LOS ÁNGELES.- “La guerra de Calderón es una guerra fracasada”, señala con contundencia la periodista Olga Wornat, quien escribe un libro sobre “el peor sexenio que se ha vivido en la historia mexicana”. Aún no concluye su investigación, y desde hace de tres meses ha sido amenazada de muerte constantemente, igual que su familia y su asistente. Razón por la cual han abandonado el país, como miles de periodistas y ciudadanos en un éxodo que no termina.
El México que describe la analista, no es la “democracia vibrante” de la que habla el presidente Felipe Calderón. El panorama de horror que va definiendo con palabras precisas, gráficas, crudas, es la realidad que viven los millones de mexicanos, día a día. “Descontrol, retenes, decapitados, descuartizados, fosas clandestinas por todos lados” y continúa, “México es un país de muertos”, y “Chihuahua, un gran panteón”.
Para Wornat, esta guerra contra el narcotráfico produjo la atomización de los cárteles de la droga generada por el combate parcial, por la corrupción de las fuerzas de seguridad en sus diferentes niveles y una dirección ineficiente. De ahí ha resultado una generación perdida: la de los niños sicarios, hijos de militares y policías asesinados. Niños huérfanos, abandonados a la miseria, que encuentran un refugio en las bandas criminales. Son 40 mil expertos en cortar cabezas y en descuartizar, de entre 11 y 12 años de edad, explica. “Niños que no tienen conciencia del mal y los entrenan para matar, les dan drogas, armas, y tienen la plata fácil”.
Guadalupe Lizárraga
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