Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info).
“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes.”
La implantación del Nuevo Proyecto de Nación requiere, no sólo de ganar la elección presidencial en la persona de Andrés Manuel López Obrador, sino también de lograr una sólida mayoría en las cámaras legislativas y que ésta se comprometa de manera clara y contundente con tal proyecto, sin que ello signifique un congreso sometido a la voluntad presidencial al estilo del PRI. Aclaro: el objetivo es la regeneración nacional y en ello deberá cifrarse la selección de candidatos y las correspondientes campañas electorales. El esfuerzo colectivo tendrá que encaminarse en el sentido de que, en la elección de diputados y senadores, el electorado vote más por el proyecto que por la persona. Admito que esta propuesta va a contracorriente de la preferencia de muchos que, atentos al desprestigio generalizado de los partidos, optan por votar por la persona que más les agrade, sea por sus dotes de calidad humana y profesional (¿???) o por su capacidad para promoverse con una imagen atractiva ($$$). Esta es una de las terribles fallas de la muy lamentable necesidad de dirimir candidaturas con base en las encuestas que, aunado a las dificultades propias de las alianzas entre partidos y la correspondiente repartición de cuotas, complican el proceso de conformación de las cámaras y, en gran medida, son causa de su posterior inoperancia.
En estas condiciones es indispensable exigir a los aspirantes a contender por la izquierda, por lo menos, un mínimo de compromisos debidamente suscritos: una especie de juramento. En primera instancia con el Nuevo Proyecto de Nación para encarrilar todo el esfuerzo electoral en un mismo sentido, sin abajes ni cortapisas. De alguna manera hay que prevenir las traiciones tan socorridas en el medio.
En una segunda instancia, me atrevería a proponer algunos compromisos concretos, particularmente en aquellos asuntos que más fácilmente se olvidan una vez que se logró el cargo por atentar contra los intereses personales del sujeto, pero que resultan indispensables para la depuración del quehacer político. Enumero algunos:
1.- Impulsar y votar por la necesaria reducción de los salarios, prestaciones y apoyos materiales para diputados y senadores. No sólo austeridad republicana, sino eliminación de la prostitución política.
2.- Impulsar y votar por una reforma electoral que reduzca y racionalice las prerrogativas de financiamiento a los partidos y rompa el monopolio que ejercen.
3.- Impulsar y votar una reforma política integral, que responda al fomento de la participación ciudadana y al mejor ejercicio de la democracia.
Anoto estos tres compromisos mínimos, políticamente exigibles desde el primer periodo de sesiones, por corresponder a la facultad directa del legislativo sin que, necesariamente, intervenga la iniciativa del ejecutivo. También porque son asuntos que las burocracias partidistas intentarán ignorar y oponerse a resolver satisfactoriamente. Así mismo, porque son compromisos de orden general pero concreto, susceptibles de ser reclamados por los observatorios de cumplimiento.
Vale mencionar que, por lo menos para el sector del electorado pensante, tales compromisos representan un importante atractivo electoral y que asumirlos tendrá un efecto positivo en la votación, incluso para obligar a la competencia a emularlos.
Creo que tenemos que tener muy claro que Andrés Manuel no podrá lograr la transformación de la realidad por sí mismo, sino que se requiere de una vigorosa movilización popular que lo respalde y que lo empuje, así como con diputados y senadores verdaderamente comprometidos con el cambio y que sean mayoría en las cámaras.
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