Según Calderón, aunque el reparto agrario fue una cuestión de justicia social, al continuarlo hasta fines del siglo pasado, provocó que se repartieran también bosques y selvas para ser utilizados en la agricultura. El Presidente ignora que la mayoría de los pueblos indígenas ocupan territorios ancestrales, reconocidos por la Corona española a través de títulos primordiales. Estos territorios se encuentran entre las regiones mejor conservadas y con mayor biodiversidad, de ahí que en la actualidad sean codiciados para establecer áreas naturales protegidas y en el marco de REDD+ para establecer reservas y bosques de carbono.
La agricultura mesoamericana que utiliza la técnica de manejo de acahuales que el Presidente sataniza, se orienta a la diversificación y se caracteriza por crear selvas y bosques antropogénicos. Así el acahual que se tumba y quema en un ciclo para hacer milpa, se dejará descansar por varios años hasta que vuelva a regenerarse y durante la regeneración estará capturando más carbono que cuando el bosque ya estaba maduro. El carbono de la quema incorporado al suelo tiene alguna semejanza con la técnica del biochar propuesta para capturar carbono entre las falsas medidas de mitigación del cambio climático. Las montañas cambian constantemente, pues en algunos años se siembra en un sitio y en otros se siembra en un lugar distinto, pero no se deforestan. El manejo de acahuales implica un conocimiento profundo y especializado en la orientación del agua de la lluvia y las corrientes para evitar la erosión y garantizar el buen regadío, también en las temporadas y formas de hacer la roza, tumba y quema para incorporar la mayoría de los nutrientes al suelo, y controlar el fuego. El manejo de acahuales no es deforestación.
El titular del Ejecutivo ejemplificó en su discurso las conversaciones que acostumbra sostener con indígenas que siembran maíz en ladera y mostró que no entiende lo que significa que sólo siembran para comer, tal como ellos afirman. Esto significa que no buscan desmontar todo, para sembrar maíz para vender en el mercado buscando los más altos rendimientos y precios. Ellos cultivan para mantenerse a sí mismos y a sus familias, y para mantenerse en la tierra que además cuidan y en la que realizan muchas más actividades. Ellos son campesinos.
Calderón por el contrario les propone un pago subsidios ambientales
para que dejen de sembrar y trata de hacer cuentas, sobre si compensa o no el subsidio al campesino. Pero el problema es otro, algunas comunidades campesinas e indígenas han aceptado o hasta promovido el pago por servicios ambientales, como un derecho, pero no comprometen sus áreas de siembra, ni acahuales, entre las zonas que deberán dejarse sin tocar por el plazo que dura el subsidio, sino aquellas dedicadas por decisión comunitaria a la conservación o a la forestaría. Si los campesinos no siembran tienen que comprar maíz y otros básicos y pierden su esencia de ser campesinos, además de vulnerar su seguridad alimentaria al depender del mercado.
Muchas comunidades y organizaciones indígenas han alzado la voz para denunciar el despojo del control de su territorios por las políticas ambientales. El discurso de Calderón es una nueva alerta para las comunidades, pues se buscará terminar con la agricultura de ladera y el manejo de acahuales para destinar los montes exclusivamente a la conservación, además de impulsar la creación de más áreas naturales protegidas.
El Presidente por el contrario no se refirió a los verdaderos causantes de la deforestación en México, casi todos ellos usurpadores en distintos momentos de las tierras de las comunidades indígenas: los ganaderos, los talamontes, las compañías madereras a quienes se concesionaron los bosques y selvas de las comunidades por décadas, las compañías petroleras y mineras, y actualmente los impulsores de megaproyectos como presas, minas, explotaciones de energía, rellenos sanitarios y basureros, desarrollos urbanos, carreteras, aeropuertos, explotaciones de ganadería y agricultura industriales, quienes se enfrentan cotidianamente con los dueños y poseedores de las tierras y recursos.
Así en Cancún mientras el Presidente culpó a los campesinos e indígenas de la deforestación y el calentamiento global, el movimiento internacional Vía Campesina, junto con la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales y la Red En defensa del maíz reivindicaban que son los campesinos quienes están enfriando el planeta.
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