Pedro Echeverría V.
1. He conocido la experiencia de transformar la guerra imperialista en revolución social, por ejemplo en Rusia del 17 y que una intervención extranjera se convierta en revuelta y revolución, como sucedió en China y al final de la segunda guerra en varios países. Pero no estoy enterado, con la sola experiencia en México, de que un golpe de Estado se transforme en una revolución. Los golpes de Estado en Guatemala, Dominicana, Chile, Bolivia, Argentina y Panamá realizados por las burguesías y militares asociados al gobierno de los EEUU –a pesar de las combativas protestas del pueblo- permanecieron muchos años. La realidad es que la experiencia mexicana es muy particular porque el proceso revolucionario iniciado en 1910 sólo fue interrumpido en 1913 con un golpe de varios meses y la revolución continuó en su segunda etapa hasta triunfar en 1917.
2. En Honduras el Golpe de Estado lleva ya más de 25 días y a pesar de que “todos los gobiernos del mundo lo condenaron” parece que los golpistas dormirán tranquilos con el amplio apoyo de Obama, la Clinton, y los gobiernos de Arias, Calderón, Uribe y varios más que se dedicaron a entretener a Manuel Zelaya, gobernante derrocado. Pero lo más grave que podría pasar es que el pueblo hondureño siga siendo asesinado por los militares. ¿Con qué armas se defenderá el pueblo frente a un poderoso ejército armado –como los otros ejércitos de América- por las enormes fabricas de armamento de EEUU? Zelaya no podrá llamar al pueblo hondureño a defenderse poniendo el pecho limpio ante las balas asesinas. Si este caso se diera (de masacre contra el pueblo) además de culpar a los militares había también que culpar a Zelaya.
3. Si las masas toman el cielo nosotros no podemos menos que acompañarlas y si hay que hacer posible lo imposible debemos estar totalmente de acuerdo; pero siempre hay que evitar las masacres de indefensos ante los ejércitos de asesinos armados. Las batallas deben darse de igual a igual, de frente a frente; pero cuando aquellas son visiblemente desiguales, la estrategia, la inteligencia y la sagacidad tienen que pasar a primer plano. El derrocado presidente Zelaya y sus cercanos lo saben por eso no pueden llevar al pueblo hondureño a una masacre. Parece que Obama con este golpe logró frenar un seguro avance político de Hugo Chávez en la región; más que estar contra el golpista seguramente Obama le tendrá mucho que agradecer. La batalla del pueblo hondureño tendrá que ser más prolongada.
4. Los militares siempre se preparan a perfección para realizar golpes de Estado; al pueblo –por el contrario- siempre se le toma por sorpresa. Otra cosa hubiese sido si Allende –como al parecer querían los del MIR- le hubiera entregado armas al pueblo chileno para defenderse del golpe militar que se vislumbraba con los cacerolazos. Otra cosa sería también si en honduras estuvieran activos fuertes movimientos políticos y grupos armados que sirvieran de autodefensa. Pero al parecer, lo más probable, es que el pueblo hondureño esté indefenso frente al poder de los militares. En el México de hoy el pueblo mexicano es brutalmente explotado, amenazado, amenazado, reprimido y asesinado y no cuenta con arma alguna para defenderse. Los únicos que se defienden, y con ventaja, son los ejércitos de los narcotraficantes que salen de la oficialidad.
5. Cuando observo el mapa de Honduras, muy montañoso y extenso, pienso que el pueblo podría esconderse y armar guerrillas; pero también se que éstas no pueden surgir de la noche a la mañana para responder a un golpe de Estado. Muy cerca de Honduras estuvieron, en otros tiempos, las guerrillas de Guatemala, de El Salvador y de Nicaragua con distintas historias y resultados. Al parecer la historia de los países centroamericanos ha estado contaminada siempre por la gran violencia de los gobiernos y sus ejércitos en contra de los pueblos pobres y miserables; las luchas sociales pacíficas de masas han sido casi inexistentes. Por eso Manuel Zelaya deberá tener mucho cuidado y evitar una masacre para la que estarían siempre preparados los milicos y sus jefes. Ni modo fue un poderoso golpe que cambió un esperanzador rumbo del país.
6. Esta experiencia, vivida en América decenas de veces, debe ser analizada con seriedad por la izquierda social latinoamericana. Lo más sorprendente fue el comportamiento del gobierno norteamericano y de los gobiernos que lo siguen de manera incondicional para declarar su desacuerdo con el golpe de Estado y no hacer nada serio o contundente para echarlo abajo. Ese es un comportamiento cínico y desvergonzado que mantuvo a Zelaya sin poder hacer nada. Lo obligó a confiar en un diálogo inexistente y a dejar pasar los días para lograr que las protestas del pueblo se debiliten. Pero también este golpe de Estado fue una advertencia a los demás gobiernos progresistas para que calmen sus ansias liberacionistas. Aunque visto desde otro ángulo es una advertencia de que si el pueblo no está armado tampoco podrá defenderse.
7. Un golpe de Estado siempre es acompañado de un Estado de sitio o Estado de excepción. Me recuerda siempre –por los varios documentales que durante muchos años han pasado por mi vista y mi pensamiento- la persecución y los asesinatos nazis en Alemania así como al gobierno fascista de Pinochet en Chile. Espero que la opinión mundial impida que en Honduras resucite el monstruo de la represión y los asesinatos militares. Veremos si la ONU, la OEA y otros organismos, antes de ser enterrados, sirven de algo. Esta fue una gran lección para los pueblos del mundo que todavía siguen creyendo que las cosas están cambiando en beneficio de los pueblos, cuando la realidad es exactamente lo contrario. Deseo que las cosas sean mucho mejor para los pueblos a como este pesimista ve el mundo. “Golpe de Estado dado ni dios lo quita”.
pedroe@cablered.net.mx
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