El Estado mexicano
invirtió enormes recursos, durante décadas, para inducir a la población
a tener hábitos alimenticios saludables. De ese dato se agarra el
doctor en sociología Javier Esteinou Madrid para definir el poder
actual de los medios masivos: “En una década, el trabajo publicitario
de la televisión modificó ese capital cultural y nos convirtió en el
país con más obesos en el mundo, el país con mayor consumo de
coca-cola. Y no sólo eso, ha cambiado los valores de la identidad
nacional, que es gravísimo. México es el tercer país de todo el planeta
donde más cirugías plásticas se practican”.
No se habla en esta entrevista sólo de refrescos y liposucciones. El
académico, experto en medios de comunicación en México, pone el
anterior ejemplo para subrayar el hecho de que la enorme fuerza de las
televisoras y la radio han hecho del “poder mediático” un nuevo poder
del Estado cuya creciente omnipresencia ha dado lugar a lo que llama
“cuarta república mediática”.
La reciente reforma de telecomunicaciones propició que muchos
sectores sociales voltearan a ver a las televisoras y llamaran la
atención sobre un poder que rebasa al del gobierno y los partidos
políticos. Para Esteinou Madrid, estamos fuera de foco: “La televisión
es poderosa todo el año, porque todo el año construye valores, todo el
año convoca a la población y la dirige hacia un lado o hacia el otro”.
Doctor en sociología por la UNAM y autor de una buena cantidad de
libros que desmenuzan las entrañas del “poder mediático”, Esteinou
sostiene que los grande medios –Televisa es actor central, pero no el
único, insiste– son el nuevo constructor de la conciencia nacional y su
influencia fija políticas públicas, determina comportamientos sociales
Los medios han alcanzado tal fuerza, sostiene, que ya ni siquiera
podemos hablar de poderes fácticos ni de telecracia, porque tales
conceptos se quedan cortos. Los medios forman parte ya, dice, del
“corazón del Estado”.
Luego de hacer un repaso de todos los preparativos que el Instituto
Nacional Electoral realiza con miras a las elecciones de 2015, el
académico afirma que el aparato formal (el INE) poco podrá hacer frente
al “aparato mental (que) va a seguir dominado por las televisoras, que
van a posicionar” a los candidatos que ganarán el próximo año y en
2018. El único ingrediente nuevo, asegura, podría ser que dentro de
cuatro años haya dos nuevas cadenas de televisión que podrían apoyar a
un candidato distinto al de Televisa.
—¿Cuándo y cómo dejamos que Televisa nos engordara?
—A partir de los ochenta se inicia un desmantelamiento del Estado,
incluyendo sus bases comunicativas que tenía (IMEVISION, ciertos
periódicos). La ideología estatal nacionalista va dejando paso a la
ideología del mercado que plantea que todo tiene que ser negocio,
aquello que deje dinero en el corto plazo no debe sobrevivir y el
Estado ya no lo debe financiar.
“De los ochenta en adelante, especialmente después de la firma del
Tratado de Libre Comercio viene toda una fuerza muy grande de
desmantelamiento y el mercado como guía del país.
“A partir de esto las televisoras comienzan a fortalecerse y crecer
más, porque el Estado se debilita y en esa fase de transición, donde no
vuelven a surgir partidos fuertes, ni una capitanía sólida, se suma la
caída del PRI en el año 2000 y quedan muchos huecos que ya no puede
ocupar la clase política y en el campo del poder no hay espacios
libres: todo aquel espacio que se deja es ocupado por algún sector.
“Las funciones que dejó de ejercer el Estado las empezaron a ocupar
los medios, especialmente la televisión. Entonces se rompe el
equilibrio. Las televisoras eran soldados del presidente y comienzan a
adquirir tal poder que van gobernando el país y los funcionarios, el
presidente, los gobernadores y los poderes republicanos se convierten
en los soldados de las televisoras. Y es ahí donde empieza a surgir el
poder de la telecracia.
“De los ochenta en adelante se convierten en poderes fácticos. Antes
de los ochenta el Estado sí los podía controlar. Después ya no. Se
convierten en poderes fácticos salvajes, porque el Estado y los poderes
constitucionales ya no los pueden acotar.
“Mi tesis, y es el libro que estoy escribiendo ahora, es que ahora
ya no son tampoco poderes fácticos salvajes, porque hoy los medios ya
forman parte del corazón del Estado. Es decir, la televisión ya es
parte del Estado.
