10/11/2011

Un IFE partidizado… e incompleto



José Antonio Crespo

1) El atorón de 11 meses (hasta ahora) para nombrar a los tres consejeros que faltan para completar al Consejo General del IFE se debió desde el principio a que el PRI exigía poner a dos de ellos, ofreciendo al PAN el tercero y dejando fuera al PRD. Algo semejante a lo ocurrido en 2003, con la diferencia de que ahora el PAN no aceptó el trato. En 2006, el PAN ya vivió en carne propia los costos de haber dejado al IFE sin suficiente credibilidad al hacer a un lado al PRD. Eso fue un elemento de peso para cuestionar el triunfo oficial de Felipe Calderón. Desde que el IFE impuso una multa de mil millones al PRI (por lo de Pemexgate), ese partido decidió que no quiere un árbitro imparcial ni autónomo.

2) El PRI exige dos de tres consejeros por un principio de proporcionalidad, según el cual el partido que más votación recibió en la última elección tiene derecho a designar a un número mayor de representantes partidistas —es decir, consejeros— ante el IFE. Si hay tres vacantes, corresponderían dos al partido mayor (PRI), uno al segundo lugar (PAN) y nada al tercer lugar (el PRD). Ese criterio lo impuso en 2003, con la complacencia del PAN, rompiendo el principio de equidad y equilibro aplicado en 1994 y en 1996. “Es un problema de aritmética”, dijo el PRI. No, es un problema de autonomía y credibilidad del Instituto, que le tiene sin cuidado.

3) Al PRI le interesa la proporcionalidad sólo cuando es mayoría, pues en los dos procesos de renovación de consejeros en 2008 el PRI era tercera fuerza, por lo que no le hubiera tocado ningún consejero. Sin embargo, el PAN y el PRD no incurrieron en ese error al considerar que importaba restituir al IFE el consenso que perdió en 2003. De tal manera que a cada uno de los partidos fuertes le tocó nombrar a uno de tres consejeros (en cada fase). El PRI puso primero a Marco Antonio Baños, cercano a Manlio Fabio Beltrones, y después a Francisco Guerrero, de la órbita de Emilio Gamboa.

4) Durante la discusión en el pleno, los diputados priístas insistían en que no tenían ninguna cercanía con los consejeros propuestos. Y reprocharon al PAN y al PRD no aceptar la fórmula propuesta por el PRI, bajo el argumento de que esos dos partidos habían dado su visto bueno cuando, concluida la etapa de eliminación, quedaron 17 candidatos. El acuerdo en aquel entonces fue aceptar por consenso las propuestas hechas por cada partido, que sumaron 17, en el entendido de que de ahí vendría la propuesta que cada partido haría para hacer una propuesta final. Pero si de verdad los 17 candidatos finalistas son igual de buenos, si todos garantizan autonomía e independencia, como lo afirma el PRI, entonces pudo también haberse aprobado las propuestas del PAN y el PRD, o bien los tres que faltan podrían surgir de un proceso de insaculación. Pero el PRI no acepta dicha solución, pues lo que le interesa es contar con dos nuevos alfiles (que sumados a los dos que ya tiene en el Consejo arrojarían cuatro de nueve). Dice también ese partido, con la cachaza que lo caracteriza, que son el PAN y el PRD los culpables del estancamiento. En tal caso, el PRI bien puede a tres de los tres consejeros (o de una vez a los nueve), y ante la natural oposición de los demás partidos, responsabilizarlos por la falta de acuerdo. Está visto que ese partido no ha cambiado ni un ápice en estos años (sólo Vicente Fox sostiene lo contrario).

5) Algo que no deja de ser llamativo es que a la propuesta del PRI, que intentaba dejar fuera al PRD, se hayan sumado los dos partidos netamente obradoristas: el PT y el Partido del Movimiento “CiudadAmlo”. ¿No les importó ahora dejar fuera a quien se supone es su principal aliado, el PRD? ¿Qué les ofreció el PRI a cambio? ¿Cuál era la ventaja para la izquierda con una terna de dos consejeros priístas y uno panista? ¿Qué burla es esa de denunciar a la mafia del poder, pero al mismo tiempo allanarle el terreno a su candidato? ¿Actuaron esos dos partidos sin la venia de su jefe en una decisión de tanto peso? ¿Se trata de un nuevo trampeo obradorista al PRD? Habrá que oír qué explicación ofrece Andrés Manuel López Obrador (y si resulta creíble), pues según su criterio PT y MC serían ya “lacayos de la mafia”.

