Editorial La Jornada
El secretario general
de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, alertó
ayer que a la par de la pandemia causada por el coronavirus SARS-Cov-2
se extiende por el mundo una peligrosa epidemia de desinformación y
noticias falsas. Según denunció el funcionario, cuando el mundo debería
vivir el momento de la ciencia y la solidaridad
proliferan los consejos de salud perjudiciales y los falsos tratamientos médicos; las ondas radiales se llenan de falsedades; las descabelladas teorías conspirativas contaminan Internet; el odio se vuelve viral, estigmatizando y vilipendiando a personas y grupos, por lo que llamó a
vacunarnosmediante una confianza sustentada
en un gobierno y un liderazgo receptivo, responsable y basado en evidencias.
Esta epidemia se presenta en distintos países pero ha cobrado un
cariz particularmente intenso y sistemático en España y México. En la
nación europea los medios y la derecha que va del Partido Popular al
fascista Vox han lanzado virulentos ataques contra el presidente Pedro
Sánchez en un intento por descarrilar a su gobierno; en México hay en
curso una campaña sin precedente en la que se mezclan los rumores para
sembrar pánico, las falsedades dirigidas en contra de la autoridad
sanitaria y, con una frecuencia cada vez más inquietante, los llamados a
desconocer al Poder Ejecutivo federal. Campañas como las referidas
pueden distinguirse con facilidad de la crítica racional y ciudadana –la
cual es saludable e incluso necesaria en cualquier contexto
democrático– por su manifiesta adulteración de la verdad con propósitos
desestabilizadores. Si tales prácticas son éticamente cuestionables en
toda circunstancia, engañar y confundir a la opinión pública en el
transcurso de una emergencia sanitaria como la actual no hace sino crear
condiciones para un desastre; el golpeteo catastrofista aspira a
convertirse en una profecía autocumplida.
Los intentos de desestabilización operan con millones de cuentas falsas ( bots)
en las redes sociales y tienen por responsables a medios informativos,
articulistas, académicos y opinadores, así como cúpulas empresariales y
actores extranjeros como las agencias calificadoras o medios
estrechamente ligados a los grandes capitales globales. En este rubro se
encuentra el diario londinense The Financial Times, el cual
publicó ayer un editorial en el que llama a la alteración del orden
institucional mexicano al azuzar de manera explícita a opositores,
gobernadores y líderes empresariales a unirse para imponer su agenda
sobre la autoridad legalmente constituida. En sí mismo, el texto
referido es un ejemplo de las falsedades o fake news ante las
que alerta la ONU, pues combina lecturas sesgadas de la realidad,
comparaciones carentes de sustento, afirmaciones aventuradas, esgrimidas
sin más propósito aparente que el golpeteo, e incitaciones a la ruptura
del cauce constitucional.
Lo que deja patente el Financial Times es un desprecio por
la democracia y por la soberanía popular: en sus llamados a que las
élites atropellen al poder público se olvida de que éste es resultado de
un ejercicio democrático que dotó al actual gobierno de una legitimidad
sin precedentes y de un mandato claro para cambiar el rumbo económico,
reorientar las prioridades del Estado y abandonar el modelo neoliberal
para embarcarse en la construcción de un Estado de bienestar. Así, con
ese editorial el rotativo se coloca en las antípodas de los principios
democráticos.
Es necesario llamar a quienes en México se han embarcado en esta
aventura de deses-tabilización a que recuperen la sensatez, cesen en sus
intentos por desacreditar a las autoridades sanitarias y desistan de
pregonar la lógica del
sálvese quien puedamediante la siembra del miedo y el odio, pues lo cierto es que parten de un cálculo equivocado: a contrapelo de su discurso catastrofista, y sin desconocer errores y tropiezos, sociedad y gobierno trabajan en la superación de la crisis y en ese esfuerzo participan los actores más relevantes del sector privado. Cabe esperar, pues, que sin renunciar a su legítimo posicionamiento como opositores a la 4T piensen en el bien del país y lo antepongan a sus inconformidades.
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