—¿Diría que estamos ya frente a la consolidación de la versión
vernácula del “ultraliberalismo”, como lo entiende Tódorov, como “el
imperio de la economía por encima de la política, el poder de los
medios de comunicación y el desmantelamiento del estado de bienestar”?
—Sí, pero es más que eso porque, por lo menos en el caso de México,
la televisión ha conquistado tal capacidad de poder que no nada más se
expresa en el terreno económico y político, sino que hoy la televisión
reproduce una gran cantidad de funciones que le corresponden al Estado,
por ejemplo, tiene la capacidad de construir la memoria social, de
ejercer la violencia simbólica de forma monopólica. El Estado sigue
conservando el ejercicio de la violencia física (ejército, policía,
sectores paramilitares), pero el monopolio de la violencia simbólica
ahora lo tienen los medios.
Los medios tienen mayor capacidad de convocatoria que todo el Estado.
—Los datos indican que 76 por ciento de la gente se entera de política por la televisión, ¿tal es su capacidad de convocatoria?
—Sí, pero es más que lo político. Llama la atención que frente a
hechos como el que acaba de suceder, con la aprobación de la reforma de
telecomunicaciones, volteamos a ver y decimos que la televisión es muy
poderosa y ha rebasado a los partidos. No, la televisión es poderosa
todo el año, porque todo el año construye valores, todo el año convoca
a la población y la dirige hacia un lado o hacia el otro. Por ejemplo,
al circuito del consumo, donde ha llegado a tener tal espacio de fuerza
que ha cambiado fechas fundamentales de la memoria histórica de lo que
es el Estado nación, como es el 20 de noviembre, aniversario de la
revolución mexicana, que ha convertido en el Buen Fin, la fiesta máxima
del consumo antes de la Navidad. Y todo esto organizado por la
televisión y obviamente por la radio.
De remate, Esteinou pone el ejemplo del escándalo por una pachanga
de cumpleaños en la Rotonda de las Personas Ilustres. “¿Le permitirían
a alguien hacer una fiesta la tumba del soldado desconocido en Estados
Unidos? Eso habla de una crisis ético moral y cultural más fuerte de lo
que se puede medir.
—La presencia del poder mediático trasciende entonces el entretenimiento y el espectáculo.
—La televisión ya tiene capacidad de generar políticas públicas,
como lo vimos con la Iniciativa México, generando políticas en cuanto
al agua, la producción de alimentos o cómo enfrentar los problemas de
la drogadicción. En sus tres ediciones fue ocupando espacios que le
correspondían al Estado. No sólo es lo que se da en el Congreso. Por
eso mi tesis es que la televisión ya forma parte del Estado.
“Sucede que la ciencia política y la sociología han estado muy
atrasadas en el análisis de este fenómeno que tiene una velocidad
inaudita en cuanto a acaparamiento de poder, pero la realidad es
totalmente contundente. Nos habla de la fuerza que tienen, al tener una
telebancada en el Congreso, al doblegar al presidente, al crear
presidentes, al borrar figuras políticas de la pantalla, al subordinar
a gobernadores, al decir hacia dónde debe de ir el proyecto global del
país, que es obviamente el proyecto de la globalización.
—Capitalismo salvaje igual a comunicación salvaje.
—Ya no estamos en la telecracia. Es un concepto que ya quedó corto
para explicarnos la fase en la que vamos ahora.
Tampoco nos sirve el
concepto de poderes fácticos salvajes. Hoy el concepto que tenemos que
nombrar, y no lo hemos podido hacer los sociólogos ni los antropólogos,
ni las personas dedicadas a la cultura, es que los medios ya forman
parte del corazón del mismo Estado. Por eso mi tesis es que estamos
frente a una nueva república (ya no la primera surgida de la
Independencia, ni la segunda que nació de la Reforma, ni la tercera
surgida de la Revolución).
—Lo que llamas la cuarta república mediática.
—Sí, la cuarta república mediática. El poder hoy está constituido
por los tres poderes formales –ejecutivo, legislativo y judicial- más
el poder mediático, pero no el poder mediático por fuera, sino al
interior de la propia estructura del Estado. El gran problema que
tenemos es que venimos arrastrando una vieja concepción del Estado, que
nos sigue atrapando la noción jurídica que han elaborado los abogados y
es una noción que ya no sirve para explicar la realidad.
