Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- La primera encuesta pública que midió el impacto de los “errores de diciembre” de Enrique Peña Nieto se dio a conocer este 10 de enero. Se trata de Consulta Mitofsky, la empresa dirigida por Roy Campos, que tiene una alta exposición mediática gracias a su acuerdo con Grupo Televisa, la misma empresa que desde hace años ha firmado convenios anuales con el exgobernador mexiquense para asesorarlo, producirle spots y generarle una popularidad innegable para un político desconocido hasta hace seis años.
Como era de esperarse, Consulta Mitofsky señaló que Peña Nieto sólo disminuyó 3 puntos, en relación con las mediciones de octubre de 2011, cuando el exgobernador aún no era ungido como precandidato único del PRI ni había firmado el convenio de alianza con los partidos Nueva Alianza (Panal) y el Verde Ecologista de México (PVEM).
Según Mitofsky, Peña Nieto pasó de 45 a 42% de preferencia electoral. Su índice de popularidad es muy alto aún, sobre todo si se le compara con el segundo lugar en esta medición, que lo ocupa Josefina Vázquez Mota, la precandidata panista más adelantada en términos demoscópicos, que registró 21% (el mismo porcentaje anterior) y Andrés Manuel López Obrador, que incrementó un punto porcentual para ubicarse en 17%.
Mitofsky no es la única empresa que está midiendo el desempeño de los precandidatos. Su reporte del 10 de enero tiene como objetivo generar una “vacuna informativa” para aminorar las especulaciones sobre la “caída” de Peña Nieto en las encuestas.
Otras mediciones internas del PRI indican que la disminución del precandidato único es de 8 puntos porcentuales. Algunos hablan de 6 puntos. En ninguno de los dos casos se han hecho públicos esos sondeos.
El problema no es que la disminución sea menor a lo esperado por los antipeñistas más activos en las redes sociales (especialmente Twitter y Facebook).
El punto central radica en un fenómeno demoscópico inherente al modelo Peña Nieto: difícilmente el Golden Boy va a volver a rozar la frontera de los 50 puntos porcentuales (como después del triunfo priista en el Estado de México en el 2011) porque llegó a su tope de popularidad.
En condiciones de mayor competencia, Peña Nieto tenderá a bajar por una razón fundamental: López Obrador se corrió hacia el centro y le está quitando simpatizantes a quien centraba su propuesta en una clase media que en 2006 fue atemorizada; y si el PAN decide racionalmente, Josefina Vázquez Mota sería la candidata más competitiva frente al escenario actual. Vázquez Mota también le disputaría simpatizantes a Peña Nieto.
El problema entonces no serán las encuestas sino la estrategia de compra y cooptación del voto, tradicional en el PRI. Si esto ocurre, entonces estaremos frente a unas elecciones presidenciales profundamente corporativizadas.
Impacto de las redes sociales
Los usuarios de las redes sociales no rebasan 12% de los ciudadanos registrados en el padrón electoral y, en su mayoría, están fuera de estas redes clientelares por la naturaleza misma de la web 2.0.
Tan sólo en Twitter, de los 4.5 millones de cuentas existentes, menos de la mitad son cuentas realmente activas y poco más de 1 millón 200 mil son audiencias acostumbradas a la deliberación y a la retroalimentación informativa.
Frente a las audiencias televisivas, los usuarios de las redes sociales son una minoría. Sin embargo, el problema no es cuantitativo sino cualitativo. El problema de los “errores de diciembre” de Peña Nieto no fueron sólo sus carencias exhibidas e ironizadas con toda crudeza en los medios cibernéticos e impresos.
Se documentó, por primera vez, que a Peña Nieto no le resulta suficiente todo el aparato de medios masivos para frenar lo que ya se convirtió en un tópico: Peña Nieto carece de la experiencia política y académica para enfrentar los desafíos que vendrán en la campaña.
Le podrán maquillar las canas para generar una mayor sensación de “candidato experto”; podrán llevarlo a todos los mítines necesarios para demostrar que Peña Nieto, como López Obrador, también puede llenar plazas; podrán generarle escenarios amables y entrevistas para su lucimiento.
El desafío no es cosmético ni estético. Es de modelo mercadológico y de mala fama priista. Peña Nieto es un político analógico que difícilmente podrá convertirse en un candidato dialógico. Su popularidad radica no en su capacidad probada de gobierno, sino en un entrenamiento basado en los valores de la sociedad del espectáculo, no en la sociedad deliberativa. En la medida que Peña Nieto esté más vinculado a las figuras priistas más impugnadas (como Mario Marín, el exgóber precioso, o Elba Esther Gordillo), su popularidad individual cederá frente al antipriismo que existe en amplias franjas de la sociedad.
Las redes sociales no le van a generar un descalabro demoscópico. Lo que están demostrando son sus carencias y sus limitaciones como un candidato que le apostó más a lo insustancial, a lo superficial.
Los Angeles Times editorializó así, este martes 10, el fenómeno Peña Nieto: se confirma “la amplia noción que se tiene sobre el candidato como alguien bello, pero superficial”.
“¿Por qué el PRI eligió a un candidato que no se sabe manejar de mejor forma?”, se pregunta el rotativo estadunidense. “Analistas mexicanos sostienen que lo escogieron más por su apariencia y lealtad que por su inteligencia. El poder real, plantean los analistas, reside en el cuadro de políticos veteranos que rodean a Peña Nieto”, afirma el texto.
Los spots y la percepción de político maleable
Esta percepción de Peña Nieto como “títere” o político maleable o manipulable por sus asesores mercadológicos –confirmada por él mismo en la FIL de Guadalajara, cuando no pudo responder sin tarjetas ni guión previo– es el impacto más fuerte que han generado las redes sociales.
Esta percepción es como la humedad: va trasminando en sectores que antes sólo veían a Peña Nieto como un producto amable de la mercadotecnia política y no como un posible presidente de la República.
La lluvia de spots que se generarán a partir de abril de 2012 –cuando inicie la contienda formal– tratarán de modificar esta percepción.
Peña Nieto volverá a ser el rey de los spots a partir de ese mes por una razón elemental: gracias a las reglas de la reforma electoral aprobadas en 2007, el PRI y la coalición parcial que firmó con el Panal y con el PVEM tendrán el doble de spots del PAN y de la coalición de izquierdas.
¿Qué hará Peña Nieto y su equipo coordinado por Luis Videgaray para repuntar al candidato presidencial priista? Para ese momento, la intoxicación de spots tendrá que ser medida de otra manera, muy distinta a la popularidad o a la intención del voto que realizan las empresas encuestadoras.
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