Asesinatos y agresiones en ascenso ante inacción judicial
Por Citlalli López, corresponsal
Oaxaca, 30 nov 11 (CIMAC).- En un incremento imparable de la violencia de género, durante este año decenas de oaxaqueñas han sido asesinadas con armas de fuego o heridas con armas punzo cortantes –en muchos casos a manos de sus propias parejas–, y también son víctimas de la violencia institucional por la falta de castigo a los agresores.
La subprocuraduría de Delitos Contra de la Mujer por Razón de Género, dependiente de la Procuraduría de Justicia de Oaxaca (PGJE), reporta que tan sólo en este año abrió mil 177 averiguaciones previas por casos de violencia contra las mujeres.
De ese total, sólo 177 derivaron en consignaciones, lo que se traduce en que prevalece la impunidad en 85 por ciento de los casos.
En tanto, esa misma subprocuraduría reconoce que a un mes de que termine 2011 se han cometido 70 homicidios dolosos contra oaxaqueñas, en contraste con los 91 asesinatos documentados por organizaciones civiles de mujeres. En 2010 se reportaron 64 casos de feminicidio.
De acuerdo con los datos oficiales, sólo en 10 casos el agresor fue detenido; en dos se dictó prisión preventiva; y en 13 fueron consignados los presuntos agresores.
Grupos por los derechos de las mujeres, señalan que en los últimos 10 años se han registrado 549 asesinatos de oaxaqueñas, y el estado ocupa el cuarto lugar en casos de feminicidio a escala nacional.
Este 25 de noviembre en todo el mundo se conmemoró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. A partir de esa fecha comenzaron los 16 días de activismo contra la violencia de género que concluyen el próximo 10 de diciembre.
DE LA CIFRA A LA REALIDAD
En menos de un año, “Mariana” y sus dos hijos han cambiado cuatro veces de domicilio, dos veces de escuela, en cinco ocasiones de número de celular, cerraron sus cuentas de correo electrónico y de redes sociales. Finalmente tuvieron que abandonar Oaxaca.
“Mariana” es sobreviviente de feminicidio. La mujer no puede expresar esto con tranquilidad, pues ella y sus hijos fueron obligados a vivir a salto de mata, huyendo del agresor, quien de padre y esposo protector pasó a victimario.
Casos como el de “Mariana” –nombre ficticio para proteger a la víctima– se suman a la lista de impunidad ante la violencia de género y por parte de las instancias judiciales.
“La impunidad está basada fundamentalmente en esta concepción que reconoce como normal la violencia contra las mujeres y que por lo tanto los encargados de la procuración de la justicia no actúan con la prontitud e imparcialidad que se requeriría”, acusa María Eugenia Mata, directora de Iniciativas para el Desarrollo de la Mujer Oaxaqueña (IDEMO).
La impunidad, agrega, tiene que ver también con legislaciones insuficientes que dejan en la indefensión a las mujeres y a sus familias, de tal suerte que se ven obligadas a huir de su hogar, comunidad y trabajo, abandonar su forma de vida, incluso a separarse de los hijos.
EL ENEMIGO EN CASA
En 2004, en San Francisco Lachigoló, Heriberto Vázquez Espinoza fue detenido por haber asesinado a su esposa, María Luisa. La autopsia practicada a la víctima reveló que sufrió agresiones anteriores, y que además fue violada sexualmente.
Sin embargo, Heriberto Vázquez salió libre a los dos años y ocho meses al ser beneficiado con las preliberaciones de presos indígenas que otorgó el gobierno de Ulises Ruiz.
A partir de ese momento, la familia de María Luisa comenzó un nuevo calvario. Por las constantes amenazas del asesino, la madre de María Luisa y los hijos de la víctima tuvieron que abandonar el estado.
La subprocuradora de Delitos Contra la Mujer por Razón de Género, Iliana Araceli Hernández, señala que de acuerdo con las estadísticas el ambiente de violencia contra las mujeres se genera principalmente en el hogar, y la principal fuente es el esposo.
Las cifras oficiales señalan que en la relación victima-victimario, en 28.5 por ciento (20 casos, uno de cada tres) de los 70 homicidios dolosos de mujeres en 2011, el responsable fue un conocido; en 8.5 por ciento (6 casos, uno de cada 11) no había relación alguna, y en 62.8 por ciento (44 casos, dos de cada tres) todavía se desconoce quién fue el responsable.
En 10 homicidios el victimario fue el esposo; en seis no había ninguna relación con la víctima; en dos el homicida fue el progenitor; y en dos, el hijo. Otros asesinatos fueron perpetrados por hermanos, nietos, sobrinos, novios y ex novios.
En 21 de los 70 casos de feminicidio se utilizó un arma de fuego; en 13 el asesino cometió asfixia; en 14 hubo lesiones de arma blanca; en nueve hubo traumatismo cráneo-encefálico; en cuatro casos se ignora la causa porque la osamenta se halló en estado de descomposición; en cuatro, las mujeres fueron quemadas; en dos, decapitadas; en uno, fue degollada, y en otro caso la mujer fue asesinada a golpes.
LAS PRINCIPALES VÍCTIMAS
En 29 de los 70 homicidios las víctimas eran amas de casa; 11 estudiantes; seis, tenían ocupación desconocida; cinco eran comerciantes; cuatro no tenían empleo; cuatro eran meseras en un bar; tres empleadas; dos profesoras; dos propietarias de bar; una comunera; una cantante; una campesina, y una mujer en condición de explotación sexual.
Por rango de edad, el grupo más vulnerable fue de 31 a 40 años con 16 homicidios; seguido por el grupo de 51 en adelante con 14 casos; de 11 a 20 años con 13 asesinatos; de 21 a 30 con 12 casos; de 41 a 50 con nueve; de 0 a 10 años con cinco crímenes, y en un caso se desconoce la edad de la víctima.
AUTOEXILIO
A finales de agosto pasado, Olivia Jiménez, de 32 años, fue agredida a machetazos por su esposo. No fue la primera vez que Otilio Lorenzo intentaba matarla: en 2010 el hombre quiso quemarla viva introduciendo un tanque de gas a la casa donde ella residía con sus tres hijas.
La noche del 24 de agosto, Olivia fue ingresada al Hospital Civil con la mano derecha casi amputada por el ataque de Otilio Lorenzo Miguel, quien trabajaba como escolta del político Amador Jara.
El agente del Ministerio Público no tomó en cuenta las lesiones de la mujer para proceder contra el agresor. Tras sobrevivir al segundo ataque, Olivia también dejó la entidad.
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