—La Constitución “desfigurada”, dice Diego Valadés.
—Los abogados se refieren a una reorganización de la Constitución,
pero no se salen de esa noción tradicional, y lo que ellos argumentan
es que hay que hacer todo un trabajo de técnica jurídica para
reorganizar todos los apartados.
—¿Eso ya no ayudaría a explicar frente a qué estamos?
—Exactamente, pero la realidad tiene tales indicadores de
contundencia que nos llevan a darnos cuenta que las categorías
anteriores ya están quebradas, no nos sirven. Cuando un poder tienen
incrustada en el Congreso una telebancada con18 miembros, ya dejó de
ser un poder del entretenimiento y del espectáculo. Televisa era un
partido político desde hace mucho tiempo. Ahora ya está posicionada
dentro del Estado.
—¿Así como los templarios ocuparon el lugar del Estado en Michoacán?
—Exactamente. Televisa es nada más la cabeza visible, pero hay que
entenderlo como el poder mediático, que incluye a TV Azteca, las
cableras, la CIRT, de nada nos va a servir centrarnos nada más en
Televisa porque nos quedaríamos con una visión muy recortada de la
realidad.
“El asunto es que ellos han construido un proyecto de nación muy
distinto al proyecto de la Constitución. Han construido un nuevo
proyecto de nación mediática, donde todo gira alrededor de hacer
negocio, de acumular capital y de ellos concentrar más poder. Y todo
planteado en términos de que todo tiene que dejar ganancias en el
sentido económico y no ganancias civilizatorias. Por ejemplo, una
enorme ganancia civilizatoria es tener una conciencia frente a la no
destrucción ecológica o una conciencia sobre los ancianos, que es otra
bomba. Es una ganancia civilizatoria tener conciencia sobre eso, pero
todo eso a Televisa no le interesa a menos que haya negocio.
“Y el poder mediático ha ocupado no sólo los espacios que ha dejado
un Estado cada día más débil, sino también otros, por su propia
capacidad de penetración, de socialización, de velocidad de cambio, de
información. Ha podido superar todo lo que es la infraestructura que
históricamente ha construido el Estado nación. Por ejemplo, el Estado
nación estuvo fundamentado durante mucho tiempo en la Secretaría de
Educación Pública, casas de cultura, libros de texto, en algunas
creencias o valores nacionales. Todo eso ya fue superado por la
penetración diaria de la televisión en las casas, por la programación
versátil que va modificando todo lo que construyó el Estado nación.
“Durante mucho tiempo, por poner un ejemplo, el Estado construyó un
concepto de salud e impulsó hábitos alimenticios sanos. En una década,
el trabajo publicitario de la televisión modificó ese capital cultural
y nos convirtió en el país con más obesos en el mundo, el país con
mayor consumo de coca-cola. Y no sólo eso, ha cambiado los valores de
la identidad nacional, que es gravísimo. México es el tercer país de
todo el planeta donde más cirugías plásticas se practican. ¿Qué
significa eso? Es un rechazo al cuerpo natural para adaptarlo a los
patrones.
—¿Ya rebasamos a Venezuela en cirugías?
—La lista la encabezan, en ese orden, Estados Unidos, Colombia,
México, Brasil y Venezuela. El asunto es lo que encierra la cirugía
estética, que significa que no estoy contento con lo que soy…
—Porque me quiero parecer a…
—Exactamente. Y mientras no me parezca a, no tengo éxito no tengo ni
aceptación. Lo más grave de todo es que aun con cirugía plástica, la
mayor enfermedad en el país es la depresión. Esto significa la falta de
contacto humano, de cercanía, de calidez, de aceptación. O sea, la
cirugía plástica no resuelve nada, es simplemente un negocio que se ha
colocado por el capital cultural que han construido las industrias
mediáticas correspondiendo a la globalización, y que en el fondo deja
un profundo vacío y un deterioro humano total.
—Muchos sostienen que el grupo actualmente en el poder tiene
como divisa la restauración autoritaria. ¿De qué manera estaría
dispuesto Enrique Peña Nieto a compartir el poder con los jefes de la
“cuarta república mediática?
