Por
Con
todo y la aprobación inminente de las leyes secundarias en el Congreso,
y por más que el presidente Enrique Peña Nieto no se canse de festejar
todo los días la consumación de su reforma energética, el panorama
actual para Pemex no es el más halagüeño y, en vísperas de la apertura
que la someterá a la feroz competencia por el mercado nacional, la
petrolera mexicana enfrenta fuertes presiones y problemas tan graves
que van desde la toma violenta de sus pozos, hasta una caída de su
producción y duros cuestionamientos públicos por enormes pasivos
laborales.
Tan sólo en Tabasco, uno de los estados de mayor producción
petrolera, Pemex enfrenta en estos momentos el bloqueo de 800 pozos y
plantas petroquímicas que están tomadas desde el pasado 7 de julio por
campesinos inconformes, además de cierres intermitentes de su Torre
Ejecutiva, lo que le está ocasionando pérdidas diarias de tres millones
de dólares al dejar de producirse 30 mil barriles de crudo y 60
millones de pies cúbicos de gas en los 20 días que ya duran las tomas
violentas.
En lo que se ha convertido en una auténtica bomba de tiempo tanto
económica como social y política, detrás de los bloqueos a los pozos,
además de las históricas demandas de campesinos y productores de
Tabasco de seis municipios (Cárdenas, Nacajuca, Jalpa, Huimanguillo,
Centla y Cunduacán) que se quejan de la contaminación de sus tierras y
de que Pemex no les otorga suficientes apoyos para resarcir el daño
ambiental, hay también fuertes motivaciones políticas.
Según informes de la Secretaría de Gobernación, detrás de las tomas
de pozos que encabeza de manera visible la diputada del PRD, Verónica
Pérez Rojas, está el movimiento de Andrés Manuel López Obrador y una
presión política por los recortes presupuestales que ha sufrido este
año el gobierno de Tabasco, principal bastión lopezobradorista, por
parte de la Secretaría de Hacienda. De hecho, se sabe que los bloqueos
a las instalaciones petroleras comenzaron el 7 de julio, justo unos
días después de que el gobernador Arturo Núñez tuvo un encuentro con el
secretario Luis Videgaray, en el que el titular de la SHCP le negó la
entrega de partidas federales al estado, argumentando que aún debían
recursos por el sobregasto que tuvieron el año pasado.
El tema genera ya una fuerte tensión en Tabasco dónde, además de la
advertencia del director de Pemex, Emilio Lozoya, del peligro que
corren los trabajadores y las instalaciones petroleras porque en estos
20 días no se les ha dado mantenimiento a las plantas, también está la
denuncia de los empresarios privados que reportan en este
lapso pérdidas de más de un millón de dólares por el cierre que han
sufrido las oficinas de varias compañías privadas como parte de los
bloqueos a la Torre Ejecutiva en Villahermosa.
Hasta ahora, tal vez para no opacar la euforia presidencial por la
aprobación de las leyes secundarias en el Senado y en los próximos días
en la Cámara de Diputados, la Segob no ha hecho nada para ayudar a
Pemex a reabrir sus pozos y las pérdidas millonarias, junto con los
riesgos industriales y la tensión social, se acumulan día a día en el
paraíso petrolero del sureste.
Pero el de Tabasco no es el único problema que enfrenta hoy Pemex.
La semana pasada la empresa tuvo que reconocer públicamente que en la
mitad de este año la producción petrolera cayó 3% (80 mil barriles
diarios menos) por lo que no podrá cumplir sus metas para 2014. La
fuerte caída fue atribuida por el director de Pemex Exploración,
Gustavo Hernández, a la intervención realizada a la empresa
Oceanografía, que acaparó hasta 60% de los servicios marítimos de la
paraestatal, en otro tema de corrupción política que ha golpeado a la
petrolera.
En medio de toda esa problemática, el debate de las leyes
secundarias ha puesto a Pemex en el ojo público por sus elevados
pasivos laborales de hasta un billón 153 mil millones de pesos
(casi siete puntos del PIB) por las pensiones de sus trabajadores. En
las nuevas leyes se quiere cargar a los contribuyentes el pago de esa
millonaria deuda, además de otros 500 mil millones de la CFE, en lo que
algunos llaman el Pemexproa, porque otra vez los ciudadanos tendrán que
pagar por la corrupción y la ineficiencia del gobierno, como ocurrió
con el Fobaproa.
Para colmo de males, en los últimos días en varios estados del país,
como Tabasco y Jalisco, han comenzado a surgir denuncias por el
desabasto de gasolina y diésel en las gasolineras y estaciones de
servicio. En Guadalajara, empresarios y ciudadanos denunciaron que la
escasez llegó el pasado fin de semana hasta 50% de las estaciones de la
zona metropolitana, luego de que se detuviera a una red de 21 empleados
de Pemex involucrados en el robo y contrabando de combustibles,
mientras que en Villahermosa, Campeche y Chiapas se quejan del
desabasto de gasolinas por fallas en la Terminal de Abastecimiento de
Pajaritos, en Veracruz.
Con tantos problemas, la gran pregunta es si hay mucho que festejar
para Pemex de cara a la feroz competencia que se le avecina en los
próximos años con las grandes petroleras extranjeras. O lo que es lo
mismo: ¿por qué tanta celebración del Presidente, acaso festeja por los
que vendrán a llevarse parte de nuestra riqueza energética?
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