña Patricia Lorival Acioli que se enfrentó a grupos parapolíticos… era conocida por su dureza contra la mafia policial y escuadrones de la muerte”. Marruecos: “El suicidio que conmueve a Marruecos. Rabat intenta impedir un estallido social después de que Hamid Kanuni, de 27 años, se quemara a lo bonzo tras ser maltratado por la policía… Kanuni, vendedor ambulante de pan, fue golpeado e insultado por la policía”. México: Las noticias sobre asesinatos, decapitaciones, secuestros, desaparecidos y violaciones han dejado de ser noticias. Lo que sucede todos los días, todas las semanas, todos los meses, muchos años, ya no es noticia (Kraus dixit).

Los acontecimientos enumerados representan a todo el mundo: Europa, Asia, África, América. El listado es incompleto. No hay espacio aquí, ni es necesario, exponer otras razones para responder a la pregunta, ¿es la violencia una enfermedad infecciosa?

Los sucesos enlistados tienen un denominador común: violencia. Comparten otras circunstancias: hartazgo contra los políticos, miseria como detonador y como realidad, desprecio hacia la policía. Denuncian algunas verdades: asesinatos cada vez más crueles; en el caso de la jueza brasileña, asesinato de la justicia; en el caso sirio, acallar la disidencia. Muestran otras circunstancias: ausencia de esperanza, fracaso del estado de derecho, racismo, corrupción sin límites, sordera política, ingobernabilidad, brutalidad policial, drogadicción, niños violentos convertidos en adultos, falta de confianza en las autoridades y un largo etcétera. Buena parte de lo enunciado en este párrafo se contagia. Se contagia y se propaga como las infecciones.

La violencia social e individual se contrae, se adquiere y se disemina cuando se es pobre desde el útero, cuando los gobiernos no ofrecen esperanza, cuando la esperanza se encuentra en la venta de drogas, cuando los políticos roban, mienten, dilapidan, se corrompen, cuando no hay empleo y otros cuandos también largos cuyo final es el contagio.

La violencia sí es una enfermedad contagiosa. Aunque son muchos los orígenes, las principales razones (bacterias) son los políticos. Propongo los siguientes postulados:

Los políticos y sus políticas son el origen de una alta proporción de la violencia.

Los efectos de la política corrupta se observan en los barrios pobres y se cultivan en barrios vecinos y en todo el orbe.

Los políticos que roban y destruyen son casi idénticos en buena parte del mundo; no es necesario cultivarlos en el mismo huésped: la mayoría producen enfermedades idénticas.

Cuando los políticos se inoculan entre sí devienen muchas formas de violencia.

Estoy seguro que Koch no aprobaría mis postulados. Deben pulirse y comentarse. La violencia tiene muchas caras y muchos responsables. La probable solución a la violencia se encuentra en su génesis: políticas inadecuadas. Acepto el sesgo del artículo: los políticos no son los únicos responsables, pero sí los más responsables.

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