La Otra Ruta Migratoria
Carecen de apoyos y se multiplican sus labores
Por: Citlalli López, corresponsal
Cimacnoticias | San Miguel, Ejutla de Crespo, Oaxaca.-Sara tiene 51 años. Sus tres hijos son migrantes en Estados Unidos y desde hace cuatro años asume el rol de madre con su nieto Yahir.
Para sostener el gasto que implica el cuidado de un esposo con discapacidad y del menor de edad, Sara trabaja en una cooperativa escolar vendiendo alimentos, empleo en el que gana un salario mínimo al día. De regreso a casa, se encarga de la preparación de la comida, el aseo, y la revisión y ayuda en las tareas de su nieto.
Al igual que ella, al menos 10 por ciento de las abuelas en San Miguel asumen o asumieron la responsabilidad de madres con sus nietas y nietos, debido al alto índice de migración de mujeres y hombres.
HISTORIA DE MISERIA
Un camino de terracería lleva hacia la casa de Sara. Es su día de descanso en el trabajo, pero en el hogar las labores no terminan. Descalza va de un lado a otro en la preparación de los alimentos, el lavado de ropa, trastes y el aseo en las recámaras que se resguardan bajo el techo de lámina.
“Luis Eber se fue cuando Yahir tenía dos meses de nacido. Se fue según a emigrar para hacer su casa, pero se quedó allá. De vez en cuando manda dinero porque dice que el trabajo no está bien”, relata Sara.
Obligados por la pobreza en el campo, los tres hijos que tuvo la mujer se fueron sin documentos a EU. Todos en su momento eran menores de edad y sólo habían concluido la secundaria.
Cuatro años después de la partida de Luis Ebert, la madre de Yahir también tomó un rumbo aparte, y Sara, entonces de 47 años, se quedó como madre sustituta. “Ellos se separaron y yo me quedé con Yahir. Yo le doy lo más que pueda, trabajo para él y todo lo que me pide se lo compro”, narra.
La abuela sólo tiene estudios de primaria, no es derechohabiente a alguna institución de salud, tampoco goza de prestaciones labores y mucho menos contará con una pensión cuando ya no pueda trabajar. La mujer va al día con los gastos.
Sara tampoco sabe cuánto tiempo más se quedará a cargo de su nieto y si la vida le dará las fuerzas para brindarle a Yahir estudios hasta llegar a ser un profesionista.
“Eso sí, estoy muy consciente de que Yahir no es mi hijo y que el día que su papá o su mamá vengan por él y se quiera ir, no podré hacer nada”, dice.
MÁS MUJERES MIGRANTES
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2000), 86.6 por ciento de los hombres y 37.2 por ciento de las mujeres de 60 años o más son reconocidos como responsables de su grupo familiar.
Los datos del Censo 2010 señalan que eran mujeres una quinta parte de las 60 mil 405 personas que salieron de Oaxaca al extranjero durante el periodo 2005-2010. Cerca de dos tercios de ellas tenían menos de 35 años de edad.
El aporte migratorio femenino de las localidades de menos de 2 mil 500 habitantes es mucho mayor que el que representa la población femenina migrante de localidades mayores, lo que remarca su origen más rural.
Aunque no se sabe cuántas mujeres migrantes dejaron a sus hijas e hijos al cuidado de las abuelas, es un hecho que cada vez son más las mujeres que salen de sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades para sostener económicamente a sus familias.
Otro dato que aporta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2007) es que la maternidad temprana o adolescente podría estar revitalizando la figura de las “abuelas criadoras”.
SOBRECARGA DE TRABAJO
Hasta hace un año, Ricarda Castellanos, también originaria de San Miguel, Ejutla, fue una de esas mujeres abuelas con rol de madre. Ella tenía 62 años cuando se quedó al cuidado de su nieta Paola, de sólo año y medio.
“Rosa es madre soltera; me dijo que quería irse para hacer algo por su hija y que aquí no había ningún tipo de oportunidad. Con mucho trabajo se fue y me dejó chiquita a mi Paola. Allá duró unos días en el desierto porque no pasó de inmediato”, relata.
Durante los dos años y medio que se quedó al cuidado de su nieta, Ricarda trabajó el doble.
“Yo me levantaba a las 4 de la mañana para ir a mi trabajo en el hospital en donde realizo labores de limpieza. Regresaba a las 8 de la mañana para hacer el desayuno y llevar a Paola a la escuela. Luego a la hora del recreo llevarle su almuerzo y de regreso en casa hacer comida, la tarea y el aseo, y al terminar tener energía todavía para jugar con ella”.
Ricarda tiene nueve hijos y cinco hijas. Tres hombres y dos mujeres están en EU, entre ellos Rosa, quien se fue cuando tenía 19 años. La mujer explica que todos emigraron porque en Ejutla no vieron futuro: “Aquí el trabajo no es suficiente para pagar renta, comida y el cuidado de los hijos”.
En junio próximo Ricarda cumplirá un año de haber quedado sola con la partida de Paola a EU, donde se reunió con su madre.
Se estima que en San Miguel, localidad a una hora de la capital de Oaxaca, al menos 70 por ciento de las 221 familias que la conforman tiene un familiar migrante hombre o mujer. En 51 de estas familias hay jefatura femenina, según el Censo 2010. Un 13.3 por ciento de la población la conforman las personas mayores de 60 años.
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