11/03/2014

Los enredos de Amado ( primera parte)

Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto
Antes de terminar en la cárcel, acusado de fraude bancario, evasión fiscal y lavado de dinero, Amado Yáñez fue un empresario consentido del sistema durante los dos sexenios del PAN y aún al arranque de la actual administración de Enrique Peña Nieto. Pero su desgracia sobrevino cuando, en busca de mantener intacto el esquema de privilegios y contratos millonarios con Petróleos Mexicanos, Yáñez planteó una maniobra transexenal al nuevo régimen del PRI y en el intento se enredó tanto que hizo aflorar la corrupción sobre la que se construyó su emporio que terminó por llevar a la quiebra.
El origen de la desgracia de Yáñez se remonta al cambio de gobierno en diciembre de 2012. Consciente de que su empresa Oceanografía se convirtió en la mayor contratista de Pemex a través de un esquema basado en las relaciones políticas, los contratos dirigidos y el fondeo con recursos públicos, primero con Vicente Fox y luego su gran auge con Felipe Calderón, Amado intentó replicar el mismo esquema con Peña Nieto. 
Primero buscó al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien contactó a través de uno de sus abogados. Planteó que el era un empresario “institucional” y que tenía interés en trabajar el mismo esquema con el nuevo gobierno del PRI, con beneficios mutuos: para su empresa y para los funcionarios de la nueva administración. Para su mala suerte el momento en que su propuesta llegó, Salinas no estaba en los mejores términos con el nuevo grupo gobernante, que más bien había “enfriado” políticamente su relación con el ex, antes cercana. 
Así que no hubo respuesta al planteamiento de Yáñez. Lo que buscaba preservar no era menor: durante la administración de Fox, Oceanografía pasó de ser una empresa pequeña y con serios problemas financieros, entre ellos un adeudo de 12 millones con el SAT, a recibir contratos cada vez más fuertes de Pemex, gracias a una relación que Amado cultivó con esmero: la de los jóvenes Bibriesca Sahagún, hijos de la primera dama, Marta Sahagún. El crecimiento fue mutuo, mientras los Bibriesca se volvían prósperos y acaudalados empresarios en el bajío, Oceanografía era una de las contratistas favoritas de la petrolera nacional, con casi 7 mil millones de pesos en contratos, sólo superada por Blue Marine, la otra empresa favorita del foxismo. 
Pero lo que logró en los seis años de Fox y a través de su relación con lo hijos de Marta Sahagún no fue nada comparado con lo que Oceanografía alcanzaría en el sexenio de Felipe Calderón. Sus contratos se duplicaron y de 7 mil millones de pesos en 2006 llegó hasta los 16 mil millones en contrataciones de Pemex de manera directa y otros 10 mil millones de pesos en contratos indirectos que Amado Yáñez recibía de la paraestatal y subarrendaba a otras empresas. Todo gracias a otra relación política: la que trabó con la familia Mouriño y con el fallecido Juan Camilo, titular de la Segob. 
Por eso, ante el fracaso con Salinas de Gortari, Amado Yáñez ideó otra estrategia para entrar en el gobierno priísta. Recurrió a Carlos Morales, subdirector de Pemex Exploración y Producción, y quien fuera su enlace operativo en la paraestatal en las administraciones panistas. Pero cuando en Los Pinos detectaron el movimiento, la reacción fue fulminante: no sólo despidieron a Morales Gil sino que además Pemex inhabilitó por 18 meses a Oceanografía por presuntas irregularidades. Ahí comenzó la desgracia para Amado. 
La inhabilitación de su empresa hizo que Banamex, uno de sus principales acreedores, brincara de inmediato y le reclamara a Oceanografía cómo pagaría varios créditos que le había otorgado y que tenían como garantías supuestas facturas de Pemex pendientes de pago a la contratista. Fue el primer indicio del mayor fraude bancario cometido en México en los últimos tiempos y la primer señal de que Oceanografía, ese titán de la transportación marítima y de operación de áreas estratégicas de la industria petrolera, era en realidad un gigante con pies de barro y construido sobre una red de favoritismos, corrupción y tráfico de influencias. 
Pero Amado no se iba a rendir tan fácilmente y aun iniciado el escándalo y las investigaciones de Pemex, buscó salvar su emporio con una maniobra desesperada: ofreció 10 millones de dólares a dos personajes que le dijeron que le podían “arreglar” el asunto a los más altos niveles de la actual administración de Peña Nieto. ¿Quiénes fueron esos personajes y cómo terminó por hundirse Yánez en sus enredos. Les contamos mañana, en la segunda entrega de esta historia. 
sgarciasoto@hotmail.com

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