Pedro Echeverría V.
1. El maestro no es cualquier trabajador –y eso el Presidente Enrique Peña Nieto debería saberlo mejor que nadie, tal como ya he escrito varias veces- es un trabajador de la enseñanza, un transmisor de la cultura y de comportamientos. Sí es (con mucha dignidad) un obrero, un asalariado, un servidor del Estado, un explotado, pero al fin un trabajador especial porque está en contacto directo con niños, adolescentes y jóvenes, además de sus padres. ¿Puede o debe el Estado sobajarlo, tratarlo con la punta del pie, como si fuera un simple trabajador asalariado que no se le hace caso a pesar de ser el creador de la riqueza que otros -la extrema minoría- disfruta injustamente a manos llenas?
2. Hoy 15 de mayo, frente a docentes galardonados por sus años de servicio, además de dirigentes del Sindicato (SNTE), el presidente Peña Nieto reafirmó con todas sus letras, "el carácter laico y gratuito de la educación que imparte el Estado"; también dijo: "Que nadie pretenda confundir: la educación no se privatiza ni se concesiona, porque es una función obligatoria del Estado de mexicano". Sólo le faltó subrayar que además la educación debe ser pública, obligatoria y conservar su carácter popular; sin embargo, desafortunadamente, no le creemos a don Enrique porque todos los presidentes de la República han repetido ese lenguaje y han hecho lo contrario: abandonarla, privatizarla, adoctrinarla.
3. La gratuidad de la educación es esencial porque –como reconoció Peña- "es función obligatoria del Estado". Ya lo decía el doctor Mora y Gómez Farías hace 170 años: "El Estado no puede dejar a los particulares la formación de la conciencia ciudadana"; debe garantizar que todos los habitantes tengan el derecho a la educación sin tomar en cuenta sus condiciones de vida. ¿En manos de quien estaba la educación en México en 1833? Bajo el control del clero y de los particulares. El Estado liberal, entonces revolucionario, tuvo que luchar otros 40 años para arrebatar el control educativo a los conservadores e iglesia y construir las Constitución de 1857, Las Leyes de Reforma y la Constitución de 1917.
4. La batalla por la gratuidad respaldada en el presupuesto público debe ser el arma para enfrentar a la rampante privatización apuntalada por los empresarios, la derecha, la iglesia y los medios de información. ¿Por qué desde que se aprobó el Artículo Tercero Constitucional en 1917, que obliga a todos a respetar la gratuidad y el laicismo, toda la derecha puso el grito al cielo? Porque el desarrollo de la educación privada –apuntalada por cuotas millonarias, subsidios y presupuestos públicos- siempre ha sido un enorme negocio en México para particulares y políticos. Si bien el PRI del "nacionalismo revolucionario" mantuvo más o menos la educación gratuita y laica en un 90 por ciento, hoy es sólo del 60.
5. No sólo se han fundado o abierto más escuelas privadas para hacer negocios; también en las escuelas públicas se han impuestos planes y programas privatizadores. No se necesita revisar datos estadísticos para probarlo: basta con levantar la cabeza para ver que son cientos de miles las escuelas privadas que hoy se anuncian en los medios de información y, también basta con ver que en planes y programas se han eliminado o recortados materias y carreras sociales y humanísticas para introducir orientaciones técnicas e ingenieriles. Se ha puesto en los objetivos educativos la creación de estudiantes y profesionistas que puedan competir entre sí, que puedan enfrentarse, sin preocuparse en lo colectivo.
6. Hoy 15 han salido a marchar cientos de miles de maestros en la ciudad de México y en por lo menos 20 estados del país. Es claro que el movimiento magisterial de protesta contra la imposición de la llamada reforma educativa está creciendo rápidamente. Entre tanto la ultraderecha panista, empresarial y de los medios de información, presiona a Peña Nieto para que reprima a los maestros. El gobierno quiere desbaratar las protestas pero no se atreve porque teme que se hagan más grandes y compliquen más la situación del país. La coordinación del movimiento debe entender mejor la situación para evitar el oportunismo o la radicalización –por ahora- innecesaria.
7. Debemos estar claros que la educación no puede continuar en manos de políticos y empresarios. Es indispensable que los maestros, los alumnos, los padres de familia la tomen en sus manos construyendo mecanismo de participación que garanticen que sus propuestas sean llevadas a la práctica. ¿Quién más que ellos pueden conocen mejor la situación en que se desenvuelven? Qué maravilloso que la CNTE, después de 30 años –como lo hizo en 1989- ahora esté demostrando nuevamente su fuerza y su crecimiento en por lo menos 10 estados más. Los charros incondicionales de la maestra Gordillo no parecen dispuestos a plantear nada; su misión es obedecer. Soy CNTE desde que se fundó; fui representante en 1989 y hoy un simple defensor de sus posiciones. (15/V/13)
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