La fila avanza lentamente. Somos como seis personas. La música de ambiente es monótona. La señora empieza a sacar su mandado del carrito. La caja registradora emite un sonsonete al paso de cada producto: 1,800 pesos, dice finalmente la empleada del supermercado. La señora paga con tarjeta de crédito. “No pasa” dice la cajera visiblemente fastidiada, lo que hace suponer que la escena se repite con mucha regularidad. Ella insiste: “vuelva a pasarla, por favor”. La misma respuesta: “no pasa”. La señora voltea avergonzada. Un hombre de la fila critica en voz alta: “tengo prisa, si no trae dinero, ni modo”. La señora baja la mirada con un “lo siento”. Y se aleja.
Algunos testigos de esta escena experimentamos la misma angustia. Ir al supermercado resulta una experiencia inquietante para muchos. Cada día, decenas de productos aumentan de precio, sin que nuestro salario experimente mejoría alguna, lo que va reduciendo de manera inexorable nuestro poder adquisitivo. ¿A cuántos mexicanos nos alcanza el sueldo que percibimos? ¿Cuántos logramos llegar a fin de mes sin tirar de la tarjeta de crédito, sin acogerse al socorrido 12 o 18 meses sin intereses para adquirir productos de primera necesidad? La creditización en todo su esplendor genera el entusiasmo de los banqueros beneficiados en México gracias a las altas comisiones y salvajes intereses aplicados a los indefensos clientes.
El rezago salarial en México es endémico. ¿Qué trabajador puede vivir con el salario mínimo, 58 pesos al día? Pues bien, con esa cantidad indigna sobreviven más de 10 millones de mexicanos. ¿Cómo se puede mantener una familia con 58 pesos diarios? Los gobiernos del PRI y del PAN han logrado colocar a México en política salarial en los últimos lugares mundiales e igualarlo al nada honroso nivel de países extremadamente pobres como Bangladesh. Los salarios mexicanos han perdido alrededor del 75 por ciento de su poder adquisitivo.
Y mientras muchos hacen malabares para llegar a fin de mes, Felipe Calderón gana 32 veces más que cualquier mexicano promedio. Su salario es de 267 mil dólares anuales y ocupa el tercer lugar de los Presidentes mejor pagados en el mundo, después de Estados Unidos y Francia. El hecho de que el Ejecutivo de un país con 70 millones de pobres gane 267 mil dólares anuales es verdaderamente un insulto. El año pasado, él mismo se subió su salario un 24 por ciento. Mensualmente obtiene 350 mil pesos, más otros gastos y prestaciones que podrían triplicar su remuneración. Pero la pregunta ética y moral surge en cualquier momento: ¿Cómo no le da vergüenza subirse él mismo el sueldo cuántas veces se le antoja y colocarse a salarios de los Presidentes de las primeras potencias económicas mundiales? Peor aún: el Presidente de Estados Unidos gana 9 veces más que cualquier ciudadano promedio, mientras el de Francia 8 veces más que un habitante francés. Y no 32 veces más como Calderón.
Los anteriores datos son del estudio “La Presidencia de la República: un apartado que no conoce la crisis” elaborado por Edna Eréndira Avandaño, directora general de la ONG “México Evalúa”, que además revela que mientras la mayoría de los Presidentes latinoamericanos ganan 140 mil dólares anuales, Calderón se adjudicó 267 mil dólares. Un dato más: mientras en Estados Unidos la Presidencia tiene 1,888 empleados, en México existen 1,594 personas; lo cual significa que es la segunda Presidencia a nivel mundial con mayor burocracia.
El inquilino de Los Pinos no es el único con un salario insultante. Los consejeros del controvertido Instituto Federal Electoral obtienen 333 mil pesos mensuales; 12 mil pesos menos que el Ejecutivo. La remuneración total anual bruta de los consejeros electorales para 2011 será de cuatro millones 12 mil 716 pesos. Incluye: sueldo base, prestaciones, compensación garantizada, prestaciones, prima vacacional, ahorro solidario, aportaciones a seguridad social, seguro de vida institucional, seguro colectivo de retiro y seguro de gastos médicos mayores y por supuesto, un jugoso aguinaldo: 436 mil pesos. Además de estos beneficios, los consejeros tienen pagado con el dinero de los mexicanos: asesores, cocinero, servicio celular, auto, gasolina, chofer, gastos de representación y viáticos, entre otros beneficios no considerados en su sueldo base. Los sueldos de estos ciudadanos mexicanos de primera clase, en el erario público, son una gran carga, es como si México tuviera 10 Presidentes.
Este sueldo de los consejeros del IFE no es un sueldo, es un cohecho. Con estas percepciones económicas pocos consejeros serán capaces de darle una negativa a Calderón. Así como pocos o ningún ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es capaz de rechazar cualquier orden institucional. ¿Cuál independencia?
Pero si los consejeros del IFE ganan casi 2,000 salarios mínimos al mes; los ministros de la SCJN les superan con 3,000 salarios mínimos, ganando 500 mil pesos mensuales más prestaciones, bonos y beneficios de todo tipo. ¿Alguien duda que estos sueldos son en realidad cohechos?
La independencia de la justicia es una quimera difícil de alcanzar con este sistema salarial. Los consejeros de la Judicatura Federal ganan 340 mil pesos mensuales; los magistrados del Tribunal Electoral, 343,000 pesos; los magistrados de circuito, 200,000 pesos al mes; y los jueces de distrito, 176,000.
Cuando los gobiernos priístas decidieron aumentar los salarios de los altos funcionarios se argumentó que era para evitar la corrupción; una corrupción que ahora evidencian los altos funcionarios con los gobiernos panistas a los que están atados debido a los salarios de lujo que reciben y que ellos mismos se han encargado de aumentar mientras mantienen en extrema pobreza a la mayoría de los mexicanos ganando salarios de hambre.
México necesita una refundación. Una refundación del sistema político, de los salarios, el aparato burocrático, la procuración de justicia, la distribución equitativa de la riqueza.
Es evidente que las causas estructurales y endémicas de la pobreza en México han estado institucionalizadas por los gobiernos del PRI y ahora del PAN con la imposición de salarios de lujo para la alta burocracia, la complicidad activa de los sindicatos charros y el beneplácito de la mayoría de los empresarios que decidieron hace muchos años, ganar a manos llenas y en exceso, esquilmando de manera vergonzosa a sus trabajadores.
El gobierno de Felipe Calderón incumple el artículo 123 de la Constitución que dice: “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos”.
Tal vez, a estos altos funcionarios les hace falta ir de vez en cuando al supermercado, ver de manera cotidiana el incremento salvaje de los precios, hacer fila para pagar con una tarjeta de crédito que sea rechazada por insolvencia y volverse a casa con las manos vacías.
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