4/26/2010

La columna de S. S chmidt

Intervención de Estados Unidos

Ocasionalmente uno ve señales claras que difícilmente suma con otras. Hace unos días se lanzaron dos bombas que hicieron poco daño dentro de dos consulados de Estados Unidos en la frontera con México.

No es la primera vez que sucede un ataque contra la representación de Estados Unidos, lo que mucha gente asocia con el odio ancestral en contra de los estadounidenses, derivado de la anexión de medio país en el siglo XIX.

Esta vez se le atribuyó el hecho a los narcotraficantes, lo que podría hacernos pensar en el surgimiento del narconacionalismo. ¿Querrán los narcos mostrar un odio exacerbado contra los yanquis?

Hay quién sugiere que los narcos están protestando en contra de las revisiones exhaustivas en los puertos fronterizos, que supuestamente buscan limitar la entrada de la delincuencia organizada de México a ese país. Eso podría explicar el asesinato de los empleados del consulado en Ciudad Juárez. Pero hay algo que cuesta trabajo entender.

El escalamiento contra intereses estadounidenses puede provocar la ira en el norte y el reforzamiento de la vigilancia fronteriza, lo que opera en contra de los negocios de los narcos, de esta manera, esto es en apariencia una estrategia auto-destructiva. Hasta ahora los narcos han mostrado su superioridad bélica, mejor armamento, mayor lealtad de sus soldados (no se escucha en su medio que haya el mismo nivel de deserción que se da en el ejército) y mucho mejor inteligencia. Mientras el gobierno camina de forma errática los narcos parecen tener una visión muy precisa que inclusive demuestra un manejo inteligente de los medios de comunicación, luego entonces, cuesta trabajo pensar en la construcción de un escenario de auto-derrota.

Así mismo no se puede descartar la noción de que posiblemente los bombazos respondan a una estrategia desde Estados Unidos para crear un escenario de intervención en México.

Si las casualidades difícilmente se presentan en la política, en este caso resulta por lo menos sospechoso ver la conjunción de varios eventos salidos de Estados Unidos.

El Departamento de Estado censura de una forma contundente al gobierno de México en su informe de derechos humanos de 2009. Se habla del asesinato ilegal por parte de las fuerzas del orden, secuestros, abuso físico, condiciones carcelarias pobres, detenciones y arrestos arbitrarios, ineficiencia y corrupción.

El Americas Program Report habla de la nueva guerra sucia mexicana. Si en los setentas tuvimos desapariciones forzadas, hoy volvemos a sufrir este tipo de política que incluye la tortura como método de investigación policiaca.

El Pentágono ya planteo el tema del estado fallido mexicano, que es la condición donde el gobierno y las instituciones de gobierno están desaparecidas.

La entidad que hace los estudios en el congreso de Estados Unidos llega a la conclusión de que están construidas las condiciones para una intervención en México, que esta está contemplada en el Plan Mérida. La condición es que el gobierno de México la solicite.

Este concepto ya flota en el debate político de Estados Unidos, y hacen falta eventos que faciliten que la discusión penetre al aparato de toma de decisiones, que se inicie la dinámica en la cual se plantee que la seguridad nacional en Estados Unidos incluye una “pacificación” mexicana y la protección de los intereses estadounidenses, controlando la violencia, ineficiencia y corrupción mexicanas, porque esto permite posponer la atención a éstos temas en Estados Unidos.

La provisión de que el gobierno mexicano solicite la intervención esta en el Plan Mérida y la necesidad política de Calderón para mostrar que su gobierno no ha fracasado completamente parecen ocupar el centro de esta posibilidad. El FBI investiga asesinatos en el lado mexicano de la frontera y llegan tan al sur como al Estado de México donde investigan el asesinato de una niña. ¿Quién entonces aventó las bombas?

El gobierno de Calderón ha sido ruinoso, la corrupción se ha desatado, se lee que sus familiares participan en negocios multimillonarios que no reflejan su historia económica: asegurar su futuro político puede correr por medio de contar con la protección y beneplácito de Estados Unidos, lo que lo podría llevar a invitar la intervención y dejarle este legado a su sucesor, el que deberá contar con el visto bueno de Washington. El que ha leído estas señales es Carlos Salinas, con lo que el acomodo en el PRI es muy diáfano.

En ciertos círculos del gobierno parece recibirse con agrado que México se convierta en la estrella 51. Aunque lo que no se pondera adecuadamente, es que esto será un retroceso para la libertad y democracia mexicana. Pero esto le vale de poco a los sátrapas de la política mexicana actual.

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