Cada vez hay métodos más efectivos para evitar el embarazo, pero son muy costosos
Algunos anticonceptivos ahora son utilizados para reducir el acné o el vello facial
Miércoles 12 de octubre de 2011, p. 3
La píldora anticonceptiva que se desarrolló a partir del descubrimiento de la noretisterona, en 1951, sufrió múltiples transformaciones, al grado de que en el transcurso de los pasados 20 años los llamados métodos de planificación familiar han adquirido otros usos. Con la misma efectividad para prevenir embarazos no deseados, también sirven para controlar el acné, disminuir el vello facial o corporal e incluso para evitar la retención de líquidos y el consecuente incremento de peso en las mujeres.
Desde su origen, los anticonceptivos se han empleado para regular los ciclos menstruales, pero ahora se suma su eficacia para evitar los cólicos e incluso algunos logran reducir o suprimir los sangrados. Otros beneficios que ha traído la modificación de la fórmula original es la prevención de algunas enfermedades benignas de la mama y los tumores malignos de ovario y endometrio.
El ginecólogo Alejandro Morales del Olmo explicó que la progestina original se sigue utilizando, y con la disminución de las dosis y su combinación con otras moléculas como el estrógeno, los investigadores han buscado mantener la alta eficacia contraceptiva y abatir los efectos indeseados.
En ese camino se han hallado los beneficios mencionados y de ahí que actualmente, en el sector privado, la primera indicación para recetar un anticonceptivo ya no sea tanto la prevención de embarazos. En los últimos 30 años ha habido alrededor de 18 progestinas diferentes en el mercado, indicó.
Morales del Olmo, ex director nacional de Salud Reproductiva, llamó la atención respecto de que los médicos ginecólogos, responsables de la prescripción de estos fármacos, conozcan a la perfección el mecanismo de acción de cada uno, a fin de que recomienden a sus pacientes el que mejor les acomode de acuerdo con sus necesidades.
El problema que tienen las nuevas fórmulas es su alto costo, y aunque de acuerdo con Morales del Olmo una amplia gama de métodos debería servir para disminuir la demanda insatisfecha de anticonceptivos, su alcance todavía es limitado.
Marco Antonio Olaya, director de Planificación Familiar y Anticoncepción del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, de la Secretaría de Salud (Ssa), comentó sobre la existencia de un programa para apoyar a los servicios estatales en la adquisición de los métodos modernos.
Aunque garantizar el acceso a los anticonceptivos es responsabilidad de las entidades federativas, a escala federal y por las ampliaciones presupuestales que cada año promueven sobre todo las diputadas, la Ssa dispuso en 2011 de 120 millones de pesos sólo para la adquisición de métodos modernos, como el parche, implante y dispositivo intrauterino medicado (con liberación de hormonas). Así se cubre 10 por ciento de las necesidades nacionales de anticonceptivos.
El Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva realiza una compra centralizada y distribuye a los estados a fin de que cuenten con una oferta variada, la que luego se convertirá en demanda por parte de las usuarias. Entre los objetivos está alcanzar 75 por ciento de cobertura nacional de métodos anticonceptivos –actualmente es 72.5–, y con ello contribuir a romper el círculo de la pobreza, pues un menor número de hijos mejora la posibilidad de que los padres les den lo necesario para su desarrollo.
A pesar del mayor costo económico de productos como el parche y los implantes, en los sondeos de investigación se ha observado que efectivamente, pueden contribuir a reducir la demanda insatisfecha.
Se vio en Chiapas, comentó Raffaela Schiavon, directora de IPAS México, donde luego de la entrega inicial de estos productos fue la primera entidad en solicitar una nueva dotación.
El éxito de los implantes en este caso radicaba en que se ofreció a mujeres en comunidades rurales e indígenas y lo aceptaron de buen grado, porque su colocación no requiere que el personal de salud toque el área genital de las pacientes.
Para la especialista, el mayor reto a vencer es el de la demanda insatisfecha, la de mujeres que tienen relaciones sexuales, que no se quieren embarazar pero tampoco usan anticonceptivos, porque no los encontraron, están fuera de su alcance por diferentes razones, les tienen miedo o los desconocen. En esta situación están las indígenas y las adolescentes. En las primeras, la tasa de fecundidad sigue en alrededor de seis hijos por mujer.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (Enadid) 2009, la demanda insatisfecha nacional es de 9.8 por ciento, pero entre las jóvenes de 15 a 19 años es de 24.6 por ciento y en el grupo de 20 a 24 años, de 17.7.
Conforme aumenta la edad de las mujeres, el panorama cambia. A partir de los 30 años la cobertura de anticonceptivos supera 70 por ciento, y la demanda insatisfecha está por debajo del promedio nacional. Se trata de mujeres que a pesar de las carencias en el sistema nacional de salud, buscan los métodos anticonceptivos por su cuenta y a costa de su bolsillo.
Miércoles 12 de octubre de 2011, p. 3
El químico mexicano Luis Ernesto Miramontes Cárdenas tenía apenas 26 años cuando el 15 de octubre de 1951 logró la síntesis de la noretisterona, hormona precursora de la píldora anticonceptiva. El joven, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), era parte del equipo de investigación que encabezaban los científicos Carl Djerassi y Jorge Rosenkranz en el laboratorio farmacéutico Syntex.
A 60 años de distancia, especialistas coinciden en que ese trabajo significó una revolución, pues aunque hasta principios de los años 60 se inició la comercialización de la pastilla, sin el descubrimiento de Miramontes no se habría logrado el cambio en la manera de vivir la sexualidad y, sobre todo, disociarla de la reproducción.
La historia de los métodos que buscaron regular la fertilidad se remontan hasta los egipcios, en el subsahara, que para evitar que las camellas se embarazaran durante las largas travesías por el desierto, les colocaban piedras en el útero. El origen de los esfuerzos en el área química, sin embargo, se ubican en Europa entre 1934 y 1940.
El trabajo de Miramontes tuvo como antecedente el que desde 1939 realizaba Rusell E. Marker con el hallazgo de que la planta silvestre mexicana llamada cabeza de negro
–crece en Veracruz– era una fuente abundante de la sustancia diosgenina, de la cual a su vez se podía obtener hormonas esteroides, principalmente progesterona.
En ese entonces el interés de los científicos era mejorar la actividad de esa hormona para el tratamiento de amenaza de aborto y de algunos trastornos menstruales. Ni Miramontes ni Rosenkranz y Djerassi se imaginaron que la noretisterona se convertiría en el ingrediente progestacional de casi la mitad de los anticonceptivos orales usados en el mundo.
En 1952, los investigadores entregaron al área biomédica su descubrimiento. Ahí inició la búsqueda en varios laboratorios, incluido Sintex, de la posible capacidad de la noretisterona para inhibir la ovulación. Los hallazgos se concretaron en 1960, cuando se lanzó al mercado la primera píldora anticonceptiva.
Fuente: Jorge Martínez Manautou. Sucedió en México. Del nacimiento de la píldora
a la reducción de la tasa de crecimiento poblacional. México, 1994, 263 pp.
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