Foto: Miguel Dimayuga
MÉXICO, D.F. (apro).- El pleito no fue con el candidato, más bien con su equipo. Pero en realidad no hubo rompimiento, solo un distanciamiento con beneficios mutuos. A Enrique Peña Nieto le quitaron un peso de encima por la mala imagen de Elba Esther Gordillo y a la maestra le dejaron el espacio abierto para maniobrar como mejor lo hace, debajo de la mesa, y de esa manera hacer del sindicato una extensión de la estructura priista y, al mismo tiempo, usarlo para golpear al gobierno y su candidata, Josefina Vázquez Mota.
Desde hace una semana Elba Esther Gordillo y el candidato de su partido, el PANAL, Gabriel Quadri, han empezado a operar a favor de Enrique Peña Nieto, ensalzando su figura cada vez que pueden. O simplemente, evadiendo toda critica hacia el priista.
Pero esto que públicamente es claro hacia el interior del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, es más preciso pues existe ya la orden de apoyar a Quadri para mantener el registro del Partido Nueva Alianza y a la vez, operar a favor del priista para el día de las elecciones.
La alianza estratégica de Elba Esther Gordillo y Peña Nieto no es nueva; viene desde hace ocho años por lo menos. Hay un pasaje que cuenta Carlos Ahumada en su libro “Derecho de réplica”, donde se ve con claridad el grado de complicidad que tienen estos personajes.
Cuenta el empresario argentino que Carlos Salinas de Gortari fue quien le compró los videos donde se ve a los perredistas René Bejarano y Carlos Imaz recibiendo dinero que se presumió iría a la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Con los videos en las manos, Salinas se puso de acuerdo con Diego Fernández de Cevallos, Vicente Fox y Televisa para hacer públicas las grabaciones y golpear la imagen de López Obrador que entonces crecía desde la jefatura del gobierno del Distrito Federal.
Así se hizo, pero Salinas no pagó todo lo acordado sino una parte mínima y encargo a dos personas que juntaran el dinero para que se lo entregaran a Carlos Ahumada.
Estas dos personas eran Enrique Peña Nieto y Elba Esther Gordillo.
La conjunción de estos tres personajes en la zaga del 2004 expresa con nitidez la profunda complicidad que tienen y su fuerte vinculación en un solo proyecto de poder que hoy esta encaminado a la recuperación de la presidencia de la República.
Una alianza de esta magnitud difícilmente se puede romper por unas simples candidaturas a diputados o senadores de la familia de la maestra, sobre todo, cuando están a punto de conseguir su regreso al poder.
Elba Esther Gordillo es experta en el paso doble, o mejor dicho, en el doble juego político, así lo hizo en el 2000 cuando, estando en el equipo de Francisco Labastida, hizo labor de proselitismo por Vicente Fox. Y luego en el 2006 contra el priista Roberto Madrazo, haciendo campaña por su candidato Roberto Campa y, de manera paralela, a favor de Felipe Calderón.
Nada le impide que en esta ocasión ponga en marcha su ejército de operadores inmerso en el SNTE para lograr mantener el registro de su partido, el PANAL, sacrificando a Gabriel Quadri, y al mismo tiempo apuntalar la estructura del PRI haciendo campaña por Peña Nieto, su socio salinista.
La maestra es capaz de hacer eso y muchas otras cosas más con tal de levantarle la mano al candidato priista el primero de julio, con tal de asegurar su permanencia en el poder al que se subió desde 1979 cuando, precisamente Carlos Salinas de Gotari la entronó traicionando a Carlos Jonguitud, su compañero sindical y sentimental.
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