—El ensamble es eminentemente pragmático. El PRI sabe que sin el
apoyo de la legitimación que puede construir Televisa, no puede
gobernar. Le sería muy difícil poder construir una nueva legitimidad si
no tuviera esa propaganda y ese constante manejo a favor de la imagen
del PRI. Por eso es que tiene que estar en alianza, porque de lo
contrario le pasaría lo que le sucedió a Felipe Calderón, que en el
momento que no les dio todo lo que quisieron, las televisoras se
dedicaron simplemente a presentar en las pantallas hechos de la
realidad como los colgados, los descuartizados, los secuestrados y los
martirizados como primera nota de todos los noticiarios durante x
tiempo. Eso generó un clima de terror, de inestabilidad, de
inseguridad, que acababa con todos los otros logros como detener a
algún cártel, tener algunas inversiones, en el terreno de construcción
de infraestructura, porque la imagen que quedaba es que somos un país
en desastre, porque la televisión dice que México es un país de
descuartizados.
“Las televisoras manejan que esa es libertad de información, dar
información oportuna y veraz al auditorio, en la medida que no existe
un pacto, ellos construyen una imagen que desestabiliza a cualquier
gobierno.
Por eso optan por las alianzas: ‘ustedes me van a manejar una buena
imagen, que empieza con promover todas mis reformas estructurales,
anunciando que así comienza un nuevo despegue del país y nosotros les
daremos las concesiones que pidan’. La principal para los medios es
haber entregado la reforma en telecomunicaciones para que se
fortalezcan y haber intentado afectar al otro competidor peligroso, que
era el señor Slim. En el terreno energético, quizás abrir las
posibilidades para que algunas de las empresas que están detrás de
Televisa, en su Consejo de Administración, puedan también participar en
el negocio de la energía.
—Este es un gobierno, sin embargo, de recentralización y concentración del poder. ¿No podría enfrentar al poder mediático?
—No, porque el poder mediático es distinto, es el control de las
conciencias. Y el Estado no tiene otra infraestructura porque renunció
a ella a partir de los ochenta, en la etapa del adelgazamiento
neoliberal. Apenas ahora empieza a darse cuenta de que requiere de una
red de medios públicos, que es la famosa red pública que se va a
construir. Habría qué ver hasta qué punto es una nueva red pública o
simplemente la nueva infraestructura de propaganda del actual régimen
para justificarse, para legitimarse, y desde ahí tener una cierta
fuerza ideológica que le permita balancear y no requerir tanto los
recursos del poder mediático.
“El Estado controla lo que es el poder burocrático, el poder militar
y alguna zona del poder económico, pero el poder ideológico lo tiene
fuera de su control, porque el poder ideológico ya no es la casa de
cultura, ya no es el libro de texto, tampoco el sistema educativo, el
poder ideológico está concentrado en las industrias mediáticas”.
—La encuesta de valores del INEGI arrojó el preocupante dato
de que un porcentaje importante de mexicanos preferiría un régimen
autoritario pero “eficaz”. ¿Cuál ha sido el papel del poder mediático
en la construcción de esa percepción de la democracia como algo inútil?
—Lo que han hecho es erosionar las instituciones públicas. En sus
comentarios y noticiarios, lanzan el mensaje de que son muy costosas,
que no sirven para resolver los problemas, que están llenas de
corrupción y tienen que adelgazarse. Finalmente plantean que hoy existe
una nueva forma de democracia, más eficiente y fiel, que es “llame y
vote”. Es decir, tome su teléfono, con el televoto, que además es un
voto que les deja dinero, porque la llamada se cuenta como ganancia
para las televisoras. Ellos plantean que tiene que existir la
‘democracia electrónica’ y no la democracia formal de partidos.
“Sabemos que en los partidos hay corrupción, abusos, plutocracia,
que no representan a la población, pero ha sido el sistema que se ha
construido para tener una representatividad.
“Lo que las televisoras plantean ahora es que ellas son las
representantes de la población, porque ellos son los que conocen su
sensibilidad, y por lo tanto es a través de ellos que tiene que darse
la construcción de la nueva ‘democracia electrónica’. Esto ha
colaborado en la erosión de las instituciones republicanas.
—En tus textos no encuentro mucho entusiasmo con la
construcción de contrapesos ni con el papel que pueden desempeñar las
redes sociales frente al poder mediático.
—En los medios tradicionales abiertos o por cable va a ser muy
difícil obtener el cambio. El único cambio que se plantea es que
existan otros competidores. Eso tampoco va a generar un cambio de mayor
profundidad, porque finalmente son modelos de mercado, de más negocio,
y lo que hoy día se requiere es la generación de otro tipo de
conciencia, de cultura, que permita construir otra acumulación de
conciencia para poder cambiar el sistema.
