1/08/2012

Sueños guajiros para el 2012




Sara Sefchovich


Hace un par de semanas me invitaron a un evento para analizar las perspectivas para las elecciones del 2012. Allí dije una vez más lo mismo que he dicho desde hace varios años en cuanto foro y texto se puede: que por culpa de la política los ciudadanos la pasamos muy mal.Y es que desde hace un cuarto de siglo, en México la hemos pasado creyendo que “el voto es el instrumento fundamental para cambiar al país”, como afirmó alguna vez Cuauhtémoc Cárdenas. Y por esa creencia se han destinado los principales esfuerzos y recursos del Estado a las elecciones: se crearon leyes, instituciones y organismos destinados a organizar, echar a andar y supervisar los procesos electorales, así como a resolver diferencias y desacuerdos.

Se trata de un aparato enorme y complejo, que para mantenerse requiere de muchos millones de pesos con los cuales pagar a los funcionarios y la burocracia, oficinas, autos y equipos de alta tecnología y comunicación, así como para dar dinero a los partidos. El resultado es que cada voto nos cuesta una fortuna. ¿Ha valido la pena todo este esfuerzo y todo este gasto?Por supuesto, nadie en su sano juicio se opondría a que se hagan elecciones, son la única manera conocida en que se puede conseguir la “formación y funcionamiento del orden político y jurídico”, según ha afirmado José Fernández Santillán.

Pero ¿no podría conseguirse lo mismo con menos gasto? Ésta es la pregunta esencial en un país en el que hay problemas tan apremiantes y en los que a decir verdad, “no hay ningún cambio favorable en cuanto a una democracia social”, como dice Sergio Zermeño. Las elecciones entre nosotros, entonces, sólo han servido para mantener a una clase política y a los ilustrados con chamba perpetua y muchos beneficios, pero poco han tenido que ver con los ciudadanos. Por eso hay tan bajo nivel de participación.Y no es posible seguir por un camino así, en el que las elecciones cuestan tanto dinero y nunca hay dinero para nada que no sea electoral. No es posible seguir sosteniendo a esos carísimos partidos, institutos electorales, tribunales electorales, campañas y publicidad. Necesitamos cambiar esto.

Y lo que se tiene que hacer es sorprendentemente simple: que las elecciones cuesten menos dinero y que el dinero se invierta en otras cosas. Esto se lograría con el método lopezvelardiano de convertir a los organismos que las organizan y califican en modestas oficinas sin tanta parafernalia y a sus funcionarios en ciudadanos cuyos sueldos y prebendas son como los del común. Y estos recortes tendrían que incluir a los partidos y de una vez a los “representantes” y legisladores, a los gobernadores, que son verdaderos virreyes, y a los jueces y tribunales de justicia que se han convertido en los que mandan y deciden todo en el país.

Y luego vendría un segundo paso, el de obligarlos a algo también sorprendentemente simple: que los gobernantes, funcionarios, autoridades, legisladores y burócratas de todo nivel cumplan con su deber. Es decir, que hagan su trabajo.

Atender lo que queremos y necesitamos los ciudadanos debería ser el punto de partida y de llegada de cualquier institución, organismo, tribunal o reforma.Los que tienen que sentarse en una curul a legislar que lo hagan, los que tienen que atender una ventanilla que lo hagan, los que tienen que llevar agua a una colonia, o recoger basura, o revisar una fuga de gas, que lo hagan, los que le tienen que pagar su pensión a la viuda o recibir a un señor en el hospital, que lo hagan. Así nada más, sin traer a todo mundo dando vueltas y diciéndole siempre que no se puede.

Pero hasta hoy eso no sucede, las cosas no se hacen o se hacen mal porque a nadie le interesan los ciudadanos.Digo todo esto al comenzar el año, a sabiendas de que va a seguir cayendo en oídos sordos, como ha sucedido hasta ahora. Y lo digo porque me invade desde ya el enojo y la desesperación por no poder cambiar las cosas y por lo que nos espera.

sarasef@prodigy.net.mx
http://www.sarasefchovich.com/
Escritora e investigadora en la UNAM

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