Mientras la votación tenía lugar, diputados del PAN y PRD coreaban “¡IFE ciu-da-da-no!”, pues ahora está más claro que nunca que mientras sean los partidos los que designen a los consejeros no tendremos un IFE ciudadano.

cres5501@hotmail.com
Facebook:José Antonio Crespo Mendoza
Investigador del CIDE
Alberto Aziz NassifTriste inicio

Felicidades a EL UNIVERSAL


Dentro de la formalidad que lleva a cumplir las reglas, a pesar de que no todos las cumplen, el pasado 7 de octubre inició formalmente el proceso electoral del 2012. El ánimo en la herradura del IFE estaba bajo, las sillas vacías de tres consejeros que no habían sido nombrados era una expresión de un inicio extraño. Un día antes de iniciarse el proceso electoral, el PRI, acompañado de algunos partiditos, hizo el intento de imponer una terna a su gusto y sus necesidades, pero no pudo obtener los votos necesarios. En esta ocasión no se repitió la pifia PRI-PAN de 2003 que dejó al PRD fuera y terminó en el conflicto electoral de 2006.

Triste inicio de un proceso electoral en donde las obsesiones políticas por el poder serán el eje dominante: los que se quieren quedar en la presidencia ya anuncian otra guerrita sucia, y los que quieren regresar a Los Pinos están dispuestos a todo para conseguirlo, no van a dejar hilo suelto, como lo han demostrado en este año con el fallido nombramiento de los consejeros del IFE. No quieren consejeros autónomos, sino representantes orgánicos. Ahora incluso el PRI de Peña Nieto tiene la peregrina idea de regresar a los tiempos de la cláusula de gobernabilidad para generar una mayoría artificial que no le dan los votos.

Triste inicio escuchar a la mayoría de los partidos políticos con un discurso de axiomas democráticos, que poco tiene que ver con su práctica. Las fobias y filias que se escuchan en el Congreso de la Unión se trasladan al IFE. Con algunas excepciones, que si logran recuperar la gravedad de los problemas y los retos, la ceremonia de inicio electoral deja ver la pobreza de una clase política que ni siquiera sabe reconocer el país realmente existente, ese que no se ve en la grandilocuencia de discursos llenos de citas ilustres, que acentúan el abismo entre las palabras y las acciones. Así empezó este proceso electoral, con presencias fácticas y amenazas a la certidumbre. Esos intereses que ya violaron la legalidad en 2006 y les resultó, ahora lo volverán a intentar, porque, como dijo uno de los representantes del Poder Legislativo en la herradura del IFE: en este país nadie controla la compra de voto, el uso faccioso de los programas sociales o los abusos de las televisoras. Además, el Tribunal Electoral ha mostrado que puede fácilmente caer en el rigorismo de la sentencia o en la complacencia con los poderes fácticos, como lo hizo recientemente con el reglamento de medios. Por eso, arbitrar estas elecciones será un reto de antología para el IFE.

Triste visión la que considera que el IFE está sobrado para enfrentar los retos de esta elección, que son los mismos que amenazan cotidianamente a un país violento y violentado, con un Estado cada vez más capturado y con una clase política irresponsable y mediocre que no ve más allá de sus intereses. En este contexto, ¿cómo garantizar un voto libre que será presa del tráfico de ofertas de programas sociales y someterá a los sectores pobres al más amplio clientelismo que hayamos visto?

Triste inicio en donde el IFE ahora tiene —después de la reforma de 2007-2008— más de 50 nuevas obligaciones que tendrá que poner en práctica. Esta labor la hará en condiciones de cierta debilidad, porque los legisladores no terminaron las reglas y, muchas veces, los partidos no acompañan al árbitro frente al embate de los poderes fácticos. Ahora no sólo está incompleto el Consejo General del IFE, sino que, además, ya está fragmentado por el cuotismo que ha penetrado la estructura institucional. Un IFE que ha sido sistemáticamente golpeado desde dentro por un contralor que es correa de transmisión con intereses en San Lázaro; y desde fuera cuestionado y enfrentado a las televisoras, a las que ha multado en diversas ocasiones. Para una mayoría ciudadanía el IFE es su credencial de elector, el documento de identidad más popular. Triste inicio de unos comicios que presagian nubarrones y un clima que ya empezó a polarizarse, en donde las heridas del 2006 se volverán a abrir. ¿Qué puede esperar la ciudadanía de este proceso que anuncia una lluvia de spots constante y tupida, en donde sólo habrá un breve espacio para el debate? ¿Qué tanto ha crecido la pérdida del sentido de elegir gobernantes que no escuchan, que no representan, que no saben lo que son las políticas de Estado?

Desde la herradura del IFE se organizará un complejo proceso electoral en donde la institución tiene mucha experiencia, pero el mayor desafío será construir certidumbre y, como dijo ese día uno de los consejeros, el reto será que los resultados sean legítimos para los que ganen, pero, sobre todo, para los que pierdan. México ya no aguanta otro conflicto electoral…
Investigador del CIESAS

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