Alejandro Encinas Rodríguez
En estos momentos se celebra en Sudáfrica la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre cambio climático, COP 17. En el centro de sus debates se encuentra el eventual establecimiento de un segundo periodo del Protocolo de Kioto en materia de reducción de emisiones de gases efecto invernadero que han afectado el medio ambiente y modificado la temperatura promedio del planeta.La COP 17 enfrenta un resultado incierto. Tras el fracaso de Copenhague y los incipientes avances en Cancún, en la reunión en Durban prevalece la resistencia de los países más poderosos del mundo, que ponen en entredicho la eficacia de estos encuentros multilaterales.
México llega a esta conferencia con resultados contradictorios. Por un lado, los acuerdos de Cancún abrieron una veta de optimismo sobre la eventual ratificación del Protocolo de Kioto y el establecimiento de un fondo verde de 100 mil millones de dólares para alentar la reducción de emisiones, al tiempo que en el ámbito legislativo se han acreditado importantes avances, como lo demuestra el hecho de que el día de hoy se discuta la aprobación de la Ley General de Cambio Climático en el Senado y las reformas a las leyes de Desarrollo Forestal Sustentable y del Equilibrio Ecológico y Protección del Medio Ambiente, en las que se establecen nuevas disposiciones para que el país enfrente los retos de mitigación y adaptación ante el cambio climático y promueva la reducción de emisiones por deforestación o degradación de los bosques y selvas del país, creando instrumentos para su conservación, como es la retribución de los servicios ambientales que proporcionan los bosques y selvas —producción de oxígeno, cosecha de agua, captura de carbono, conservación de suelos y de la biodiversidad— a sus legítimos propietarios, particularmente a ejidatarios y comuneros en más de 21 mil núcleos agrarios, respetando sus derechos de propiedad.Mas por otro lado las cuentas ambientales del país siguen siendo deficitarias.
México ocupa el lugar 11 en materia de emisiones a nivel mundial, y si bien se ha registrado una disminución cercana al 50% en la pérdida de cubierta forestal en el país, ésta alcanza la pérdida de 155 mil hectáreas cada año, a lo que se suma el hecho de que en materia de desarrollo sustentable el país acusa las tasas más bajas de crecimiento de la región latinoamericana, incluso con caídas hasta de 6.8%, como sucedió en 2009, con un nulo desarrollo social al incrementarse los niveles de pobreza que afectan a mas de 51% de la población, entre los que se encuentran 28 millones de mexicanos en pobreza alimentaria, en tanto los efectos del cambio climático van en aumento: desde 1960 México registra un fenómeno de calentamiento, en especial de 1992 a la fecha, la temperatura anual se encuentra por encima del promedio de los 29.9 grados centígrados de los últimos 40 años; la recurrencia y fuerza de los huracanes y tormentas aumenta y con ello el riesgo de inundaciones, al tiempo que se presentan sequías prolongadas en amplias regiones.
En 11 de los últimos 29 años, el país se encuentra por debajo del promedio anual de lluvias de los ultimas siete décadas, mientras el nivel del mar aumenta aceleradamente, poniendo en riesgo futuro a ciudades costeras como Campeche, Ensenada, Manzanillo y Veracruz.Sea cual sea el resultado de Durban, lo cierto es que la renuencia de los países desarrollados limitará el acuerdo multilateral, lo que obliga a recurrir a otro tipo de iniciativas a los países y sociedades conscientes de la necesidad de enfrentar este reto global, por lo que no debe descartarse la posibilidad de construir acuerdos de índole bilateral, regional o alianzas entre países, como tampoco debe desestimarse la necesaria acción local, donde cada país, sus distintos órdenes de gobierno y sus sociedades asuman la responsabilidad que les corresponde para garantizar el derecho de las futuras generaciones a gozar de un clima y un planeta en mejores condiciones de las que nos tocó vivir.
México llega a esta conferencia con resultados contradictorios. Por un lado, los acuerdos de Cancún abrieron una veta de optimismo sobre la eventual ratificación del Protocolo de Kioto y el establecimiento de un fondo verde de 100 mil millones de dólares para alentar la reducción de emisiones, al tiempo que en el ámbito legislativo se han acreditado importantes avances, como lo demuestra el hecho de que el día de hoy se discuta la aprobación de la Ley General de Cambio Climático en el Senado y las reformas a las leyes de Desarrollo Forestal Sustentable y del Equilibrio Ecológico y Protección del Medio Ambiente, en las que se establecen nuevas disposiciones para que el país enfrente los retos de mitigación y adaptación ante el cambio climático y promueva la reducción de emisiones por deforestación o degradación de los bosques y selvas del país, creando instrumentos para su conservación, como es la retribución de los servicios ambientales que proporcionan los bosques y selvas —producción de oxígeno, cosecha de agua, captura de carbono, conservación de suelos y de la biodiversidad— a sus legítimos propietarios, particularmente a ejidatarios y comuneros en más de 21 mil núcleos agrarios, respetando sus derechos de propiedad.Mas por otro lado las cuentas ambientales del país siguen siendo deficitarias.
México ocupa el lugar 11 en materia de emisiones a nivel mundial, y si bien se ha registrado una disminución cercana al 50% en la pérdida de cubierta forestal en el país, ésta alcanza la pérdida de 155 mil hectáreas cada año, a lo que se suma el hecho de que en materia de desarrollo sustentable el país acusa las tasas más bajas de crecimiento de la región latinoamericana, incluso con caídas hasta de 6.8%, como sucedió en 2009, con un nulo desarrollo social al incrementarse los niveles de pobreza que afectan a mas de 51% de la población, entre los que se encuentran 28 millones de mexicanos en pobreza alimentaria, en tanto los efectos del cambio climático van en aumento: desde 1960 México registra un fenómeno de calentamiento, en especial de 1992 a la fecha, la temperatura anual se encuentra por encima del promedio de los 29.9 grados centígrados de los últimos 40 años; la recurrencia y fuerza de los huracanes y tormentas aumenta y con ello el riesgo de inundaciones, al tiempo que se presentan sequías prolongadas en amplias regiones.
En 11 de los últimos 29 años, el país se encuentra por debajo del promedio anual de lluvias de los ultimas siete décadas, mientras el nivel del mar aumenta aceleradamente, poniendo en riesgo futuro a ciudades costeras como Campeche, Ensenada, Manzanillo y Veracruz.Sea cual sea el resultado de Durban, lo cierto es que la renuencia de los países desarrollados limitará el acuerdo multilateral, lo que obliga a recurrir a otro tipo de iniciativas a los países y sociedades conscientes de la necesidad de enfrentar este reto global, por lo que no debe descartarse la posibilidad de construir acuerdos de índole bilateral, regional o alianzas entre países, como tampoco debe desestimarse la necesaria acción local, donde cada país, sus distintos órdenes de gobierno y sus sociedades asuman la responsabilidad que les corresponde para garantizar el derecho de las futuras generaciones a gozar de un clima y un planeta en mejores condiciones de las que nos tocó vivir.
Diputado federal por el PRD
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