Carmen Boullosa
Uno: ¿vaso medio lleno, vaso medio vacío?
Es
posible resistir la depresión y ver el vaso medio lleno: México
terminará estas elecciones mejor de lo que era antes de comenzarlas. Con
los 132 se craqueló la costra de la indiferencia cómplice y la
estulticia. Los jóvenes hicieron visible la ya existente red de
resistencia contra el ejercicio abusivo y/o inepto del poder estatal y
del mediático.
El
vaso está también medio vacío: gane el que gane, el país quedará
lastimado, cojeando por el proceso electoral. El proceso es caníbal por
la desaforada derrama económica de las campañas que no crea
infraestructura o conciencia sino parásitos ocasionales. Parásitos de
mil formas, desde el lamentable que se deja sobornar por una torta y una
camiseta, al que encuentra empleo ocasional o el que hace negocios
jugosos. Mejor sería para el país inventar y estructurar algo más
elegante, sustentable y productivo que estadios llenados a camionazos,
calles atestadas de basura visual y de difícil desecho, comerciales
hueros aunque los silbidos en las salas de cine a los partidos balines,
bien valen una misa.
Recojo
otro moquete a la ciudadanía del contenido de las campañas: los
aspirantes se entrometieron al territorio de la vida privada,
amalinchando a sus posibles votantes. Uno se anunció amoroso para
neutralizar su filo izquierdista, el único atractivo que tiene, otra
incitó a la veda de lo que muy pudorosamente llamó cuchicuchi. El
primero posó como un padre, hermano o amigo, la segunda convirtió a la
legendaria Lisistrata en monja obediente, cerradas las piernecitas para
obedecer a la abadesa. Pero un candidato no debe ser un familiar o una
guía espiritual, sino un político, un posible Presidente.
El
tercer candidato fue hecho a imagen y semejanza del galán de
telenovela, facturado por su estrella publicicista, el cascarón vacío
vuelto Totalmente Palacio. Esa imagen desdibuja el contexto político,
relega el orden civil atrás de un velo sentimental.
Si
fue una suerte que el candidato de las izquierdas disolviera sus
facultades amorosas en asunciones políticas, más o menos verbalizadas,
la vergüenza sobrevino cuando previno al votante: los matrimonios
legales que no contengan una Eva y un Adán, sino dos Adanes o dos Evas, y
el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, quedarían sometidos a
votación pública. ¡Horror! Brincamos del ámbito de la vida privada,
donde no debimos entrar en una contienda política, al acarreo de los
derechos elementales hacia una posible hoguera.
El
cuarto candidato abordó apropiadamente temas relacionados con la vida
privada en los que el orden público debe intermediar para defender
derechos ciudadanos. Un verdadero miscast, porque a su partido lo
alimenta la líder sindical que ha sabido beneficiar sus bolsillos con
porciones del presupuesto asignado para la construcción de espacios
democráticos. Primero se violaron las cuotas de los trabajadores para
levantar trampolines donde practicar ejercicios megalomaníacos de su
desprecio por lo colectivo, después La Mano Peluda entró en las causas
mencionadas para atrapar votantes incautos. Qué triste indecencia.
Visto
el vaso medio vacío, terminamos las campañas medio Malinches otra vez. O
Lewinskys, exhibidas nuestras o sus intimidades para ganar adeptos.
Además,
distraídos en hacernos piojito, los candidatos olvidaron hablar del
territorio nacional controlado por el narco, de la trata de personas, de
los 70 mil cadáveres que la guerra ha sembrado, ni las víctimas ni sus
deudos fueron asumidos con responsabilidad en sus agendas. Más se
concentraron en el territorio del sofá -inexistente en la mayoría de los
hogares- que en asuntos candentes, impostergables.
El
vaso en las manos está en condiciones que no imaginamos hace 12 p 15
años, empañado y despostillado. El voto es inevitablemente político y sí
afectará a la vida social. Tanto como la violencia, la inequidad y la
corrupción exigen atención urgente. Yo voy por el de izquierdas, no por
fan, con los demás se acrecentará todavía más la debacle.
Dos: Recomendaciones.
En
el Museo de la Memoria y la Tolerancia, las impecables fotografías de
Andy Goldstein, Vivir en la tierra. En asentamientos informales o
ciudades perdidas literalmente perdidas, las más no aparecen en Google
Maps, aunque más de la mitad de los habitantes de la tierra moren hoy en
fabelas, el fotógrafo tomó retratos en entornos domésticos. Los modelos
posaron a su elección. El efecto es mítico, mágico, deprimente. Hay
mucho qué pensar en las fotografías.
Está
en cartelera la película excepcional Indiferencia -Detachment-, con
Adrien Brody, inteligente, cimbra, importa. No se la pueden perder. Los
actores son excepcionales, como el guión y el director.
También
es imperdible la peli Colosio, de Bolado, espléndida, aunque en un
punto clave se le va el patín: si es realismo, yerra en algo elemental,
la historia imaginaria que corre paralela a la real, no es factible:
¿para qué iba a encargar una investigación escrupulosa el autor del
crimen?
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