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MÉXICO, D.F. (Proceso).- La actitud de la justicia estadunidense contra Dominique Strauss Kahn ha dado tal vuelco que, por primera vez desde su detención el político francés aparece en los medios de comunicación con una sonrisa de lado a lado. Tal giro se debe a que se han descubierto varias mentiras de la camarera: a las autoridades migratorias les mintió con que su marido había muerto a manos de la policía en Guinea y que a ella la habían violado tumultuariamente, y en su declaración dijo que después del ataque sexual de DSK, antes de llamar a la supervisora, había esperado en el pasillo a que él tomara el elevador. No es extraño que alguien que busca asilo político exagere su situación con tal de lograrlo, como tampoco suena descabellado que luego del incidente Nafissatou Diallo se tomara un tiempo para recomponerse y hablar de lo sucedido: ahora ha reconocido que realizó sus labores en otra habitación antes de regresar a la suite de DSK y llamar a la supervisora.
El artículo de John Solomon (21 mayo) publicado por el Center for Public Integrity (una asociación civil que promueve un periodismo ético de investigación), consigna que dos personas familiarizadas con la investigación declararon que la supervisora encontró a Diallo semiescondida en un clóset, llorando. Según Solomon, a partir de ese momento la víctima fue interrogada cuatro veces: por la supervisora de piso, por el ama de llaves del hotel, por el encargado de seguridad de Sofitel y por el representante de la policía neoyorquina. Solomon señala que todos declararon que ella no quería denunciar y que fue el personal del hotel el que la presionó para que lo hiciera. ¿Acaso todos mienten?
La única certeza por el momento son los restos de semen de DSK, pero solamente prueban que eyaculó. El dato relevante es si eso ocurrió dentro de un intercambio consentido o forzado, espontáneo o maquinado. Y eso es lo que importa aclarar. Hasta que el juicio termine, la presunción de inocencia es válida para ambas partes, aunque muchas personas sigan creyendo que DSK es un agresor sexual y otras piensen que Diallo es pieza en un complot político o una fichita aprovechada.
Debe ser grande la tentación de interpretar la poca credibilidad de la víctima como una prueba de que no hubo agresión sexual. También debe ser muy tentador usar la mala fama de DSK para inculparlo. ¿Qué tan “consensuado” fue ese encuentro sexual entre el altísimo funcionario internacional y la camarera inmigrante? Cuando la justicia enfrenta denuncias de abuso ocurridas entre dos personas que simbolizan posiciones sociales tan opuestas, los prejuicios hacen de las suyas. En este conflicto entre un hombre blanco, rico, poderoso y una mujer negra, pobre, inmigrante, ya se han desplegado narrativas de victimización tanto sobre la pobre trabajadora vejada como sobre el pobre político que, debido a una trampa, fue desprestigiado internacionalmente, perdió su cargo en el FMI y probablemente su candidatura a la presidencia de Francia.
Todos solemos tener un impulso de solidaridad hacia las víctimas. El quid aquí es esclarecer quién es la verdadera víctima. Me preocupa que las mentiras de Diallo hayan desplazado el interés de la justicia y que ahora lo que más se investigue sea su calidad moral. Además la llamada telefónica que ella hizo a un preso convicto de tráfico de drogas la liga a un delincuente y agrava aún más su descrédito. Es probable que, más que esclarecer lo que ocurrió en la suite 2806, la justicia se centre en la poca fiabilidad de la víctima.
Si en este caso, como en muchos otros donde no hay testigos, se confronta la palabra de la víctima contra la del supuesto agresor, ¿cómo saber la verdad? ¿Será posible un juicio sin prejuicios? Ambos tienen historias que favorecen su inculpación, aunque en proporciones distintas. ¿Cómo valorar la denuncia que hace Tristane Banon del intento de violación de DSK? ¿Cómo interpretar el timing político de lo ocurrido y las consecuencias políticas del cambio de rumbo en el FMI? ¿Quién se beneficia con la caída de DSK? Tanto en Francia como en Guinea el caso ha dividido a la sociedad y todos tratan de llevar agua a su molino. En Francia los reclamos han tenido tintes chovinistas contra Estados Unidos mientras que en Guinea se han reavivado viejos conflictos étnicos, pues para el grupo mayoritario, los malinké, Diallo es una mentirosa y para la etnia a la que ella pertenece, los fulani, es una víctima.
En su más reciente novela Javier Marías dice que “ la verdad nunca es nítida, siempre es una maraña”. ¿Hasta dónde la justicia estadunidense será capaz de desenmarañar lo que realmente pasó? Por lo pronto, reconozco que mi prejuicio sigue a favor de Diallo, aunque creo que Maureen Dowd acierta cuando en su columna del 2 de julio en el NYT concluye diciendo “cuando un predador habitual es confrontado con una mentirosa habitual, la mentirosa tiene todas las de perder, aun cuando sea el caso de que esté diciendo la verdad”. Pase lo que pase, la única ganancia de este lío es que a partir de ahora los depredadores sexuales –empezando por DSK, que sin duda es de esa especie– van a temer las consecuencias de sus actos.
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