12/27/2010

¿Qué tan cara es la democracia?


Samuel Schmidt

schmidt@mexico.com
El Instituto Federal Electoral (IFE) reclama que no es el organismo más caro, que no es cierto que la “democracia” mexicana es de las más caras del mundo y nos receta unas explicaciones que inducen a la furia, porque trata de comparar cuanto ha crecido su presupuesto a comparación con el de otras dependencias públicas. Claro que de entrada debemos preguntar por qué razón debe crecer su presupuesto de manera sistemática.

Esta respuesta del IFE se deriva de un estudio realizado por un investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica que sostiene justamente lo contrario.

Las comparaciones que hace el IFE aparentemente lo hacen ver bien, aunque está por verse la metodología que usaron, porque en eso de usar a la estadística para mentir, los funcionarios mexicanos se pintan solos. Una vez un funcionario de un banco multinacional me decía: “sabemos que el gobierno mexicano miente pero lo hace muy bien”. Solo que parece que estamos llegando al límite de la credulidad.

Son notorios los mega sueldos que se pagan los consejeros del IFE y también los abusos que cometen. Es notorio el caso de un consejero que alquiló un helicóptero para ir a “ver” el conflicto guerrillero en Chiapas en los 90s. Ningún consejero le reclamó el exceso. Dicen que su salario está establecido por ley, aunque pudieron ser solidarios y bajárselos como respuesta a la crisis, pero los viajes que realizan por el mundo en primera clase y hoteles super caros no están determinados por ninguna ley y menos por la prudencia, tampoco por ley que tienen que recibir vehículo con chofer y gastos de mantenimiento del mismo, y mucho menos recibir gastos de representación para que coman en los mejores restaurantes.

Seguro nos dirán, lo que no fue en mi año no fue en mi daño. Y podremos darles el beneficio del nuevo arribo porque siempre los de antes eran los malos y los nuevos prometen las perlas de la virgen y les creemos, aunque no cumplan.

No hace mucho tiempo trascendió que con todos los miles de millones de pesos que se han invertido para que el IFE nos asegure la democracia, no obstante los guardianes de la democracia hubo un escandaloso fraude electoral. Nos dirán tal vez que el responsable se fue y ahora da clases en una universidad, seguramente sobre honestidad electoral.

Es indudable es que mientras México se derrumba, la calidad de vida va en declive, los espacios de control gubernamental se reducen, las instituciones de gobierno no pierden ni un centavo. El IFE reconoce que sus ingresos siguen creciendo, aunque dicen que más lento que otras entidades gubernamentales. Y es legítimo preguntar: ¿Cuánto ha mejorado la democracia mexicana y cuánto gracias al IFE? La meta de hacerla una institución ciudadanizada ha fracasado rotundamente porque los partidos políticos se reparten el consejo con cuotas, cual si fueran rebanadas de un pastel muy suculento.

Cualquiera diría que hay avances indudables en la democratización mexicana. El largo dominio del PRI tuvo un receso, pero nada de eso se le debe al IFE, la deuda está con aquellos que ofrendaron su vida, su juventud y muchos años de cárcel en la larga lucha contra el autoritarismo. El IFE actual solamente se ha asegurado que ese largo dominio no sea enterrado, porque han sido cómplices de algunas de las grandes infamias de los que se regodean como gobernantes democráticos y se siguen comprando votos.

Uno de los engaños recientes del IFE es el voto en el exterior. Dicen ellos que las dificultades al mismo están en la ley, luego entonces ¿para qué hacen campañas en el exterior y se acercan a las comunidades mexicanas con una especie de promesa que no es tal?

El IFE es uno de los eslabones de la simulación mexicana, donde supuestamente todos pelean por el avance de la democracia siempre y cuando tengan una ganancia concreta en los bolsillos, porque hoy los gobernantes mexicanos están más interesados en saciar sus apetitos –que son muy grandes- en lugar de construir una sociedad mejor, un país mejor, un mundo mejor.

Lo grave del asunto es que no solamente mienten sino que lo hacen devorando gigantescas tajadas del presupuesto público, que no es más que los recursos de la sociedad. Imagine usted cuantos empleos podrían crearse con el salario de un consejero y cuántos proyectos económicos podrían lanzarse con una porción de lo que se traga la enorme burocracia electoral. Ya no hablemos de los materiales, credenciales, etc. Y eso que no se habla mucho sobre los negocios que podrían estar haciéndose alrededor de esa fortuna. ¿Veremos que se transparente totalmente el IFE o se esconderán en argucias legales como el resto del gobierno?

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