“Parto de la convicción de que nos encontramos en una crisis
civilizatoria. Esto significa que las instituciones, las dinámicas y
los modelos que heredamos del siglo XX ya no funcionan. No funcionan el
sistema de justicia, ni la economía, ni el sistema laboral, porque no
puede dar trabajo a todo mundo. El sistema de defensa de recursos no
renovables funciona cada vez menos, no funciona el sistema de agua a
las ciudades, y por eso vienen las protestas y los levantamientos
sociales. Estamos en una fase en que la sociedad tiene que refundarse
casi en todos sus fundamentos. Pero esa refundación requiere de una
nueva cultura que vaya entendiendo todo esto, y que vaya planteando
procesos de transición. Ese es un camino.
“El otro camino es la vía autoritaria. Es decir, lo anterior no
funciona y esto se impone porque es lo que el poder en turno decide y
los ciudadanos se tienen que subordinar. Ahí es donde entra el papel de
los medios tradicionales, que no están optando por la construcción de
esa nueva cultura de cambio, sino más bien por el sostenimiento de lo
anterior mientras les sea rentable.
“El Internet es la única vía por donde la sociedad ocasionalmente
está planteando procesos de cambio diferentes, porque tiene libertad,
posibilidad de interacción inmediata y, lo más importante, es el único
sector donde se están dando los procesos de comunicación.
“En los medios tradicionales lo único que existe son flujos de
información donde la población no participa en términos comunicativos,
sigue siendo espectadora o receptora. Esto es muy grave. Dentro de seis
años vamos a cumplir, un siglo de existencia de la radio. Tenemos 54
años la televisión y 20 de telecomunicaciones y no hemos conquistado ni
siquiera el derecho de respuesta, el derecho de réplica. Lo que hoy
existe como tal es una caricatura que no permite que el ciudadano pueda
responder ante los flujos de información calumniosos, dañinos,
tendenciosos, mucho menos participar en los espacios mediáticos. Los
ciudadanos sólo participamos cuando nos volvemos noticia, porque somos
escándalo, por un accidente o algo excepcional.
—Sólo nos dejan el control remoto.
—En la estructura tradicional ese es el único poder que tenemos. Por
eso la importancia de internet. Pero ahora, en la nueva ley, se ha
incorporado que el Estado tiene la capacidad, junto con los
concesionarios, de localizar a aquellas personas que considere que
puedan estar generando mensajes contrarios a la “seguridad nacional”.
¿Qué puede significar esto? Todo.
Lo más grave es que la reciente discusión reciente se dio en torno a
la “preponderancia” de Televisa o Telmex, y no sobre cómo tenían que
construirse espacios para los medios públicos o bien sobre el respaldo
a las radios comunitarias.
“Es es una verdadera burla, una ridiculez, una vergüenza que cien
años después lo único que ha conquistado la sociedad es un ombusdman de
caricatura. Lo más sorprendente de todo es que la sociedad no tiene
conciencia de esto. La sociedad se quedó discutiendo si fue penalty o
no, ahí está el nivel de la conciencia, en el Mundial, y más adelante
estará en las fiestas patrias, y después en el Buen Fin y en la Navidad.
“No hay conciencia de que estamos frente a un proyecto de
comunicación salvaje que está construyendo un deterioro de la cultura
civilizatoria que en parte elaboró el Estado mediante muchos procesos
difíciles, y por otra parte algunos sectores de la sociedad civil, y
que es la única cultura que nos puede permitir sobrevivir. A cambio,
nos están dando una cultura basura, parasitaria, que nos está
informando de una enorme cantidad de cuestiones inútiles, innecesarias,
que no son las fundamentales para resolver los grandes problemas del
país.
—¿A dónde el futuro? Parecería que frente a tal poder no hay nada que hacer.
—Lo primero que viene es un desengaño. Después de todo lo que ha
sido la reforma en telecomunicaciones hoy se apuesta a que el siguiente
paso es terminar la reforma energética y después vendrá el periodo de
las elecciones de 2015. El INE está haciendo todos los preparativos, un
trabajo muy importante desde el punto de vista de la democracia formal,
pero todo va a ser violentado por el poder mediático, porque ese poder
va a tener la capacidad de desbalancear las campañas, como lo hizo en
2012. Va a introducir en los horarios estelares informaciones,
presentaciones y entrevistas a los candidatos que Televisa decida
apoyar, junto con el PRI.
