La Jornada:
Leopoldo Santos Ramírez
De vez en cuando Andrés Manuel se queja de lo difícil que es mover a
l elefante reumático que le tocó como aparato de Estado. De hecho, la actual embestida de la derecha contra la 4T le da la oportunidad de montarse en él y dirigir la contraofensiva a buen ritmo. Esta embestida no es ni será la primera de una larga lista de intentos por desestabilizarlo. En realidad, con menor intensidad los esfuerzos obstaculizadores han estado presentes desde el primer momento que empezó a ejercer el Poder Ejecutivo y van a persistir hasta el último día de su sexenio. Lo fuerte del debate se da casi exclusivamente entre el aparato del gobierno y las cúpulas empresariales descontentas con el proyecto económico y de sanidad social por parte del Estado, para enfrentar tanto la crisis del coronavirus como la salida de la recesión económica en desarrollo. En la discusión, pocas voces de izquierda se han incorporado y es un error, porque se debaten cuestiones centrales en las que pensamiento y acción de la izquierda han tomado partido en favor de las causas populares desde hace mucho. Por eso sindicatos democráticos y las organizaciones populares no deben perder tiempo en presentar sus argumentos, advertidos que después de la contingencia pandémica las cúpulas nacionales e internacionales querrán de vuelta sus privilegios y seguir explotando irracionalmente a la mano de obra y destruyendo la naturaleza.
En este momento, en términos sencillos, los empresarios agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex creen llegada la oportunidad de echar abajo los proyectos estratégicos del Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería de Dos Bocas. Unas veces con voces destempladas y otras, con análisis a modo, como el publicado por BBVA, La inacción es más peligrosa que la sobrerreacción. En suma, desde todos los frentes empresariales exigen que el gobierno contrate deuda internacional para compensarlos por las pérdidas durante el periodo de paralización obligatoria de las industrias, el comercio y las finanzas. Alegan que con ese dinero y el desvío de los recursos de los proyectos prioritarios de la 4T pueden apoyarse más a los propietarios de empresas pequeñas que –reconocen– son las proveedoras del mayor número de empleos en México. Con falso interés, han tomado la bandera de las empresas pequeñas ubicadas en gran parte dentro del comercio informal, como si no se supiera que ellos mismos han creado pequeñas empresas subsidiarias para ocultar movimientos financieros y evadir impuestos. Andrés Manuel por su parte, sostiene que la salida a la situación no pasa por la protección de los grandes consorcios, a costa de desproteger a la mayoría de los de abajo, como ocurrió con las crisis del pasado. Esto debería ser aprovechado por los sindicatos democráticos, para replantear la informalidad en la que viven los trabajadores de compañías grandes y medianas, que mediante trampas con sindicatos blancos escamotean los derechos de los trabajadores al Seguro Social y demás prestaciones. Es la oportunidad de proponer una regulación severa del outsourcing, la práctica más neoliberal y, por tanto, la más antiobrera del capitalismo. La crisis del coronavirus no debe ser impedimento para que la voz de trabajadores y organizaciones populares se escuche, igual que la de las pequeñas empresas.
No desapercibo las críticas que desde la misma izquierda han recibido proyectos como el Tren Maya. Aunque sí es necesario otorgar mayores garantías a las comunidades sobre los efectos de las inversiones programadas, los temas a debate en este momento adquieren el carácter urgente de obvia resolución. Andrés Manuel no debe, por ningún motivo, ceder al chantaje vulgar que las cúpulas empresariales y sus personeros hacen en los medios. La cúpula que intenta imponérsele viene de esa tradición de chantajes y presión para vivir a la sombra de un Estado consecuentador. Esta burguesía en sus orígenes fue hechura de la Revolución Mexicana institucionalizada, paralelamente se hicieron negociantes y políticos. Por eso no puede vivir sin la protección del Estado. Es hora de destetarlos y que empiecen a ofrecer su esfuerzo por la nación.
* Investigador de El Colegio de Sonora
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