La Revolución Mexicana, es decir la lucha de clases que es su motor, cuenta con luchadores extraordinarios que resisten y avanzan
Fernando Buen Abad /Resumen Latinoamericano - La Revolución Mexicana, es decir la lucha de clases que es su motor, cuenta -a estas horas- con luchadores extraordinarios que resisten y avanzan desde los pueblos originarios, desde las organizaciones campesinas y desde el movimiento obrero. En Oaxaca, en el D.F., en Michoacán, en Chiapas, en Tijuana, en Los Ángeles, en Houston…. México actualiza sus 100 años de Revolución para dejarnos ver la página del presente y del futuro en la que está expresado el socialismo como el camino concreto de una revolución plena, permanente, impregnada de amor loco revolucionario y mundial. Que no nos roben el futuro. La rabia que provoca impotencia y la impotencia que provoca rabia, frente a las miles de estupideces, crímenes y atropellos del des-gobierno actual, se convertirá en programa racional y apasionado para derrotar esta etapa infernal e inclemente.
México siente, vivo, en sus venas profundas, el palpitar de su Revolución Permanente. La lucha de clases se agudiza y los trabajadores retoman fuerza para derrotar el secuestro, criminal y demagógico, de una burguesía cada día más degenerada y monstruosa. El malestar y el hartazgo contra el saqueo de las riquezas, contra el autoritarismo de la corruptela disfrazada de gobierno, contra el espectáculo macabro de las mafias, que son todas una y la misma, mafia del capitalismo… hartazgo contra la explotación y la humillación de los trabajadores, todo eso, y más, suma un conjunto de factores cuya dinámica no tiene otra perspectiva que civilización o barbarie. México vive el ascenso de una etapa nueva en su Revolución Permanente contra la andanada asesina del neoliberalismo, contra el asalto criminal del TLC, contra la incalculable sangre derramada, contra la represión incontable y contra la maldición de gobiernos hijos del fraude y traidores del pueblo, uno tras otro.
La Revolución está en pie, la Revolución Mexicana Permanente, no la de los museos, no la que yace petrificada en los libros de algunos historiadores burgueses, no la que huele a camposanto… está en pie la Revolución secuestrada, la que se persigue a fuego y picana como en Atenco, la que agita corazones, la que da identidad a México por encima de cualquier otra cosa. Única identidad verdadera.
México celebra la Revolución Permanente a su modo y desde abajo, con su fiesta propia de poeta rebelde y con reloj propio que no le teme a su dialéctica. Nadie impedirá que la Revolución Mexicana Permanente se clave en la eternidad para alumbrar con su fulgor la suerte venidera. Nadie impedirá que florezca en nuestra carne y pensamientos y repique desbordada esa pasión que invadirá al presente y al futuro. Revolución Permanente que se ocupa y se ocupará constantemente de reproducir el momento en que la humanidad da sus saltos cuantitativos y cualitativos con un mirar de vértigos. Revolución para tomar el cielo por asalto con ejércitos de luz y millones de obreros y campesinos que levantan al cielo sus banderas, nuestra esperanza, única esperanza contra el hambre eterna y el descorazonamiento, contra la angustia que cuelga de los pechos. Contra la angustia tantos siglos acumulada como lágrima inmensa. Contra la muerte de pesadilla y fatalidad negocio de algún idiota.
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