“Serán unas elecciones fantasiosas porque se va a preparar toda un
aparato formal, pero el aparato mental va a seguir dominado por las
televisoras y ellas van a posicionar al candidato que tenga que ser el
ganador.
“Las televisoras saben cómo colocar la imagen de un sujeto, con
cuales colores y horarios, qué posiciones, miradas y ademanes debe
usar, como si fuera un actor más de telenovelas, un producto.
Obviamente por eso cobrarán cantidades elevadas que el PRI estará
dispuesto a pagar porque necesita ganar las elecciones de 2015 y luego
las de 2018. Porque el PRI viene no para quedarse un sexenio sino para
continuar muchos sexenios más, por lo menos intentará estar la mitad de
este siglo.
—¿Qué le queda entonces a la sociedad?
—Cobrar conciencia de esto, trabajar con el instrumento único que
les va a quedar, que es internet, con todas las limitaciones que esto
pueda tener. Y estar muy vigilantes del manejo que se haga en las
próximas elecciones para que en la medida en que se violen acuerdos que
ya están en la reforma electoral, se declare que son elecciones nulas.
Tendrá que ser un trabajo de mucha vigilancia, porque ahora el poder va
a ser más fuerte.
“Lo interesante para 2018 van a ser los dos nuevos protagonistas que
van a entrar a la televisión comercial. ¿A qué candidato le van a
apostar? ¿Por cuál harán propaganda o promoción? Si para 2018 Slim ya
obtuvo la concesión, la pregunta es a qué candidato va a apoyar. Porque
lo que está en juego detrás de la ley de telecomunicaciones, además del
negocio en la actualidad, son las próximas elecciones y los próximos
candidatos a los que se va a apostar en términos de legitimidad
política”.
Coautor, con Alma Rosa Alva de la Selva, de La Ley Televisa y la Lucha por el Poder en México,
Esteniou ha sido también vicepresidente de la Asociación Mexicana de
Investigadores de la Comunicación (AMIC) y es un permanente crítico del
hecho de que los ciudadanos estén indefensos frente al poder de los
medios.
“En el reciente conflicto del Hoy no circula, los ciudadanos no
tuvimos ninguna posibilidad de salir en los medios a decir si estábamos
o no de acuerdo. Al no tener espacio en los medios, se tiene que salir
a tomar las calles, porque son los recursos que le dejan a la
ciudadanía. En el caso de la reforma fiscal tampoco se ha tenido
ninguna posibilidad de decir que se trata de un exceso de impuestos.
Los ciudadanos seguimos sin ninguna capacidad de expresión en los
medios.
“Los comentaristas son los que se autonombran representantes de esos
intereses. O, en el mejor de los casos, cuando invitan a una persona a
que dé su punto de vista en un programa y más allá no tenemos espacio”.
—En un escenario de conflictos sociales, ¿cuál va a ser el papel del poder mediático? ¿Apoyar una salida autoritaria?
—El poder mediático va a pedir es la aplicación de la ley, como pasó
en Atenco y en otros momentos, que “se restaure el estado de derecho”,
la ley del más fuerte. Nunca piden ver qué está pasando, ni hablan de
convocar a un diálogo con la participación de todos los sectores, de
una mesa de negociación, para nada. Eso es muy preocupante, porque la
población sigue sin salidas, sin alternativas, y cada vez más la bomba
social se va acumulando, porque no hay trabajo para todos, la economía
no termina de despegar, el dinero no alcanza, la inseguridad está por
todos lados, cada día es más difícil poder funcionar en las ciudades.
“La irritabilidad social se está concentrando, pero cada tanto esa
irritabilidad se desarticula con eventos espectaculares, ahora fue el
Mundial de futbol, más adelante van a ser las fiestas patrias, la
catarsis del Buen Fin, la Navidad, el fin de año, luego el Super Bowl,
y así va todo el año construyéndose esa estructura de desfogue social
que sale en la nación mediática que se ha organizado para que el sábado
sea el día del box, el domingo el día de permanencia voluntaria,
etcétera. Es un proyecto en el cual el poder mediático está en las
entrañas de la cotidianidad, sobresale en el momento de una situación
política, es cuando se le voltea a ver, pero el asunto es que está
todos los días construyendo esa nación mediática que requieren sus
ganancias.
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