Carmen Boullosa
Un taxista me roba la bolsa y todas mis cosas adjuntas. Si le hubiera alcanzado a pagar la dejada, se habría dado cuenta de que no me hurtaba la cartera, la tenía yo en la mano, bajo mi capa.
¿Qué ha hecho el taxista con lo que me robó? ¿Malbarató mis dos teléfonos portátiles (debidamente inactivados)?¿Les cambió el chip y los usa? ¿Los guarda como trofeos? ¿Se los regaló a su novia –si tiene novia-? Pero eran dos teléfonos (la blackberry gringa y el viejecito celular que uso cuando vengo a México)… ¿será que tiene dos novias?
¿Qué hizo con la tarjeta de crédito que venía escondidita bajo el zíper interno de la bolsa? Como tiene nombre de mujer impreso, ¿se la regaló a la preferida de sus dos novias? Ya está debidamente cancelada, no importará si es un coleccionista y la guarda, otro trofeo (“¡me chingué una señora que no aguantaba salir del carro cargando su bolsa!”) ¿O no se ha dado cuenta de lo que guarda el zíper?
La bolsa era buena, bonita y nueva. ¿Se la dio a su hermana? ¿A su mamá –que es muy poca?
¿Qué va a hacer su mamacita, si le tocó a ella la bolsa, cuando encuentre en el zíper interno mi tarjeta? ¿Es una ratera como su hijo e intentará usarla?, ¿pedirá una explicación al hijo?
¿Qué hizo con mis dos libretas llenas de anotaciones? En una, las recientes eran sobre Wladimir Kaminer, Adam Soboscyinski y Monika Maron -falta me hicieron en la mesa redonda que coordiné al día siguiente del hurto en la la FIL- y sobre Amparo Dávila, a quien presenté. En la otra libreta, que uso a modo de semidiario, tenía notas personales escritas con caligrafía sensata y garrapateos al vuelo de la conferencia de Carlos Pereda, en su homenaje en la UNAM, de la ópera (o postópera) con John Malkovich Confesiones de un asesino serial, de la peli The Warriors, entre otras. ¿Qué pensaría el taxista si leyera éstas?
¿Qué va a hacer con mi agenda electrónica, debidamente anotada (¡por fin lo había conseguido!) en el calendario de mi blackberry? ¿Qué cuando suene la alarma para recordar que faltan 40 minutos para mi cita con el dentista, tres horas para un vuelo, una exacta para ir a ver a Ethan Hawk al teatro?
¿Va a ir el taxista a tomarse la mamografía? ¿A revisión con el otorrinolaringólogo? Coleccionaba en la blackberry fotografías y videos de vapor o humo. El vapor de Austria o Newark o el de una alcantarilla… ¿Qué opinará el taxista?
¿Va a comenzar a hablarles por teléfono a mis amigos, “cómo está usted, señor Phil Lopate”?
El kindle, con su funda café y su aspecto grato de libro… ¿qué va a hacer con el kindle? ¿Sabe que se lleva una biblioteca electrónica sobre cómo fue que nos robaron el Lejano Norte?, ¿leerá las proclamas de Juan Nepomuceno Cortina, las estrategias navales de los tejianos, libros sobre comanches, karankawas, vaqueros, rangers, historias de cautivos, comancheros y ciboleros, los estudios de la gran pradería? ¿Influenciado por los flujos de la FIL mi kindle creó un lector?
Me acababan de regalar por participar en el Salón de la Poesía de la FIL –en el Salón del Tequila Herradura- una botella de tequila que debió haber sido sensacional. ¿Se bebió la botella de golpe?, ¿invitó a amigos para celebrar el robo?, ¿se la empinó solito? ¿Le convidó a su mamá? ¿O la guarda como un trofeo? ¿Fue la botella lo que lo incitó a robarme?
Y -motivo por el que no cargué conmigo al bajar del taxi la bolsa, y por el que él se dio a la fuga con mis cosas-, los libros que estaban en ella y sobre ésta, ¿qué les hizo? La revista Luvina dedicada a la literatura alemana (una joya de volumen, se las recomiendo), había participado en su presentación ese día, tenía sus papelitos amarillos y subrayados, y varias copias de “La patria insomne” que me acaba de publicar la editorial Hiperión impresa en México con la UANL, un poema largo, fragmentado.
No fui a hacer denuncia, los polis me dan miedo.
Cito del poema “La patria insomne”: “La Patria les tenía miedo. /Creía que le iban a mochar el águila o, / peor todavía,/ la serpiente./ ¿Qué iba a hacer nomás con su nopal vacío?… ¿A dónde ir con su nopal pelado?”
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