EFE
Una decena de mujeres nacidas en Ciudad Juárez (México) y que viven y trabajan en El Paso (Texas, EE.UU.), mantienen una huelga de hambre ante la Casa Blanca, para reclamar fondos para el desarrollo de la frontera.
Las manifestantes, que pertenecen a la organización “La Mujer Obrera” de El Paso, iniciaron hace nueve días una estricta huelga de hambre con la que pretenden llamar la atención sobre la precariedad en la que viven muchas mujeres de la frontera, explicó hoy a Efe su representante, Rubi Orozco.
“La frontera es la zona más pobre del país, y en ella sólo se despliegan políticas de seguridad. Necesitamos un desarrollo basado en comunidades y no más fábricas que busquen mano de obra barata”, subrayó Orozco.
A través de cartas al presidente Barack Obama y a su esposa, Michelle, y reuniones con congresistas y representantes de agencias federales, las manifestantes pretenden impulsar un plan de inversión inmediata de 1,5 millones de dólares para que el Gobierno de EE.UU. cree una Comisión de Desarrollo de la Frontera.
Su propuesta es que esta Comisión coordine las ayudas económicas directas a las organizaciones a través de iniciativas públicas y privadas.
Las mujeres, todas ellas afectadas directa o indirectamente por la violencia de Ciudad Juárez, forman parte de un grupo de 35.000 trabajadoras que perdieron su empleo con el cierre de empresas tras la firma del Tratado de Libre Comercio entre México y EE.UU. en 1994.
Muchas de ellas encontraron refugio en la organización de El Paso, donde pudieron aprender un oficio y ayudar a su comunidad a través de pequeñas empresas, explicó a Efe la huelguista Ana Gómez.
Pero la labor de la organización se ve truncada por las “necesidades de escuela, de trabajo, de programas de salud”, recordó a Efe Rosalía Hernández, otra de las manifestantes.
“Hacemos esta huelga de hambre para que el Gobierno ponga los ojos en nuestra comunidad”, subrayó Hernández. “Necesitamos que aporten fondos a las organizaciones de mujeres a lo largo de la frontera y no sólo a seguridad, a crear muros y armas”.
Esa tendencia del Gobierno a centrarse en la seguridad refuerza la impresión de las manifestantes de que se dedican pocos recursos a ayudar a las mujeres de la zona, cuyas condiciones de vida resultan perjudicadas en muchas ocasiones por las acciones de la “guerra al narcotráfico”.
“Necesitamos que los fondos sean directos, para que lo que nos llega a nosotros no sean las migajas”, destacó María Lerma, de 29 años, que llegó a El Paso cuando tenía 13.
Otro problema es el estancamiento de los recursos ya existentes, apuntó Orozco, al recordar que ya existe una Comisión Regional de la Frontera Suroeste en el Congreso de EE.UU., pero “nunca se le han aportado fondos, y está en riesgo de desaparecer si no tiene presupuesto antes de 2012″.
Las mujeres no han recibido aún una respuesta de la Casa Blanca, pero tampoco piensan en la fecha final de una huelga de hambre que podrían encadenar con otras formas de presión.
“Esto es sólo el principio de una larga lucha”, aseguró Rosalía Hernández.
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