Miguel Carbonell
La prestigiosa organización cívica Mexicanos Primero acaba de dar a conocer su informe sobre la educación en México, correspondiente al año 2011.
Los datos son alarmantes y deberían ser motivo de una inmediata movilización social y política, pues de otro modo nuestro país nunca saldrá adelante. Le estamos hipotecando el futuro a nuestros jóvenes, que muy pronto no tendrán más opciones que dedicarse a la industria maquiladora, permanecer en el desempleo o bien orientarse hacia actividades delictivas e ilegales.
El valioso informe de Mexicanos Primero nos habla de la bajísima tasa de eficiencia terminal en nuestras escuelas. De cada 100 niños que inician la primaria 64 la terminan. De ellos, 60 inician la secundaria, 51 la terminan y solamente 46 se gradúan.
Esto significa que, a la edad de 15 años, 64 de cada 100 jóvenes en México ya están fuera de la escuela. Esa altísima tasa de fracaso implica una sentencia de por vida que condena a nuestros jóvenes a la mediocridad en sus ingresos económicos. Para el conjunto del país además es un riesgo que esos jóvenes puedan caer en las redes del crimen organizado, al no encontrar opciones de desarrollo personal o profesional.
En Finlandia y en Japón 95% de sus jóvenes se gradúan a nivel de bachillerato; también lo hacen 89% de los coreanos, 85% de los polacos y 74% de los brasileños. En México solamente 45% alcanza ese nivel.
Otro dato impresionante que nos ofrece Mexicanos Primero es el del número de horas que efectivamente se trabaja en las escuelas, es decir, las horas durante las que (más allá del calendario oficial), nuestros niños en efecto toman clase.
En Corea el número de horas anuales durante las que los niños de primaria toman clase es de mil 195; en Finlandia es de mil 172; en Francia es de 875. En México apenas es de 562. En algunas entidades federativas, como Oaxaca, la situación es todavía peor. Mexicanos Primero estima que un niño oaxaqueño al terminar la primaria habrá dejado de tomar el equivalente a un año escolar completo por motivo de los paros, los días feriados, las ausencias de los maestros, las reuniones sindicales y muchos otros factores que le impiden tomar clase.
A la vista de lo anterior, los resultados en cuanto a la calidad educativa no deberían sorprendernos: nuestros niños salen muy mal en las evaluaciones que se les aplican, tanto nacionales como internacionales.
En la prueba ENLACE aplicada durante 2011 el 54% de nuestros estudiantes de secundaria reprobaron en matemáticas.
Según la prueba internacional PISA, del año 2009, el 30% de los alumnos de secundaria en Hong Kong tiene nivel de excelencia en matemáticas; ese porcentaje alcanza 25% en Corea y 24% en Suiza. El promedio de estudiantes de excelencia en matemáticas en todos los países de la OCDE es de 12%. En México apenas 0.7% de nuestros alumnos de secundaria alcanza ese nivel. Por cada joven mexicano que es excelente en matemáticas hay 18 coreanos, 25 japoneses y 41 estadounidenses en ese mismo nivel. ¿Cómo vamos a lograr que nuestros jóvenes puedan competir en un mundo globalizado frente a ese ejército de conocimiento que cuenta con muchas más herramientas para alcanzar un pleno desarrollo académico y profesional?
Hay quien piensa que ese escenario tan tenebroso se arregla sólo invirtiendo más recursos públicos. Ésa es una creencia muy difundida pero falsa. México es el país de la OCDE que mayor porcentaje de su presupuesto dedica a la educación y sus resultados son malísimos. No se trata, por tanto, de arrojar carretadas de dinero. Hay que buscar la solución en otro sitio.
Pero para poder encontrarla es indispensable generar una movilización social que exija un desempeño mucho más alto para los profesores, una mejor organización por parte de las autoridades y una efectiva rendición de cuentas al poderoso sindicato magisterial. No podemos esperar más, ya que los países con los que competimos nos están rebasando a gran velocidad.
Nos tenemos que preguntar si queremos seguir siendo un país mediocre, que ofrece pocas oportunidades a sus jóvenes, o si estamos decididos a dar el salto hacia el futuro, ofreciéndoles una educación de calidad que los capacite para triunfar en el mundo del siglo XXI. Ojalá no tardemos en dar con la respuesta.
Investigador del IIJ-UNAM
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